sábado, 6 de octubre de 2012

Somos felices y no lo sabemos

Somos felices y no lo sabemos
Por: Zoila Veras

Los venezolanos y venezolanas han sido testigo de la inmensa cantidad de cambios que se decían imposibles de lograr, según la tesis de los gobernantes de la IV República.

Adecos y copeyanos decían que no era viable desarrollar al país sin la “ayuda” del Fondo Monetario Internacional, abrir nuevos mercados en materia petrolera, alfabetizar a la población, crear nuevas universidades públicas, concretar una red del Estado para distribución de alimentos, ofrecerle al pueblo comida a precios solidarios, otorgarle pensiones a todas las personas de la tercera edad, reconocer los derechos de los y las trabajadoras del hogar, respetar la igualdad de género, brindarle educación gratuita, salud gratuita a la vuelta de la esquina, libros y computadoras para los estudiantes a nivel nacional, editar textos gratuitos, crear un sistemas de transporte masivo para las zonas populares, darle acceso a la población a sitios turísticos, impulsar el deporte, el arte o la música.

Pero han sido tan contundentes los logros del gobierno revolucionario, en estos catorce años, que a los mismos opositores no les ha quedado de otra que reconocerlos e incluir en sus discursos las demagogas promesas de darles continuidad a estos avances en materia social, pero son solo palabras, pues en la realidad traen (bajo la manga) la intención de revertir todo, ya que su objetivo es hacer del país un gran “negocio redondo” que atraiga a los “inversionistas”.

Lo cierto es que en un hipotético gobierno de la derecha no les temblará el pulso, como ocurrió en apenas 43 horas, del breve gobierno de Carmona Estanga, en abril de 2002, para echar por tierra todos los logros del pueblo revolucionario.

Un viejo adagio popular reza “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, es por ello que el pueblo no debe olvidar ni por un instante qué y a quién representa Henrique Capriles Radonski, porque tengan la seguridad que llegar al poder la derecha con su paquete neoliberal, solo nos quedará lamentarnos y decir “éramos felices y no lo sabíamos”.

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