sábado, 7 de julio de 2012

Lo perverso y obsceno del poder

Lo perverso y obsceno del poder

Aníbal Ortizpozo

“Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y siniestra con tal de prosperar en mi negocio.”

Estrofa del poema ”Contra la muerte” de Gonzalo Rojas

A dos años del inicio de segunda década del siglo XXI, en curso, cuando la humanidad se conmueve e indigna con sombríos acontecimientos, que si bien es cierto, no son nada nuevo, lo parecen, porque mutan y se recomponen para permanecer en nuestras vidas. Qué es lo que hay, qué es lo que tenemos, qué permanece en nuestra humanidad, qué nos repugna e indigna: Ataques terroristas con explosivos a civiles. Injerencias para desestabilizar naciones e invadirlas legalmente. Mercenarios o contratistas para hacer el trabajo sucio de la tortura, violación y muerte. Armamentismo nuclear y tradicional, como el gran negocio de los perros de la guerra, hoy también soporte de las economías en crisis. Bombardeos de la Otan a las propias naciones, miembros de la ONU, que debía proteger. Pandemias inducidas como negocio y armas de guerra bacteriológica. Poderosas mafias de narcotraficantes, que asimilan a las policías y ponen en jaque a gobiernos. Falsas crisis económicas bancarias y empresariales. Dictadura de los medios de comunicación empresarial y sus mentiras mediáticas desestabilizadoras. Muros fronterizos que separan la vida de la muerte. Vivir asqueados con la contaminación de la tierra, el aire y las aguas con basura tóxica industrial, de desechos químicos. Invasiones reales, preventivas y encubiertas en curso, sin que se pueda hacer nada para detenerlas. Absoluta impunidad por ausencia de justicia en los ya demasiados crímenes de lesa humanidad, perpetrados por el poder político y militar de las llamadas grandes potencias.

Las denuncias en los encuentros y foros mundiales sociales más progresistas, o de izquierda, han quedado reducidos a una inocua y solitaria caja de lamentos que el tiempo silencia.

Nuestro planeta Tierra cruje, se recalienta y reacomoda ante las agresiones contaminantes que se le infringen desde los sistemas mundiales de producción industrial y agrícola transgénica “monsántica.” Mientras nosotros, los humanos al parecer no tenemos la fuerza, ni la agresividad necesaria para proteger a la “Pachamama” (Madre Tierra), ni siquiera a nosotros mismos. Tampoco, existe en las organizaciones gubernamentales y sus “cumbres” periódicas, la voluntad política para cumplir los protocolos y acuerdos, los que se solapan y traspapelan subordinados a la actividad empresarial gubernamental e intereses económicos transnacionales de un perverso capitalismo en crisis, que, no tiene dinero para programas sociales de los pueblos acosados por el hambre y pandemias, pero sí tiene para la compra, producción de armas y subsidios a la banca empresarial especuladora.

Armamentismo y violencia permanecen en nuestras vidas en todos los niveles sociales, la lucrativa industria bélica es parte importante de las economías de las naciones desarrollandas. Abarca desde la poderosa industria nuclear, las armas de destrucción masiva, químicas, bacteriológicas, hasta las armas del hampa común y mafias que enfrentan hoy exitosamente a ejércitos nacionales, como sucede en el territorio mexicano.

Vivimos asqueados de la violencia generalizada presente en nuestras vidas, conocemos sus raíces y somos víctimas de sus secuelas. Sus prácticas difusas sin control, son públicas, son la noticia de la crónica roja en la prensa amarillista, donde lo obsceno es lo repugnante que se exhibe, que se muestra. La violencia es un suceso público que vende y entretiene, va desde violencia de género y femicidios, las masacres de niños y jóvenes en las escuelas norteamericanas, los múltiples asesinatos por homofobia, racismo, los secuestros y robos a mano armada.

Existen profundas raíces de la violencia cotidiana que provienen de las prácticas del terrorismo de Estado con sus paramilitares y contratistas, que crearon unos, el horroroso espectáculo de exhibir a los que asesinaron con sus lenguas como corbata (Colombia), otros de fotografiarse, burlándose mientras se orinaban sobre un grupo de cadáveres (Afganistán). Las mafias de narcotraficantes y hampa común viven impunemente en nuestro hábitat como cualquier hijo de vecino protegidos y asociados a cínicos y corruptos funcionarios de la administración pública o a exitosos empresarios privados.

