miércoles, 13 de junio de 2012

Miel y transgénicos, ¿la imposible coexistencia?

Miel y transgénicos, ¿la imposible coexistencia?
x Rémy Vandame y Elena Álvarez 

Contra toda lógica, la Semarnat emitió, el 11 de mayo pasado, un dictamen favorable al cultivo comercial de soya transgénica en México

Pese a que no existen condiciones para asegurar la coexistencia entre este cultivo y la producción de miel, haciendo caso omiso a las opiniones de la Conabio, Conanp e INE, tres instituciones clave en la política ambiental del gobierno federal. En consecuencia, el 6 de junio, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (Sagarpa) aprobó a Monsanto el cultivo de 253 mil hectáreas de este producto.

En este contexto, el 30 de mayo, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS; www.uccs.mx ) envió a la Sagarpa una petición firmada por 660 científicos para solicitar a su titular que no aprobara la solicitud de siembra de 253 mil 500 hectáreas de soya transgénica en cinco regiones de la Península de Yucatán, Chiapas y la planicie huasteca. La razón principal es la aplicación del principio de precaución para proteger a las abejas, a la calidad de la miel y a los apicultores, considerando que no existen condiciones para asegurar la coexistencia entre el cultivo de soya transgénica y la producción de miel.

La decisión de la Sagarpa arriesga la calidad de la miel mexicana, de la cual nuestro país es tercer exportador mundial, pone en riesgo el principal mercado de este producto y puede provocar graves consecuencias sociales, económicas y, por ende, ambientales.

La soya transgénica (evento MON-04032-6) contiene genes de bacterias que le permiten ser resistente al herbicida glifosato, lo que simplifica la tarea de los agricultores para el control de malezas, pero implica serios riesgos y peligros. A corto plazo, la acción implica introducir un monocultivo, con efectos nocivos sobre la biodiversidad, la economía campesina y la soberanía alimentaria. Además el glifosato contamina el agua y el suelo, con consecuencias para la flora y la fauna, y también para la salud humana (malformaciones en recién nacidos, afectaciones a la fertilidad, etcétera). A largo plazo los efectos son difíciles de predecir, pero algunos son no deseados.

Un elemento nuevo surgió hace algunos meses. Un fallo de la Corte de Justicia de la Unión Europea (UE) prácticamente hace imposible comercializar miel que contenga polen de cultivos transgénicos. Dado que 85 por ciento de la miel mexicana se exporta a la UE, y que las siembras de soya se hacen en los estados de mayor producción de miel, la posibilidad de encontrar este polen en la miel es alta. Nuestro país perdería entonces su principal mercado, dejando de 20 mil a 30 mil apicultores del sureste y sus familias en situación económica crítica.

¿Por qué el riesgo es alto? Las abejas (Apis mellifera) vuelan comúnmente a 2 o 3 kilómetros de su colmena, pero a veces hasta 10 o 12 kilómetros, para colectar néctar y polen de las flores, incluyendo las de soya. Considerando que estados como Campeche o Chiapas cuentan con más de 4 mil apicultores, es inevitable que haya varios apiarios en la cercanía de las parcelas de soya y, por tanto, que este cultivo sea visitado por las abejas y que su polen se encuentre en la miel. De hecho, las organizaciones y las empresas exportadoras del producto detectaron lotes de 20 toneladas de miel con polen de soya modificada genéticamente. Evitaron exportarla, para cuidar la imagen de la miel mexicana, así que no existen reportes oficiales de contaminación. Pero aprobar siembras de soya generaría la misma situación que se da en Uruguay o Argentina, donde, con más de 30 millones de hectáreas de soya transgénica cultivada, se estima que 50 a 60 por ciento de la miel contiene polen transgénico, lo cual obligó a buscar mercados alternativos. En consecuencia, en 2012 los volúmenes exportados han caído hasta en 31 por ciento y su valor hasta en 45 por ciento respecto de 2011.

Ante estas evidencias del riesgo de contaminación de la miel por polen de soya transgénica, es aplicable el "principio de precaución", el cual supone que "cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces" (Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados). Los datos disponibles muestran que la liberación de soya transgénica en México implica riesgos y peligros importantes en ambiente, condiciones socioeconómicas de campesinos y apicultores, y salud.

Autorizar el cultivo comercial de soya transgénica hoy, o de maíz transgénico mañana (con problemas aún más graves), significa escoger entre la apicultura y agricultura campesinas protectoras del ambiente y el monocultivo de soya, que tendrá beneficios poco distribuidos e impactos negativos públicos, algunos irreversibles. Significa aceptar los riesgos de sacrificar el sector apícola, con todo lo que implica en términos sociales, económicos y por supuesto ambientales, si consideramos a los apicultores como guardianes de la biodiversidad que sustenta a sus abejas. Significa asumir la responsabilidad moral, política y legal de este sacrificio de la apicultura y abrir la puerta a los efectos nocivos en salud del uso extensivo del glifosato.

La Jornada

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