sábado, 28 de julio de 2012

El 7 de octubre el pueblo no le dará la espalda a Chávez

El 7 de octubre el pueblo no le dará la espalda a Chávez
Hugo de los Reyes Chávez y Elena Frías recuerdan al hoy Presidente como un niño inteligente, estudioso, con habilidad para el dibujo y buena retentiva. Es zurdo y tomador de café como su papá


A doña Elena Frías de Chávez se le humedecen los ojos cuando recuerda aquellos días del golpe de Estado del 11 de abril del 2002, en los que temía que a su hijo lo fuesen a matar lanzándolo en el medio del mar desde un helicóptero. Después vino lo de la enfermedad y Chávez anunciándole al país por televisión que tenía cáncer. Ella sentía que se iba a morir. Superadas ambas pruebas, hoy puede respirar con un poco más de tranquilidad y agradecerles a Dios y a la Virgen. Su hijo querido celebra hoy 58 años de vida.

“Yo digo que Dios me ha mandado tanta felicidad pero me ha mandado unos momentos bien fuertes. Cuando el golpe de Estado fue horrible; la enfermedad de mi hijo…Eso fue horrible, pero gracias Dios y a la Virgen todo ha salido bien. Dios nos ha mirado con ojos de piedad, como se dice, para librarnos y ayudarnos a que todo salga bien”.

Una fotografía enmarcada con Chávez flaquito, vestido con las galas militares de teniente, preside la pared en la antesala de la casa en Barinas. A su lado cuelga uno de esos cuadros en los que Jesucristo aparece como flotando en el aire, trajeado con una túnica de colores cálidos. La fotografía del militar tiene escrita una dedicatoria escrita a puño y letra de Chávez:

“A Elena, mi amada madre, con todo mi amor”. Hugo. Mayo 2012.

Doña Elena señala que, en esa fotografía, Chávez tendría como 24 años.



En el otro extremo de la sala, su esposo, Hugo de los Reyes Chávez, observa y escucha en silencio el relato de quien ha sido su fiel compañera de vida por más de 50 años. Asiente con una ligera sonrisa cuando doña Elena confiesa que su hijo Hugo Rafael y Adán son zurdos como su esposo, y que quizá el gusto de Huguito por el café también provenga del padre.

Doña Elena echa el cuento -con lujo de detalles- del día aquel de los dolores de parto, que antecedieron al nacimiento de su hijo, el actual Presidente de la República y líder de la Revolución Bolivariana:

“Ese día 27 (de julio) amanecí enferma porque yo no daba luz el día que me enfermaba. Amanecí enferma el 27 y di a luz el 28 en la madrugada. Fue un parto normal. Me atendió una comadrona que se llamaba Inés Salas. Ella me atendió en todos los partos”.

-¿No dijo nada cuando vio al muchachito?.

-No. Como ya yo había tenido un varón, Adán, ella me dijo “es también varón, señora Elena”. Dije, “bueno, bienvenido sea”, porque esperábamos hembra, pero también lo amamos y lo queremos.

-¿Es cierto que él nació enmantillado?.

-No, no lo recuerdo; ni la partera me dijo eso. Lo único es que fue un parto diferente de todos los partos. El parto de Adán fue un parto que llamaban seco. Una estaba sequita. Puro dolor y dolor y dolor. En cambio en el parto de él, en cuanto comenzaron fuertes los dolores, parecía que yo me orinaba. Yo me asusté. En eso llegó Hugo (su esposo) del cine y le dije: “anda a buscar la partera, porque yo estoy pariendo”. Creía que el muchacho ya venía. Entonces él se fue de una vez en la bicicleta, que eso era lo que teníamos: una bicicletica. Trajo a Inés Salas. Nosotros no buscábamos doctores. Ella me sobó. Le dije “ay, no, Inés, estoy pariendo”, porque en lo que me paré que me dieron ganas de orinar boté una broma ahí que el muchacho de milagro no se me salió. Ella me dijo “no estás pariendo nada. Rompiste fuentes, pero eso no es para ahorita. Tu vas a parir, pero en la madrugada. Le pregunté por qué era distinto, si cuando Adán yo no tenía eso. “Bueno, porque este se llama parto de agua y el otro es parto seco”, contestó. Hasta que una bota toda el agua donde el niño está no nacen ellos. Me dijo “usted va a pasar la noche botando agua”. Y fue el único que fue así.



EL NOMBRE, POR EL PAPÁ

-¿Cómo escogieron el nombre?.

- Por el papá. Yo decía que iba a tener dos hijos: Uno, que se llamaría Adán, y una niña que se llamaría Eva, para tener a Adán y a Eva, ja, ja, ja, ja. Después, cuando el doctor veía al niño, nos decía: “bueno, Elena, ya que no fue hembra, póngale Evo”. Cuando estaba chiquito, que lo examinaba, le decía Evo. Entonces, como no fue hembra, dije “voy a ponerle el nombre del papá y el de mi papá, que se llamaba Rafael. Hugo, por mi marido, y Rafael por mi papá. Mejor no pudo ser, gracias a Dios.

