jueves, 28 de febrero de 2013

REDES TRUJILLO: Juan Barreto: El pueblo ejerce el poder sin remordimientos

Juan Barreto: El pueblo ejerce el poder sin remordimientos (Opinión)

Gráfica - Juan Barreto.

Gráfica – Juan Barreto.

Primicias24.com (Prensa Redes) – Al hablar de los cambios revolucionarios que se están dando en nuestra América Latina, muchos teóricos (incluso amigos, por cierto, del proceso revolucionario) suelen diferenciar entre los procesos emancipatorios al de Venezuela, a su decir porque acá sería distinto o especial porque contamos con un gobierno que deliberadamente apunta hacia el fortalecimiento del poder popular.

Es decir, hacen caer una mácula que dejaría en el aire, bajo sospecha, la autonomía y genuino empuje de nuestros movimientos. ¿Acaso, nosotros, el pueblo venezolano y sus organizaciones revolucionarias, debemos andarnos con remordimientos porque, luego de décadas y décadas de luchas y revueltas, hemos logrado un gobierno que básicamente lo que hace es reconocernos como sujetos políticos, potencializarnos, integrarnos, incluso interpelarnos por nuestros eventuales espasmos particularistas?¿Acaso el liderazgo del presidente Chávez debe estar avergonzado por encabezar una nueva institucionalidad que lo que hace es completar la tarea que un pueblo alzado le encomienda cada día?

Acordemos entonces que luchas populares e institucionalidad no son necesariamente contradictorios, incluso en circunstancias mucho menos alentadoras que en Venezuela. Recordemos también cómo fue que se abrió el período de las luchas sociales de América Latina luego de que Hugo Chávez ganara las elecciones en 1998, cuando una cadena de presidentes que se reivindicaban aliados de los movimientos sociales alcanzaron el gobierno.

Muchos de ellos (el más funesto, Lucio Gutiérrez) lo lograron luego de un recorrido más o menos común caracterizado finalmente por la acumulación electoral e institucional, en un clima de estabilidad política. Otro grupo (los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador fundamentalmente) debe su llegada a la movilización social que puso en cuestionamiento no sólo a los gobiernos neoliberales sino también al modo de dominación de la estructura social y todo su entramado institucional, y ese continúa siendo el signo de la lucha popular. 

Gráfica - Imagen referencial.

Gráfica – Imagen referencial.

Repetimos, ¿debemos avergonzarnos porque hoy día continuemos luchando, pero sin el temor de perder el pellejo? Hay quienes siguen creyendo que el poder es sinónimo de Estado y que es una especie de papa caliente que nadie verdaderamente libertario y emancipador quiere ejercer. Para ellos son una obviedad la cooptación, división, fragmentación de las que son automáticamente víctimas los movimientos populares que establecen alianzas institucionales, o que reciben subsidios gubernamentales o que logran la regularización de sus derechos. Podemos decir que constituyen opciones blandas de poder, neutralidades inocuas que ensalzan la pureza de la “sociedad civil”; conviven con la enfermedad infantil del izquierdismo (Lenin dixit). Abonan el campo para ingenuos, remanso de virtudes resignadas.

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