viernes, 22 de junio de 2012

Desmontar la mentira para combatir la alienación y dinamizar la lucha

Desmontar la mentira para combatir la alienación y dinamizar la lucha
x Miguel Urbano Rodrigues 
El premio Nobel Obama aprueba los objetivos humanos seleccionados cuyas biografías le son enviadas. En ese nivel se sitúa hoy su concepto de la ética

Repetir evidencias pasó a ser una necesidad en el combate a la alienación de las grandes mayorías confundidas y manipuladas por los responsables de la crisis de civilización que afecta a la humanidad.

Tal vez nunca antes la insistencia en iluminar lo obvio oculto haya sido tan importante y urgente porque la falsificación de la Historia y la manipulación de las masas empujan a la humanidad para el abismo.

Esta tarea asume un carácter revolucionario porque las fuerzas que controlan el capitalismo utilizan los engranajes del sistema mediático para crear una realidad virtual que actúa como arma decisiva para la formación de una consciencia social pasiva, para la robotización del hombre.

La comprensión por los pueblos de la estrategia exterminadora del imperialismo que los amenaza es extremadamente dificultada por la ignorancia sobre el funcionamiento del sistema de poder de los EEUU y la imagen falsa que prevalece respecto de la sociedad norteamericana no sólo en Europa sino en muchos países subdesarrollados.

UN MITO ROMANTICO

No obstante que son inocultables los crímenes cometidos por los EEUU en las últimas décadas en guerras de agresión contra los diferentes pueblos, una gran parte de la humanidad continúa viendo en la patria de Jefferson y Lincoln una tierra de libertad y progreso. El mito romántico de los pioneros del Mayflower es difundido por una propaganda perversa que insiste en presentar al pueblo y al gobierno de los EEUU como vocacionados para defender y liderar a la humanidad. Los males del capitalismo serían circunstanciales y la gran república, presidida ahora por un humanista, estaría presta a superar la crisis que partiendo de ella se extendió por el mundo.

No basta afirmar que estamos frente a una peligrosa mentira. Desmontar el mito estadounidense es, repito, una tarea prioritaria en la lucha contra la alienación de las mayorías. El político negro cuya elección desencadeno una ola de esperanza entre los oprimidos de la Tierra archivo sus compromisos asumidos con el pueblo y a lo largo de su mandato dio continuidad a una estrategia de dominación mundial, ampliándola peligrosamente.

Diferente de George W.Bush , Obama supo construir una máscara de estadista sereno y progresista. Su reelección, no tenemos dudas, será facilitada porque el candidato republicano que enfrentará,Mitt Romney, es un político ultra reaccionario, sin carisma.

LAS GUERRAS IMPERIALES

En Iraq la violencia se tornó endémica, millares de mercenarios han substituido a las tropas de combate y un gobierno fantoche actúa como instrumento de trasnacionales del petróleo.

En Afganistán la guerra está perdida. Después de once años de ocupación, las fuerzas de la OTAN y de los EEUU solamente controlan Kabul y algunas capitales de provincia. Todas las ofensivas contra la resistencia (que va mucho más allá de los Talibanes) fracasaron y en los cuarteles y en los Ministerios los reclutas asesinan con frecuencia a los instructores extranjeros, norteamericanos o europeos.

La retirada anticipada de las tropas francesas del país colocó un problema inesperado al Pentágono. En Washington pocos creen que el presidente cumpla el acuerdo sobre la evacuación del ejército de ocupación antes del final del 2014. En declaraciones recientes, Obama, ya en campaña electoral, retomo el tema de la defensa de los “intereses de los EEUU en el mundo”. Esa política implica la existencia de centenas de bases militares en más de una decena de países. En Colombia, por ejemplo, fueron instaladas otras ocho.

En una inflexión estratégica, el presidente informó que está en curso una dislocación para Oriente del poder militar norteamericano. Esclareció que el Pacifico será el destino de dos tercios de la US Navy. Es evidente que el objetivo inconfesado es cercar por tierra y mar a China y Rusia. Vladimir Putin interpretó correctamente el mensaje. Consciente de que en su escalada agresiva los EEUU habrían de reforzar su hegemonía en el Medio Oriente, abatiendo a Irán, antes de definir a esos países como “enemigos” potenciales, el presidente ruso en un discurso firme advirtió a Washington que no puede sobrepasar la línea roja.

Contrariamente a lo que afirman algunos analistas que cultivan el sensacionalismo, la inminencia de una tercera guerra mundial, es una improbabilidad. Pero eso gracias a la firmeza de Rusia. Putin no olvidó Múnich. Usó palabras duras, recordando la agresión al pueblo libio, para recordar a Obama que ya fue demasiado lejos y que no tolerará una intervención militar EEUU-Unión Europea en Siria, cualquiera que sea el pretexto invocado.

ASESINAR A DISTANCIA

El belicismo de Obama es tan ostentoso que hasta un periódico del establishment, el New York Times (que lo ha apoyado), sintió la necesidad de revelar que la lista de “terroristas” y dirigentes políticos a aniquilar por los aviones sin pilotos (los famosos drone) es sometida a la aprobación del jefe de la Casa Blanca. Matar a larga distancia, en una guerra electrónica de nuevo tipo, se volvió una rutina gracias a los progresos de la ciencia. Leo Panetta, el actual secretario de Defensa, no solamente la aprueba sino que la elogia; igualmente el general Petraeus, el director de la CIA.