-¿Usted conoció a su papá, Rafael Infante, el hijo de Maisanta?.

-Sí. Mi papá era un hombre alto, muy perfilado, muy simpático, muy buenmozo. Yo también creo que él era de Sabaneta. Él vivió allá con mi mamá, y después, a los años, se fueron para Guanare.

-¿Cómo fue la niñez de su hijo Hugo Rafael?.

-Igual a la de cualquier niño. Fue un niño muy estudioso. Le encantaba estudiar, jugar pelota. Le gustaba mucho dibujar. A Adán no. Cuando estaban en la escuela le ponían un dibujo a Adán, y una vez que llegaba él le decía “Huguito, me pusieron que hiciera tal cosa, hacémelo”. Le buscaba el cuadernito y échale color. Todos los dibujos que le ponían a Adán se los hacía Hugo Rafael, porque tenía facilidad para los dibujos y pinta muy bello.

-¿ Y quien era el zurdo de la familia?.

-Mi marido. Adán también es zurdo. Adán y Hugo Rafael. Los otros son derechos. Son 6 hijos.

-¿De la niñez recuerda algún momento especial?.

-Le encantaba ir al cine con el papá. La única diversión que había en Sabaneta era ir al cine los fines de semana. Yo siempre recuerdo de él y de los muchachos que una vez iban a pasar en el cine una película de Neutrón , según les dijo el papá, pero faltaba mucho, como un mes. Entonces ellos se paraban todos los días y decían “falta tanto para Neutrón, no lo perdemos por 1000 bolívares”, que era mucha plata. Contaban los días: que si faltan 10, 5 días. Cuando llegó el día, dijeron “hoy es Neutrón, no lo perdemos ni por 1000 bolívares”. Resulta que cuando iban a irse, la mamá de Hugo (Rosainés) no quería quedarse sola. Ella le dijo “no, Hugo, déjeme a uno de los muchachos, déjeme a Adán”. “No, yo no me quiero quedar, que se quede Huguito”, dijo Adán. “No, yo tampoco me quiero quedar”, dijo Huguito. Se pusieron a pelear. Entonces el papá les dijo “aquí ninguno va, todos se quedan”. Y se formó una lloradera en esa casa. Los otros más chiquitos también lloraban. Yo les decía “ah mundo, el lloro de Hugo Rafael vale más de 1000 bolívares, porque ellos no iban a perder a Neutrón ni por 1000 bolívares y lo perdieron por el lloro de Hugo Rafael. Esos muchachos si lloraron, bravos porque el papá se fue solo”.

-¿Hay algún gusto particular de Chávez? ¿Las arañas?

-Las arañas… Casi no le mando las arañas porque se ponen muy duras. Yo le iba a mandar, pero él me dijo “mándame dulce de lechosa más bien, porque las arañas se me ponen muy duras”. La araña es sabrosa cuando está recién hecha. Calienticas uno se las come y son suavecitas, pero al otro día se ponen duras. Entonces más bien le mando dulce de lechosa. La noche que vino comió dulce de lechosa. Me preguntó: Mamá, ¿tienes dulce de lechosa? “Sí, mi amor”, le contesté.

-¿Por qué toma tanto café?

-Yo no tomo casi pero el papá… Hugo (su esposo) es a cada ratico, café. Él lo sacó del papá.

-Él estuvo por aquí hace poco ¿Cómo lo vio?

-Muy bien. Yo lo veo muy bien y le doy gracias a Dios. Yo lo veo muy bien y que nunca más le pegue esa enfermedad, ni lo quiera Dios ni María Santísima, porque a él lo necesita su pueblo; por eso nuestro padre tiene que mantenerlo muchos años más para que pueda ayudar a su pueblo hasta que Dios lo quiera.

-¿Qué piensa usted del 7 de octubre?.

-Que con el favor de Dios y la Virgen el pueblo no le da la espalda. Ese pueblo venezolano lo ama. Hay un grupito que no lo quiere, pero hay millones que lo aman. Y tenemos la fe en el poder de Dios y en ese pueblo que va a estar con él ese día.


LA VISIÓN DEL PADRE

El maestro Hugo de los Reyes Chávez evoca a su hijo, de niño, como poseedor de una gran retentiva y una inteligencia privilegiada que fue cultivando con las lecturas, el estudio, la investigación. Él le entregaba libros, enciclopedias y la revista Tricolor, de la cual sacaba sus dibujos; le dio clases en quinto grado. El primer discurso que dio fue en la plaza Bolívar de Sabaneta por el Día de la Bandera; él le escribió el discurso.

De pequeño le gustaba jugar mucho con Adán, su hermano mayor, y jugar pelota con los amigos de la cuadra.

Piensa don Hugo que ciertas cualidades en su hijo, como la solidaridad, el amor por el pueblo, por los pobres, los humildes, en parte vienen de la familia y en parte son innatas; lo del temple es una herencia familiar.