En Latinoamérica todo esto nos asquea y hace nuestras vidas insoportables, muy en especial la difundida práctica del sicariato, negocio de la muerte por encargo, presente en las acciones sangrientas y contractuales de patrones contra líderes obreros; de latifundistas contra campesinos e indígenas quienes son los dueños legítimos de las tierras que se les ha despojado.

La violencia real y virtual del cine, televisión, internet, especialmente de los video-juegos y juguetes de la industria cultural masiva del entretenimiento, se entrelazan y confunden, han funcionado como una escuela primaria del delito, siempre a favor de un consumismo feroz y el mantenimiento del injusto sistema capitalista.

Nos da asco, el inhumano poder económico y bélico de las grandes potencias, actuando como imperios de la antigüedad, continúan haciéndose presente en nuestras naciones, con su poder de exterminio, para consolidar sus neo-colonias, hacernos dependientes, robar nuestros recursos naturales, sin respetar la autodeterminación de los pueblos, ni la soberanía expresa en nuestras constituciones. La injerencia de las naciones poderosas hoy toma múltiples formas, enmascarándose torpemente para intervenir, ya no son invasiones directas tradicionalmente armadas, tipo Irak, Afganistán, son las guerras de cuarta generación o injerencia solapada, las de los golpes suaves, la manito blanca OTPOR, las operaciones encubiertas tipo Kosovo/Serbia y otras, donde insurgen personas desconocidas armadas, preparadas por los más despiadados contratistas de la CIA y Al Qaeda, ciudadanos o haciéndose pasar por ciudadanos de las naciones a desestabilizar e invadir, quienes son dotados de modernas armas, aviones no tripulados para bombardear, con apoyo de una alta tecnología, inimaginable, GPS, Twiter, telefonía celular, para crear imágenes virtuales de plazas verdes tomadas como sucedió en Libia, donde perversamente, contraviniendo las elementales normas humanitarias para los prisioneros de guerra, capturaron a Gaddafi y su hijo vivo para asesinarlo posteriormente.

Perverso y obsceno fueron los dos atentados con explosivos a desprevenidos civiles, mujeres, niños, que en la mañana del 10 de mayo de este año, viajaban esperanzados a la escuela, al trabajo en Damasco, Siria. Los terroristas, son una vez más héroes libertarios, que cuentan con el apoyo encubierto de la OTAN para masacrar a civiles.

Obscenas son también las amenazas de invasiones preventivas a Irán, Pakistán, Corea del Norte, Venezuela, o el sostenido terrorismo de Estado con sus falsos positivos, leyes patriotas antiterroristas que aún asesina y mantiene a presos, torturados, sin un juicio justo, en Abu Ghraib, Bagram, Guantánamo o cualquier base militar, embajadas o portaviones US Army.

El repugnante rostro intercambiable de la injerencia en Latinoamérica es la desestabilización de las naciones y derrocamiento de sus gobiernos, creando al interior de ellas, ONGs mercenarias, provistas de generosos aportes económicos, alianzas con los grupos de poder económico, opositores y militares golpistas ideológicamente afines a la política norteamericana, ”una especie de guerra civil, donde pequeños y heroicos grupos luchan por su libertad en contra de un tirano asesino, que quiere instaurar el comunismo”, que en Chile (1973) les resultó exitoso con el apoyo de la oligarquía y los militares fascistas; en Venezuela (2002), el golpe que no les resultó, porque el pueblo y los militares liberaron y repusieron al Presidente en su cargo; en Haití (2004), la desestabilización armada los llevó hasta el secuestro de su Presidente y que, para protegerlo, para luego ocupar el país con sus marines; en Honduras (2009) con argumentos legales respaldados por la Corte Suprema y el Congreso, con apoyo de militares se expulsó al Presidente en ejercicio; en Ecuador (2010) con una protesta por mejora salarial de policías y secuestro temporal del Presidente; en Bolivia (2008), alentando el separatismo de una de sus provincias, en complicidad con el gobernador-empresario de Santa Cruz, y posterior huelga de policías; recientemente en Paraguay (2012), esta vez la intervención tomó la forma de golpe parlamentario para destituir a su Presidente.

