martes, 21 de agosto de 2012

REDES TRUJILLO



Ideas para la reflexión en torno a la propuesta política-ideológica y organizativa 


La construcción del socialismo constituye en este momento la idea fuerza en torno a la cual gira el debate y hacer político de diversos movimientos, grupos e individualidades en Venezuela. Idea fuerza que a nuestro modo de ver determina el porvenir, lo que viene y debe venir en el contenido político e ideológico de la Revolución Bolivariana. 


Es así como se observa el surgimiento de un conjunto de problemas relacionados con las concepciones o perspectivas desde las cuales se promueve o entiende la construcción del socialismo y que amenaza con hacer implosión a lo interno del proceso mismo. Existe un agotamiento político unido a la manera artificial como se concibe el socialismo, la constitución de partidos que se definen como revolucionarios y sus acciones no trascienden lo electoral, encapsulados en un burocratismo que raya en el autoritarismo y el maltrato a su militancia. Situación esta ampliamente tratada por Lenin, en “la Enfermedad infantil del izquierdismo…” y la obra “el que hacer”. 

En este sentido pudiera afirmarse que uno de los síntomas característicos es el hastío ante la política de muchos compañeros y de importantes sectores del pueblo ante los discursos vacíos y recurrentes que entendemos siempre han anidado en la derecha pero que también se observan de manera recurrente en el campo de la revolución. Existe y es preocupante la desarticulación entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que dice el presidente y lo plantea que se haga con el deber ser, con lo que se debe hacer. 

Podríamos afirmar que en muchas ocasiones tanto la política y el discurso de la derecha y de muchos que se definen de izquierda tienen puntos de encuentro. Ello significa que en la construcción del mismo proceso revolucionario se reproduce de manera natural la cultura de la derecha, lo que Carlos Lanz, define como cultura puntofijista (referimos para profundizar el texto de este compañero titulado, “La revolución es cultural o reproducirá la dominación”). Existe a nuestro modo de ver un vacío político, una debilidad manifiesta en la producción teórica, (necesario es atender a Lenin en aquello de que “sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario y por supuesto, decimos nosotros “no habrá revolución”. 

Lo señalado hasta este momento, hace necesario que desde las entrañas de la misma revolución se motive y construyan los espacios, de la producción teórica, el debate y la construcción del ser socialista, del ser revolucionario, que tome distancia del burocratismo, la reproducción de la cultura puntofijista y el vacío político que desgana, a lo interno de los revolucionarios y del pueblo en general. 

Hay que producir una ruptura radical con las tradiciones y pensamientos políticos que han perdido el aliento y ya no son una cita promisoria y relevante con la sociedad, con las sociedades. Afirmando el compromiso con el socialismo, como práctica para la libertad, como transformación cultural y moral y con ello como poder popular. 

Lo expuesto implica que no podemos obviar o eludir el dato de que el desempeño y el desarrollo del proceso revolucionario ha dejado algo que está demasiado claro: “las formas políticas tradicionales no tienen más opción que revisarse, cuestionarse y transformarse.” Chávez, consecuente con esta tesis, asume que en la política venezolana se ha instalado, con urgencia y premura, un punto máximo de bifurcación entre la política del ser, (esto es, la que tiende a conservar y prolongar los viejos y cuestionados punto de equilibrios de la patria, del país portátil) y la política del deber ser (la que tiende a generar modelos sociales alternativos, la reestructuración de la sociedad revolucionaria, de las sociedades capitalistas. 

Por eso se hace necesario la ruptura radical con las tradiciones y pensamientos políticos que han perdido el aliento, tanto de izquierda como de derecha, esto es con las formas y modelos clásicos de la política y lo político, salir de ese atolladero o cuello de botella. 

Entonces, topados con la crisis de la política muy evidente desde hace lustros en el marco de las sociedades capitalistas, que observa su manifestación en la eclosión del capital y el capitalismo como referentes sociales de felicidad y bienestar y con la mirada comprometida en la rebelión y la idea hecha acción de la Revolución, se hace fundamental revisar y formular una propuesta de organización política que tome distancia de las formas típicas del modelo de partido (de derecha o izquierda) que hemos conocido, hasta ahora. 

