Olga Barikova (RIA NOVOSTI, especial para ARGENPRESS.info)
A los ciudadanos de Estados Unidos les empieza a molestar la prosperidad ajena. Los habitantes del país de las oportunidades y del ‘Sueño’ estadounidense cada vez son más pesimistas en lo que se refiere a sus propias posibilidades de realizar este sueño tan suyo.
Más aun, este estado de ánimo ha llegado ya más allá de Estados Unidos. En muchos países, tanto prósperos como pobres, va creciendo el descontento con la existente situación económica y social.
El creciente abismo entre los ricos y los pobres representa una tendencia internacional. Es un proceso que observamos tanto en Estados Unidos, como en la próspera Europa y en la descontenta Rusia. Según economistas y sociólogos, vamos paso a paso hacia un mundo de odio entre clases y de guerras civiles.
Los participantes en el Foro Económico Mundial (FEM) en su informe ‘Riesgos Globales 2012’ calificaron la estratificación social en función del nivel de ingresos como una de las amenazas más importantes. Los especialistas del centro de estudios estadounidense Pew Research Center determinaron que dos tercios de la población de Estados Unidos consideran la desproporción entre los ricos y los pobres ‘grande’ o ‘muy grande’.
Según el estudio publicado la semana pasada por Pew Research Centre, esta diferencia entre ingresos ocupa el primer lugar en la lista de problemas de carácter social para los norteamericanos y ha dejado atrás los problemas tradicionales como las relaciones entre los inmigrantes y la población autóctona, así como entre los blancos y los negros.
El mundo está sublevado
Según el informe de Pew Research Center, en los dos últimos años la cantidad de estadounidenses que perciben una gran diferencia entre los ricos y los pobres ha subido un 20%, y entre ellos están tanto los pobres como los ricos. Esta gran diferencia en ingresos la subraya el 64% de encuestados con ingresos familiares anuales inferiores a 20.000 dólares y el 67% de encuestados que ganan más de 75.000 dólares al año.
La mayor parte de los que califican la ruptura entre los ricos y los pobres como grande son jóvenes de 18 a 34 años de edad. Precisamente los jóvenes son la fuerza motriz del movimiento de protestas Ocupa Wall Street que surgió en Estados Unidos en septiembre del año pasado y fue apoyado en varios países europeos, como en Canadá y Australia.
Decenas de miles de personas en Gran Bretaña, Suiza, Alemania, Canadá y Australia salen a las calles para protestar contra el desempleo, las instituciones financieras nacionales y la minoría rica. Y todo ello se observa en los países relativamente prósperos y socialmente estables.
La protesta contra la desigualdad social se manifestó también en forma de desordenes que tomaron a principios de agosto a las ciudades más importantes de Gran Bretaña. Miles de jóvenes destruían y saqueaban tiendas y prendían fuego a automóviles. Los desórdenes dejaron cinco muertos y 300 heridos. En total fueron detenidas más de 2.000 personas, una gran parte de las cuales tenía menos de 18 años.
Las protestas revolucionarias del mundo árabe reclamaban un cambio en el poder y la democratización de la política, lo que también en buena medida fue provocado por una estratificación social muy fuerte. La lucha entre las fuerzas oficiales del gobierno y los manifestantes en los países de África del Norte y Oriente Próximo se saldó con decenas de miles de muertos.
A escala mundial la situación en Rusia, donde los ingresos de los más ricos superan en 15 o 19 veces los ingresos de los más pobres, parece tranquila. Todavía no hubo ningún tipo de tensión social por esta razón. Sin embargo, decir que las protestas de diciembre fueron resultado exclusivamente de las falsificaciones en las elecciones, sería una simplificación.
El descontento inactivo que madura dentro de los jóvenes rusos y los hace salir a protestar tiene mucho en común con el que brota en las calles de Nueva York.
Bancarrota de la sociedad
Las revoluciones árabes, las protestas, empezando por el Ocupa Wall Street en Estados Unidos y llegando a los disturbios en Londres y en otras ciudades europeas del verano pasado son, en gran parte, una consecuencia de la estratificación social, según el director del Instituto de Problemas de la Globalización y Movimientos Sociales, Boris Kagarlitski.
Y al parecer, irá de mal a peor. Los economistas del FEM señalan que tanto los países desarrollados como los que están en vías de desarrollo se encuentran en el grupo de riesgo. En los Estados desarrollados los que protestan se quejan de la pérdida de su estatus social y la reducción de ingresos. Sus equivalentes de países en vías de desarrollo reclaman el crecimiento de dichos ingresos.
El resultado de la estratificación por ingresos junto con un déficit presupuestario crónico es capaz, según economistas del FEM, de sumergir la economía y política a nivel mundial al nacionalismo, populismo y proteccionismo.
La culpa de ello la lleva la política liberal aplicada por los Estados desarrollados, según Boris Kagarlitski. “Las políticas, orientadas hacia mercado libre son la causa de polarización de riqueza y de pobreza. Y dicha polarización hace a la mayoría de la población irse del mercado de consumo. Es una política cuyo fin consiste en maximizar la riqueza de los que están por encima del sistema y aunque en este sentido es eficiente, pagamos por ello con la bancarrota de la sociedad como tal”, comentó el experto.