La injerencia funciona apoyada en el perverso poder de la dictadura mediática donde la mentira, el rumor, el insulto y la descalificación de las autoridades legítima y democráticamente elegidas, se repiten con frecuencia, al estilo de la vergonzosa mentira de EEUU sobre posesión armas de destrucción masiva para invadir Irak, lograr que se ahorcara a su Presidente y apropiarse de su petróleo a costo de miles de vidas humanas, destrucción y saqueo de obras de las antiguas culturas Sumeria y Mesopotámica, incunables patrimonios de la humanidad.

Los medios de comunicación en manos de la oligarquía criolla y transnacional de la información, continúan noche y día difundiendo mentiras y medias verdades con pautas, libretos o guiones “Made in USA” originados en los laboratorios de guerra sucia.

El ¿qué hacer?, ¿qué cambiar?, ¿qué crear? son las preguntas a las que debemos darle respuestas, empecemos reconociendo que todo cambio revolucionario, requiere de un desaprendizaje y desalienación de todos nosotros, hombres y mujeres, nacidos y criados en salvajes sociedades de consumo, donde los valores humanos obedecen a una profunda mercantilización de toda la vida social. Por lo tanto “ellos”, los cambios, deben iniciarse primero al interior de nosotros mismos.

Reflexiones como ésta, sólo son una alerta a la imaginación política; un ejercicio ético de inconformidad y resistencia a estas sociedades conservadoras, de silencios cómplices, que vivimos.

Apoyemos toda práctica cultural comunicacional, que nos obligue a pensar, que provoquen una toma de conciencia propulsora de acciones, sobre aquello que debemos cambiar y lo que debe permanecer, para crear humanidad.

Entonces, creemos humanidad, otra humanidad, asumamos todos los días el oficio de humanizadores.



¿Cómo está Chávez?

¿Cómo está Chávez?
Atilio Boron


Quisiera compartir con todas y todos unas impresiones personales, intercaladas con algunos elementos de análisis, acerca de un día inolvidable. Hacía un tiempo que no veía al presidente Hugo Chávez y tenía, como todos, una ansiedad muy grande ante la posibilidad de verlo de cerca, tal vez de estrechar su mano. Me preocupaba su salud; por él, como entrañable amigo y por Nuestra América, por la cual tanto ha hecho. Y además porque Chávez es, como dice el verso de Bertolt Brecht, uno de los “imprescindibles”; esos que como Fidel, lucha todos los días, veinticuatro horas al día, sin tregua y sin pausa.

La ocasión fue la conmemoración el día 5 de Julio del 201º aniversario de la declaración de independencia de Venezuela, que tuvo por escenario la Asamblea Nacional. Todo comenzó con el ingreso del presidente al recinto, en donde ya se lo pudo ver en buena forma, animado y con muy buen semblante. Luego de saludar a varios de los allí presentes, con la calidez de siempre, tomó su lugar en el presidium y a continuación el diputado Earle Herrera, del PSUV, procedió a leer el Acta de la Declaración de la Independencia, firmada entre otros por esa figura descomunal que fue Francisco de Miranda. Confieso que desconocía los detalles de ese texto, bastante extenso, y en el cual la firma de los congresistas que la proclamaron es precedida por una notable fundamentación doctrinaria y teórica que, hasta donde yo recuerdo, no he visto en ninguna otra acta de ese tipo. Al escuchar su profundo contenido pude comprender que la genial estatura –política, filosófica y militar- de Simón Bolívar no fue un capricho de la biografía o un rayo en un día sereno. Existía en esa notable Capitanía General de Venezuela una tradición cultural y filosófica de una envidiable densidad teórica, personificada en las brillantes figuras de Miranda y en la del maestro, tutor y amigo de Bolívar, Simón Rodríguez. Tradición que, como se decía más arriba, quedó estampada para la posteridad en el Acta del 5 de Julio de 1811.