“ Ese temple lo lleva en la sangre. Maisanta (Pedro Pérez Delgado) era su bisabuelo. Nosotros tenemos raza india. Mi abuelita era descendiente de africanos. Se llamaba Rosainés Chávez. Mi papá era llanero, coleador, amante de los juegos de gallos, las barajas. Coleaba, enlazaba, ordeñaba. Era un hombre de llano”, describe.

-¿ Y cómo fue la niñez de usted en Sabaneta?.

-Sabaneta era un pueblo llanero; pequeño, pero muy tranquilo, con la mayoría de sus calles polvorientas que en invierno se llenaban de agua y todo era barro. Las casas eran de bahareque en su mayoría. Había algunas casas de cinc, donde vivían los que tenían más plata. Yo recuerdo de niño que mamá (Rosainés) hacía arepas blancas. Yo salía a venderla a la pesa. Había matadero y una pesa. Yo cargaba carne a las 3:00 am a la pesa en una carretilla de madera. Otro muchacho y yo nos ganábamos un kilito de carne. Luego, llegábamos a la casa a moler el maíz en una máquina. La vieja hacía las arepas y yo salía a venderlas en un plato. Ocho arepas, un bolívar. Mi mamá hacía esas arepas muy sabrosas. A la gente le gustaban mucho y yo las vendía rapidito. Cargaba el agua en taparo, buscaba la leña en un burrito que tenía por allá. Era un trabajo de niño, pero tampoco fallábamos en la escuela.

-¿Cómo se hizo usted maestro?.

-De vocación, porque cuando yo estaba en cuarto o quinto grado, y veía a la maestra o al maestro en la pizarra, pensaba como sería cuando estuviese dando clases a mis alumnos. Cuando salí de sexto grado me puse a hacer interinatos en Sabaneta. De ahí me encariñe con la docencia. Empecé a dar clases en San Hipólito, un caserío. Allá me enamoré de Elena. Nos casamos.

-Cómo se enamoró de ella?.

-Era una muchachota- responde, mientras suelta una carcajada.

-¿Recuerda el primer día?.

Lo recuerdo siempre. Llegué a la casa de la abuelita de ella con un amigo, José Luque, que era maestro y fue mi compadre. Nos decíamos ñero. Él me invitó para que conociera a unas muchachas. La novia de él, con la que se casó, vivía más arribita. Llegamos allá. Había como cuatro muchachas. Estaban Elena y la comadre Cristina. Me gustó fue Elena (se ríe). Yo tenía 18 años. Nos casamos al año.

-¿ Que sintió usted cuando entregó a su hijo a la Academia Militar?.

- Cuando lo dejé allá sentí que había perdido al hijo. Es triste. Recuerdo que a las 6:00 am yo fui con otro amigo que llevó a su hijo; lo entregamos. A las 6:00 pm fue cuando lo volvimos a ver. Me provocaba traérmelo otra vez. Lo más triste es cuando te entregan la ropa de civil. Yo me vine con la ropita. Eran un vacío y una tristeza muy grandes. Una vez lo fui a ver y le dije: “hijo, todavía tienes chance de que si no te acostumbras, puedes solicitar la baja”. Me dijo, tocándose el hombro con los dos dedos: “Yo me voy de aquí cuando me haya graduado”.

-¿De dónde le viene a Chávez la pasión por la música venezolana? ¿Usted baila joropo?

-Me gusta la música llanera bastante, pero no me gustó bailar. Me gusta ir a un baile y ver bailar. Echarme mis cervecitas. De muchacho bailé, pero muy poco. En Hugo creo que influyó ese contacto que tuvo en Elorza con grandes cantantes como Eneas Perdomo, Cristina Maica, Cristóbal Jiménez. Eso también nace con uno. A él le gusta cantar, recitar, pero como músico no.

-Tampoco es bueno bailando…

- Ninguno de ellos. De ellos el que baila un poco más es Adán, y ese tampoco es apasionado para el baile. Ninguno de ellos baila bien.

-¿Qué cree usted que va a pasar el 7 de octubre?.

-Vamos a tener una gran victoria. El pueblo mayoritariamente lo va a respaldar. Uno lo siente, uno lo palpa, uno lo ve, y ese sentimiento no es fácil que se lo quite la oposición al pueblo. Es necesario que exista una oposición, unos contrarios al proyecto, pero la mayoría del pueblo está con Chávez y lo va a mantener en la Presidencia de la República. Esa es mi visión.
EL PAPÁ

“En el día de su cumpleaños le deseo mucha felicidad. Que cumpla muchos años más y que Dios y la Santísima Virgen lo tengan siempre bien de salud y le den larga vida; que lo liberen de esa enfermedad para siempre y que siga luchando y trabajando por nuestro pueblo”.
LA MAMÁ

“Ah mundo, en este su cumpleaños, el más grande deseo que le pido al poder de Dios y al Espíritu Santo es que me le dé mucha vida y mucha salud, fortaleza y sabiduría, para que él sepa llevar este país y que los venezolanos lo amen como lo aman hasta hoy, y él los ama”.

Texto/ Manuel Abrizo
Foto/ Manuel Abrizo y cortesía diario De Frente

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