En su opinión, la clase media constituye los cimientos de una sociedad estable. Sin embargo, ésta es capaz de sobrevivir exclusivamente en condiciones de política socialdemócrata, mientras que el liberalismo destruye a la clase media.
Estamos volviendo al odio entre clases?
El punto de inflexión, según varios analistas, tuvo lugar a principios de los años ochenta del siglo pasado, cuando en Gran Bretaña llegó al poder la primera ministra Margaret Thatcher y en Estados Unidos, Ronald Reagan.
Propusieron los principios de individualismo y valores de mercado como pilares de ideología dominante, y acabaron con una sociedad tradicional basada en los principios de bienestar común, señalan Boris Kagarlitski y el profesor honorario de la Universidad de Middlesex Clive Bloom.
La premisa económica de promoción de la política liberal, según Kagarlitski, fue la cancelación por el presidente de Estados Unidos Richard Nixon del patrón de oro para el dólar. El cambio de rumbo del Estado social al neoliberalismo tuvo lugar en 1971, cuando Nixon abolió este patrón.
Como resultado, surgió un déficit global de dinero. Dicho patrón garantizaba que en el caso de una devaluación de la moneda una cantidad equivalente en oro, ésta mantenía su precio. Quitado el patrón oro, el dinero no está asegurado y los gobiernos no se atreven a imprimirlo. Así surgió una nueva excusa estándar: el “no poder permitirnos el lujo de tal o cual cosa”, explica el experto.
Según el experto, hace 30 años el mundo era más pobre que ahora, pero “hasta países relativamente pobres podía permitirse la educación y la sanidad gratuitas, así como una serie de bienes sociales que hoy o no existen o no tienen financiación suficiente por los gobiernos que se quejan de no tener dinero”. La falta de protección social agrava el problema de estratificación de ricos y pobres y es capaz de provocar desordenes, guerras y revoluciones”, añade el experto.
Los disturbios de Londres y de otras ciudades europeas han demostrado que el mundo puede volver a la era de odio entre clases, admite Clive Bloom. “Es posible que volvamos al odio entre clases, dándole un nombre distinto… todo dependerá de consumo y de cuestiones económicas”, subraya.
“Las entrevistas con participantes de los disturbios [de Londres] demuestran que ven un abismo entre los muy ricos y los demás” añade el profesor de sociología de la Universidad de Leeds Paul Baggaley.
El problema de desigualdad social es característico de todos los Estados, cree Clive Bloom. “Es un problema común, pero en cada país se manifiesta de manera distinta: en Alemania y Rusia deviene en nacionalismo, en Francia, en auge revolucionario y de una u otra manera está presente en cualquier país” explica experto.
Rusia “está esperando el momento apropiado”
Para Boris Kagarlitski resulta curioso que en Rusia, donde desde hace 20 años siempre existen todos los indicios de cataclismos sociales, no “ocurra nada dramático”. “Si hablamos de las desproporciones sociales, la situación en Rusia parece mucho peor que en cualquier país de Europa Occidental, pero la imagen general sigue siendo tranquila”, dice Kagarlitski, que añade que “la historia está esperando el momento apropiado”.
Según Kagarlitski, el abismo entre los ingresos de los ricos y de los pobres en Rusia es tan grande que obligatoriamente provocará protestas masivas que pueden tomar formas distintas, desde el modelo estadounidense, como el Ocupa Wall Street, al árabe.
Su opinión la rebate el director del Centro Ruso de Estudios de la Opinión Pública Valeri Fiódorov. En su opinión, la tendencia al aumento de la diferencia entre los ingresos de los pobres y de los ricos no es de carácter global y no tiene nada que ver con Rusia.
“Es una tendencia característica más para países industrialmente desarrollados, en primer lugar, Estados Unidos”, comentó. “Antes de la crisis [económico-financiera] tenían el sueño estadounidense: ‘Sí, somos pobres, pero honrados y pronto nos convertiremos de limpiabotas en millonarios’. Sin embargo, la crisis demostró que se trata de un sueño que no se cumplirá nunca”.
Según Fiódorov, en los países en vías de desarrollo y, en primer lugar, en los del bloque BRIC (Brasil, Rusia, India, China), la tendencia es la contraria. “Vemos allí el crecimiento de la clase media. Cada año en India, China y Brasil esta clase crece en decenas de millones de personas”.
En cuanto a Rusia, la crisis ha frenado el desarrollo activo de la clase media que empezó en el 2000. Según el experto, precisamente el desarrollo de la clase media es capaz de estabilizar la situación económica y contribuir a una percepción de la diferencia en ingresos algo menos dramática.
Cómo se calcula la diferencia en ingresos? Se coge un 20% de los más pobres y un 20% de los más ricos. “No creo que esta correlación se disminuya, pero la clase media tiene que crecer en número y hay que buscar una línea fiable de crecimiento económico: entonces la clase media crecerá y la diferencia en ingresos será percibida de manera mucho menos dolorosa” explica Fiódorov.
Todos los expertos coinciden en que, independientemente del grado de estratificación social en distintos países, el principal grupo de riesgo está formado por jóvenes que no ven oportunidades en el mercado laboral y reaccionan a las manifestaciones de la desigualdad social de manera mucho más activa que la generación mayor.