Ese venerable documento, que tanto me sorprendió, contiene algunos párrafos que destilan un anti-imperialismo que son de una sorprendente actualidad. Me limito tan sólo a acotar el siguiente:

“A pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y de la inviolabilidad de nuestros principios, contra la voluntad de nuestros hermanos de Europa, se nos declara en estado de rebelión, se nos bloquea, se nos hostiliza, se nos envían agentes a amotinarnos unos contra otros, y se procura desacreditarnos entre las naciones de Europa implorando sus auxilios para oprimirnos.”

Reemplácese Europa por Estados Unidos y se comprobará que eso de declararnos rebeldes o revoltosos, de sufrir bloqueos, de padecer hostilidades, de ser invadidos por agentes que provocan amotinamientos contra los gobiernos populares (policías o algunos sectores minoritarios de los pueblos originarios en Ecuador y Bolivia, o golpes de estado “institucionales” como en Honduras y Paraguay) no tiene nada de nuevo. Son las clásicas políticas que ensayan los imperios en su fase de decadencia. Así lo entendieron los venezolanos que hace dos siglos declararon su independencia, y así debemos entenderlo también hoy. Muchas, si bien no todas, de esas protestas contra los gobiernos de izquierda tienen por detrás la siniestra mano del imperialismo. Hace doscientos años tanto como hoy. 

Luego de la lectura de ese documento tomó la palabra el Canciller Nicolás Maduro. En su alocución realizó una brillante síntesis de la evolución de las relaciones entre América Latina y el Caribe y Estados Unidos, subrayando como desde sus primeros discursos, cartas y escritos Simón Bolívar percibió con sorprendente precocidad el nefasto papel que el país del Norte estaba llamado a cumplir en esta parte del mundo. Valga como ejemplo esta afirmación del Libertador:

"los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad" (Carta al Señor Coronel Patricio Campbell, Guayaquil, 5 de agosto de 1829)

Maduro expuso el lacerante itinerario histórico de esa relación, señalando los hitos principales que a lo largo de dos siglos ratifican la invariante continuidad de la política de Estados Unidos hacia Nuestra América, sintetizada en la Doctrina Monroe (1823): fomentar la desunión de nuestros países, desestabilizar gobiernos que se opongan a los intereses imperiales, provocar y ejecutar golpes de estado, asesinar líderes y militantes antiimperialistas, atraer con toda clase de maniobras y artilugios a los sectores dominantes de la región y a las clases y capas populares, víctimas privilegiadas de la manipulación y propaganda políticas del imperio. Tal como lo expusiera en Facebook, Twitter y mi propio blog, el discurso de Maduro fue, por su exhaustividad y su sustancia, uno de los mejores que escuché de labios de un canciller de América Latina y el Caribe en mucho tiempo. Es un notable material de estudio, que será necesario publicarlo y otorgarle la más amplia difusión internacional.

A continuación habló Chávez, en línea con el tema que había suscitado la intervención de Maduro. Anunció que la suya sería una breve intervención, y pese a la incredulidad de su auditorio así lo hizo. Se lo notó agudo y filoso como siempre, sus ojos brillantes y llenos de vida, su prosa con un fluir pulcro y a la vez rotundo en su argumentación. Denunció al imperio y sus aliados, la burguesía y las oligarquías locales (“autóctonas” que no nacionales, como decía el Che) como enemigas irreconciliables de los pueblos, y sus luchas emancipatorias no pueden sino tropezar con la más enconada oposición de Washington y sus peones vernáculos. El capitalismo condena a la humanidad, siguió diciendo, y es irreformable. Ya está desahuciado y no tiene futuro. Sólo el socialismo puede salvar a la especie humana de la irreparable destrucción que el metabolismo del capital impone sobre la naturaleza y la sociedad. No hay democracia verdadera sino en el socialismo, dijo, repitiendo el clásicodictum de Rosa Luxemburg. Fustigó al golpe de estado en Paraguay y lo comparó con el que él mismo había padecido en el 2002. Y dijo que en aquel país, como antes en Venezuela, ahora acusan al depuesto presidente Lugo de urdir un golpe de estado contra quien usurpara su cargo, Federico Franco. Y contó que a él también lo acusaron, cuando las masas y las fuerzas armadas, en una unión tan inesperada como virtuosa lo reinstalaron en el poder, de haber perpetrado un golpe de estado a Carmona, el energúmeno aquel que catapultado por el golpe del 11 de Abril quiso deshacer de un plumazo las conquistas históricas del chavismo. En estos tramos Chávez hizo gala de su agudo sentido del humor al comentar con sorna estas piruetas retóricas por las cuales quienes transgredían la constitución y las leyes de la república se autovictimizaban, a la vez que convertían a sus víctimas en tenebrosos villanos.