De allí la importancia del surgimiento en nuestra América, en el mundo entero y en Venezuela, de múltiples movimientos y modos de organización que se deslindan con una manera de ser de izquierda, de organizarse en la izquierda que conducen a la afirmación de nuevos caminos revolucionarios, de construcción de organizaciones políticas, emancipadas, libertarias, igualitarias y democráticas, alimentadas por el pensamiento político y la experiencia del marxismo, leninismo, Gramsci, la teología de la liberación, entre otros referentes teórico experienciales que empujan la construcción de una nueva sensibilidad de una nueva manera de ser y hacer revolución. 

La idea de Movimiento de Movimientos, hasta el día de hoy, constituye la expresión más genuina y verdadera de construcción de modalidades de organizaciones políticas revolucionarias. Quizás sea necesario recordar que Lenin más que afirmar la idea de que “la revolución se hace”, defendía con pasión la idea de que “la revolución se organiza”. 

Creemos que en tiempos de la Revolución Bolivariana hay que pensar la dimensión estrictamente emancipadora y democrática de la política, la política vista desde una perspectiva no dominadora, manipuladora, ni controladora que lleva a la construcción de un poder colectivo, (Gramsci) de un saber colectivo que libera y humaniza. Contrario al partido omnímodo, al partido representativo, al partido-Estado y al partido franquicia. Pero también, como afirma Gramsci al “partido de la nubes”, a esa entelequia que no percibe que siempre es tiempo de asumir los procesos revolucionarios. 

La alternativa política, ideológica y organizativa que se contrapone a las formas tradicionales de hacer política, siente la necesidad de establecer un deslinde serio de las organizaciones políticas actuales que no han logrado zafársele al poder estatal y ve imprescindible colocar el énfasis en el poder del pueblo y las organizaciones populares: en tanto que lo que decide la naturaleza de la revolución, es el poder popular, un poder que libera, un poder que como una RED debe ser sostenido por todos, ejercido por todos; es al fin de cuentas el impulso libertario de esta revolución socialista. 

Por tanto la organización política, abierta, flexible, horizontalizada, es indispensable en esta coyuntura histórica. La idea de Movimiento de Movimientos, la articulación de una red de movimientos populares y revolucionarios es consustancial con la necesidad de refundar la esperanza de transformación revolucionaria de nuestra sociedad, sobre bases sólidas, es decir: a partir de la organización que emergerá de las bases del pueblo, de su participación comprometida, de su poder originario, que no se detenta, pero se ejerce como voluntad popular, como democracia directa en RED. 

En la perspectiva de la argumentación que hemos presentado, va lo que sigue: 

· El Movimiento de Movimientos no es un instrumento y tampoco una entidad supra partidaria o supra movimientista. Es un eje articulador y coordinador de la diversidad de colectivos sociales y políticas que desarrollan el principio del poder del pueblo 

· La pertinencia y legitimidad política del Movimiento radica en la capacidad de articular los Movimientos 

· El Movimiento no es un centro en torno al cual se adscriben los Movimientos, el movimiento es el despliegue de los movimientos. 

· El Movimiento adquiere fortaleza revolucionaria, alcance político estratégico, en la medida que los Movimientos son baluartes de la lucha, movilización y organización política del poder popular. 

Todo lo expuesto hasta este momento nos lleva a entender que existen tres opciones: nos atenemos a la actual división política-administrativa; configuramos una organización política (Movimiento de Movimientos) o privilegiamos una fusión. Proponemos lo que sigue: 

· Conformar un nivel articulador de naturaleza nacional: nivel con representación de acuerdo a la actual división político sectorial y a los Movimientos participantes en el Movimiento (obreros, estudiantes, campesinos, pobladores, cultores populares, feministas, cristianos, ecológicos, diversidad sexual, etc.) 

· Un nivel articulador que va desde el barrio o comunidad, la parroquia, el Municipio, a nivel estadal y homologo al nacional. 

· La representación tiene la naturaleza de la vocería y excluye la figura de la representatividad y de la mediación o intermediación política 

· Elaborar con el colectivo nacional una declaración de principios y unos estatutos que permitan el funcionamiento y operatividad del partido-movimiento desde una perspectiva democrática, impregnada de horizontalidad, del dialogo entre iguales y de la persuasión y el convencimiento a través de argumentos válidos atendiendo la democracia participativa y protagónica que se construye desde el lugar donde se vive, se trabaja, se estudia… 

Proceso asambleario desde las bases para constituir las vocerías de REDES, atendiendo a la comunidad, el barrio, la parroquia, el municipio y el estado y por supuesto lo nacional.

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