El premio Nobel Obama aprueba los objetivos humanos seleccionados cuyas biografías le son enviadas. En ese nivel se sitúa hoy su concepto de la ética. Los hombres del presidente llegaron a la conclusión de que esa modalidad del asesinato no ha provocado grandes protestas internacionales y evita la perdida de pilotos.

El principal inconveniente es la imprecisión de esos ataques. En Paquistán, decenas de aldeanos fueron asesinados en bombardeos de drones en las áreas tribales de la frontera afgana. El error (así le llamaron en el Pentágono) generó una crisis en las relaciones con Paquistán cuando 26 soldados de aquel país fueron abatidos por un avión asesino. El gobierno de Islamabad prohibió a partir de entonces la travesía de la frontera para los camiones que cargan los alimentos y armas para las tropas de los EEUU y de la OTAN.

No obstante los “inevitables daños colaterales”, los generales del Pentágono definen como revolucionaria la guerra barata en la cual basta apretar un botón, en ocasiones a cientos de kilómetros de distancia, para alcanzar objetivos humanos seleccionados en escritorios en los EEUU y aprobados por el Presidente. La aplastante mayoría de los estadounidenses tiene un conocimiento muy superficial de lo que pasa en las guerras asiáticas de su país. Más en el ejército se amplía un difuso malestar. En el año en curso se registro un record de suicidios de militares.

EL FANTASMA DE AL QAEDA

Son calificados de especialmente satisfactorios los bombardeos frecuentes a tribus “terroristas” de Yemen y de Somalia. Si la CIA informa que una tribu perdida en las montañas de la otrora llamada Arabia Feliz es acusada de ligas sospechosas con Al Qaeda, se envía un drone de la base de Djibuti para liquidar a su jefe. Obama da su aval a la operación.

El New York Times, en el editorial citado, reconoce con pesar que el actual poder de decisión presidencial de asesinar “terroristas” en regiones remotas “no tiene precedentes en la historia presidencial”. Monstruoso pero real: Obama se comporta como un ciber-guerrero. En esa estrategia criminal, la invocación de Al Qaeda como la gran y mayor amenaza a la seguridad de los EEUU es permanente, obsesiva. Solamente en Marzo, pasado Google registró 183 millones de entradas en busca de las informaciones sobre esa organización.

Los EEUU planearon y ejecutaron la muerte de Ben Laden en una operación obscura de las fuerzas especiales violadora de la soberanía de Paquistán. Mataron ya o afirman haber asesinado a los principales dirigentes de Al Qaeda. Pero el fantasma de Al Qaeda sobrevivió y es ese dragón, invisible, horroroso, el que motiva los bombardeos de los drones y la guerra electrónica asesina. El mito de Al Qaeda, el enemigo número 1, se volvió un pilar de la estrategia “antiterrorismo” de los EEUU.

¿Cuántas personas, mundo afuera, saben que Ben Laden fue una aliado íntimo de los EEUU durante la guerra contra la Revolución afgana? Pocas. Y pocas son también las que tienen conocimiento de las relaciones estrechas que la CIA y la inteligencia militar de los EEUU mantuvieron y mantienen con organizaciones fundamentalistas islámicas.

La necesidad de aniquilar a Al Qaeda fue el argumento básico que Bush hijo desplegó para justificar la Patriot Act y la invasión y ocupación de Afganistán, en una cruzada “antiterrorista” en defensa de la libertad, de la democracia, de la paz... Obama usando un discurso diferente, mucho más hábil, profundizó la estrategia del poder de los EEUU.

Al firmar la ley de la Autorización de la Seguridad Nacional, el presidente de los EEUU torpedeo sobre la Constitución, transformando el país en un Estado militarizado que exhibe una fachada democrática. Internamente persisten algunas libertades y derechos, pero la política exterior es la de un estado terrorista.

RUSIA Y CHINA AMENAZADAS

El engranaje imperial está en movimiento. Primero fue Iraq, después Afganistán, después Libia. Ahora el objetivo es Siria.

La maquina mediática trituradora de consciencias repite el metodo utilizado en la campaña que precedió el ataque armado a Libia. La CIA y el Pentágono prepararon y financiaron grupos de mercenarios que instalaron el caos en las grandes ciudades sirias. El presidente Bachar al Asad fue demonizado e, inventada una realidad virtual –una Siria imaginaria-, una campaña machacante intenta persuadir a centenas de millones de personas de que intervenir militarmente en aquel país sería “una intervención humanitaria” exigida por aquello que llaman “la comunidad internacional”. Más el proyecto de repetir la tragedia libia esta chocando con la oposición, hasta hoy impasable, de Rusia.

Insisto: comprender el funcionamiento del monstruoso engranaje montado por el imperialismo para anestesiar la consciencia social y crear un tipo de hombre robotizado es una exigencia en el combate de los pueblos en defensa de la libertad, de la propia continuidad de la vida.

No exagero al definir como tarea revolucionaria esa lucha.

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