Fue un discurso breve y contundente, claro, profundo, propio de un estadista y de un revolucionario. Las palabras revolución, socialismo y democracia brotaban continuamente de sus labios, y su minuciosa y permanente relectura de los textos de Bolívar le ofrecía siempre una analogía o una idea pertinente del Libertador, lo que le permitía hilvanar -como Fidel lo hizo magistralmente con Martí al concebirlo como “el autor intelectual del asalto al Moncada”- la problemática y los desafíos del presente con la tradición de lucha antiimperialista de Bolívar y, por supuesto, de Martí y los próceres de la patria grande latinoamericana, insistiendo reiteradamente en la urgente necesidad de culminar el proyecto integracionista por el cual aquellos ofrendaron sus vidas. Fue un discurso breve pero sin desperdicios, pronunciado por un hombre que hablaba con la pasión de sus mejores momentos pero con un componente analítico y reflexivo que si ya antes lo tenía -¡y vaya si lo tenía!- ahora lo ha perfeccionado. Un Chávez a quien su enfermedad le permitió hacer un alto en la vorágine cotidiana de la gestión y meditar sobre lo humano y lo divino, enriqueciéndolo como persona y como jefe de una revolución. Al terminar su intervención invitó a los allí presentes a acompañarlo a presenciar el desfile cívico-militar.

Hasta allí llegó Chávez en un auto descapotado, ante el delirio de la multitud que se había dado cita en las amplias y cómodas graderías del Paseo de los Próceres. Derrochaba energía a cada paso, saludando a todo el mundo, interesándose por la hijita de una funcionaria que estaba en el palco presidencial, saludando con desbordante simpatía a diestra y siniestra y gastando bromas con algunos conocidos. A quien esto escribe lo paralizó con un inesperado saludo (prueba de que su agudo sentido del humor, síntoma de vitalidad si los hay, seguía intacto) llamándole “¡general Atilio Boron!” y haciendo una aparatosa venia. Riéndose a mandíbula batiente con su chanza hizo lo mismo con Ignacio Ramonet, que estaba a mi lado, y a quien le dispensó el trato de “mariscal, porque como tú eres francés allá el grado máximo es mariscal”. Y a Piedad Córdoba le dijo que el beso que le había dado horas antes en la Asamblea Nacional lo obligaba a no lavarse la cara muchos días; y al ex guerrillero colombiano Antonio Navarro Wolf lo sorprendió recordándole risueñamente que en una época sus superiores lo obligaban a perseguir guerrilleros y ahora los tenía como invitados de honor de su gobierno. Al colombiano, y también a Nidia Díaz, la heroica comandanta de las luchas del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional y a tantos otros que se agolpaban en el palco. Ni el Nuncio Apostólico escapó a sus humoradas: el hombre aguantó a pie firme (y protegido por un buen sombrero) los rayos del sol que calcinaban el palco presidencial y por eso lo condecoró, a voz de cuello, con la “Orden del Sol”, diciéndole que en anteriores ocasiones revolucionarios de férreas convicciones no soportaron la furia del astro rey y habían dejado al presidente en soledad, resistiendo a pie firme la canícula. Felicitó al Nuncio por su solidaridad ante similares circunstancias.

Para resumir: a Chávez se lo ve muy bien, mucho mejor de mis más optimistas expectativas. Está vital, vibrante y brillante, y presidió sin acartonamientos una ceremonia que no vacilo en calificar de impresionante, y esto por dos razones. Primero, por la extraordinaria presencia del componente cívico, popular, que abrió la parada. Ver desfilar médicos y enfermeras de las distintas misiones; científicos; campesinos; indígenas; obreros de las más diversas ramas; gente de pueblo de todas las profesiones y procedentes de distintos puntos del país; mujeres y jóvenes marchando orgullosamente y saludando con verdadera devoción a su líder es una saludable anomalía en Nuestra América, donde los protagonistas excluyentes de los desfiles son las fuerzas armadas. No en este caso. Y, segunda razón, un desfile impresionante por la apabullante exhibición de un poderío militar que hizo que los agregados militares de muchos países agotaran las baterías de sus filmadoras para grabar el paso de las distintas fuerzas con sus sofisticados armamentos y, sobre todo, el intimidante despliegue de cohetería y, posteriormente, de helicópteros y aviones de última generación que sobrevolaron raudamente sobre nuestras cabezas. Un oportuno mensaje, por cierto, para quienes dentro y fuera de Venezuela alucinan con el derrocamiento de Chávez por la vía de un golpe militar. Esa gente ahora tendrá que hacer muy bien sus cuentas porque, afortunadamente, la revolución bolivariana no está indefensa ya que la identificación de las fuerzas armadas con el proyecto socialista parece estar muy sólidamente arraigada.

Fue muy emocionante ver marchar a las milicias populares, muy bien pertrechadas y además con sus cánticos antiimperialistas y socialistas. Sólo los ingenuos pueden suponer que un proceso revolucionario orientado hacia la construcción del socialismo -y eso es lo que, a su manera y a sus tiempos, está haciendo la revolución bolivariana- podrá defenderse apelando solamente al embrujo de la palabra o a la eficacia persuasiva del discurso. Eso puede valer en las pequeñas discusiones del mundillo académico, intrascendentes a la hora de hacer la historia. Pero al imperialismo, siempre conspirando y agrediendo, no se lo disuade con esos recursos porque sólo entiende el lenguaje de la guerra.

En el marco de la brutal contraofensiva lanzada por Washington sobre nuestros pueblos, y en primer lugar sobre los países del ALBA, la mejor manera de evitar la agresión militar del imperio –que sobrevendría una vez fracasadas su beligerancia mediática y sus conspiraciones políticas- es preparándose meticulosamente para ella, elevando así el costo que podría tener para Estados Unidos cualquier aventura militar en la Venezuela bolivariana. Es una desgracia, pero ni Chávez, ni Raúl (o Fidel, antes), ni Evo ni Correa tienen otra opción que fortalecer sus aparatos de defensa sin lo cual cualquier proyecto emancipatorio, por moderado que sea, sería ahogado en sangre. Si Estados Unidos ha cercado toda América Latina y el Caribe con un rosario de 46 bases militares (según el último recuento del MOPASSOL), los gobiernos progresistas y de izquierda deben actuar en consecuencia y prepararse para ello. Esto los obliga a invertir en defensa partidas presupuestarias mayores de las que hubieran deseado (recursos que podrían destinarse al desarrollo social) para repeler una agresión militar que, con toda seguridad, Washington descargará –directamente o mediante algún proxy de la región- sobre nuestros países en el momento en que la cacería de los recursos naturales se convierta en una cuestión de vida o muerte, para lo cual no habrá que esperar demasiado tiempo. Salvo que se piense, como lo hacen algunos gobernantes desaprensivos y las incorregibles buenas almas socialdemócratas, que esas bases se instalaron para que sus ocupantes se deleiten con la observación de los hermosos plumajes de nuestros pájaros o para llevar a cabo las ayudas humanitarias que sus ocupantes fueron incapaces de concretar cuando, en 2005, el huracán Katrina asoló New Orleans. 


- Dr. Atilio Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina www.centrocultural.coop/pled http://www.atilioboron.com

¡El príncipe está desnudo! Jorge Enrique Robledo

¡El príncipe está desnudo!
Jorge Enrique Robledo


Lo que mal empieza, mal acaba, dice la sabiduría popular. Y le cae a la perfección al propósito del presidente Juan Manuel Santos y de todos los partidos de la llamada “unidad nacional” de hacer una reforma a la justicia diseñada para concentrar aún más el poder en el Ejecutivo. Esto, sometiendo al Legislativo, recortando la autonomía de los jueces y logrando unas altas cortes de bolsillo, intentona que además se tramitó, con todo descaro, de la peor manera: repartiendo escandalosas canonjías entre los congresistas que pondrían los votos que legalizaran el desafuero y entre los magistrados que se supone debían otorgarle la respetabilidad de la que carecía.

En cuanto a la justicia para el ciudadano de a pie, nunca se propuso darles respuesta a sus necesidades, pero sí se utilizó para menguar aún más la separación de los poderes y aumentar la privatización en manos de ignorantes en esos menesteres, en tanto les mejoraban a los banqueros las condiciones de sus procesos, siempre siguiendo las orientaciones del Banco Mundial (http://bit.ly/LkUbEN).

Esta reforma profundamente regresiva no apareció, como se ha dicho de manera falaz, durante la conciliación de los textos aprobados en Cámara y Senado, es decir, en la novena votación en el Congreso. No. Ese fue un árbol que nació torcido. Así lo prueba que a lo largo del trámite de diez meses, incontables analistas, editorialistas, organizaciones de jueces y demás trabajadores de la justicia, el sindicalismo y el Polo Democrático Alternativo, entre otros muchos, clamaran por el archivo del proyecto, dada su naturaleza retardataria. Pero más pudieron los intereses ocultos que aupaban la reforma y la soberbia de Santos, quien terminó por creerse los ditirambos con los que lo califica la publicidad de la Casa de Nariño, exageraciones hasta cómicas que repite el unanimismo pernicioso promovido por los pocos pero muy gordos y lustrosos gatos que ganan con el gobierno.

En cuanto a la actuación de los congresistas de la llamada “unidad nacional” en el trámite de la reforma, es evidente su importancia. Sin la gran manguala que conforman los partidos santistas en Cámara y Senado, el proyecto no habría llegado a donde llegó. Pero ello tampoco habría ocurrido sin que Santos pusiera todo su poder burocrático para auparlo, poder que a lo largo de cuatro debates ejerció a través de Germán Vargas Lleras como ministro de Justicia, trámite que también hace a este responsable principalísimo de lo ocurrido así ahora ande dedicado a las casitas “gratis” que ya se supo a quién enriquecerán en primer término y que deben servir para la reelección de su jefe o para su propia candidatura. Pero que no resulte que la chamusquina política alcance a otros además de a Juan Carlos Esguerra.

Tiene profundas razones, entonces, que causara tanta indignación ciudadana ver a Santos, como Poncio Pilatos, lavándose las manos por la aprobación final de la reforma, echándoles toda la culpa a sus congresistas y pasándose por la faja la Constitución que juró cumplir, hecho este último de una gravedad excepcional. Por si faltaran dudas, quedan notificados los colombianos de la falta de escrúpulos del jefe del Estado, tanto en lo que se propone como en las maneras para lograrlo. Con todo derecho, Juan Manuel Santos concursa para escoger al peor presidente de la historia de Colombia. Por mucho que sus cortesanos de todos los tipos le ponderen las calidades de sus vestiduras, lo cierto es que el Príncipe de Anapoima anda desnudo.

Sin la gran movilización que generó la tentativa santista de imponerle al país una reforma a la justicia diseñada en beneficio de unos pocos, Santos no hubiera reculado como reculó. En la Casa de Nariño entendieron que un referendo revocatorio, más la amplitud de la lucha política que lo acompañaría, sería un plebiscito contra el propio Santos. El país queda en deuda con los trabajadores de la Rama Judicial, quienes unidos en torno al Observatorio a la Justicia les dieron ejemplo de resistencia civil a los colombianos.

¿Es este “El futuro que queremos”?

¿Es este “El futuro que queremos”?Ricardo Rojas Quiroga

Los 193 países miembros de las Naciones Unidas, incluido Bolivia, que el pasado mes de junio en Río de Janeiro-Brasil participaron de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible - Rio+20, tras 10 días de reuniones, acordaron y aprobaron un plan por el medio ambiente y contra la pobreza plasmado en el documento “El futuro que queremos”, que tiene como ejes principales la “Economía Verde” en el contexto del desarrollo sustentable y la erradicación de la pobreza y el marco institucional para este desarrollo. Este plan merece una valoración tanto de sus elementos positivos hacia el futuro, como de sus grandes debilidades, expresadas además en la falta de ambición y concreción de los acuerdos.

El documento final muestra una serie de acciones positivas, las cuales se consideran como un avance en la solución a la crisis socio-ambiental, sin embargo éstas son escasas frente a lo esperado por la sociedad civil, además de no resolver el problema de forma estructural sino simplemente de forma parcial. Entre éstas están: el fortalecimiento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) a través de un consejo administrativo de todos los Estados miembros y la dotación de mayores recursos financieros;la creación de un nuevo indicador global de bienestar que incorpore no sólo el Producto Interno Bruto (PIB), sino también indicadores que tomen en cuenta la dimensión social y ambiental; el establecimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como extensión de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para elaborar el marco internacional de referencia para el desarrollo sostenible y; la adopción de un plan decenal de nuevos estándares de producción y consumo sostenible que permita la valoración y el planteamiento de la modificación de las pautas actuales de producción y consumo.

Los elementos negativos, y que son de suma preocupación para la sociedad civil en su conjunto, muestran que este documento apunta al crecimiento económico y no así a combatir las causas estructurales del problema. Para empezar, en el documento no se define claramente el concepto de economía verde, proporcionando simplemente pautas sobre qué características debiera tener este concepto, contribuyendo así a potenciar la mercantilización y financialización de los ciclos y funciones de la naturaleza, bajo el argumento de que el medio ambiente sólo podrá preservarse si incorporamos su valor económico al mercado.

Por otra parte, en el documento se le asigna un valor monetario a la biodiversidad y su capacidad de proveer servicios esenciales como base del desarrollo sostenible y el bienestar humano, promoviendo la inversión privada a través de incentivos y políticas para la conservación de la diversidad biológica expandiendo la posibilidad de nuevos mercados e instrumentos financieros para la mercantilización de la naturaleza.Asimismo, prioriza nuevamente lo económico, concibiendo el crecimiento económico como la estrategia principal y necesaria para alcanzar las dimensiones social y ambiental del desarrollo sostenible. Además de no reconocer que el crecimiento económico ilimitado no es posible en un planeta finito.

A pesar de que el principio de Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas -enunciado formalmente hace diez años como parte de la declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo respecto al papel de los Estados en la construcción del Desarrollo Sostenible- está reconocido, no existe claridad sobre las obligaciones de los países desarrollados para su cumplimiento, y no hay mención de que la economía verde esté sujeta a este principio. Por otro lado, tampoco se acuerda un plan de eliminación de subsidios para el uso de combustibles fósiles, los cuales son las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) causantes del cambio climático.

Asimismo, en el documento se ignora la necesidad de que los países industrializados admitan su deuda ecológica, a través de la creación de un fondo de financiación y la transmisión de tecnología a los países en desarrollo y se insiste en que el acceso al crédito y a los mercados, así como a las inversiones tecnológicas, permitirán se garantice alimentos para toda la población, sin tomar en cuenta la accesibilidad y distribución de los mismos.

Finalmente, el documento no permite llegar a consensos internacionales sobre temas claves para la sostenibilidad, como la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero por los países industrializados.

Por todo esto, se puede afirmar que este no es “El futuro que queremos”, lo planteado en este documento no logrará resolver la actual crisis socio-ambiental, ya que el mismo omite deliberadamente el tratamiento real de las causas estructurales de la crisis, sin plantear los cambios de fondo necesarios en el sistema económico actual, además de que no compromete a los países desarrollados a disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero, que son los principales causantes del cambio climático. A su vez, el concepto de economía verde es una falsa solución a la crisis ambiental, social y económica ya que pretendería mercantilizar las funciones y los ciclos de la naturaleza. Por otro lado, la inclusión del concepto de “derechos de la naturaleza” termina legitimando la “economía verde”. Ante esto, existe la urgente necesidad de discutir y reflexionar sobre la construcción de un nuevo paradigma desde Latinoamérica, basado en principios y cosmovisiones que busquen la inclusión sociocultural, económica y ambiental en armonía con la Madre Tierra.

- Ricardo Rojas Quiroga es miembro de la Unidad de Acción Política de la UAP

Reflexiones sobre la Cumbre de los Pueblos por la Justicia Social y Ambiental

Reflexiones sobre la Cumbre de los Pueblos por la Justicia Social y AmbientalRicardo Rojas Quiroga
Con el objetivo de debatir y proponer desde la sociedad civil soluciones alternativas a la crisis socio-ambiental, además de manifestarse en contra del concepto de economía verde propuesto por las Naciones Unidas, distintos movimientos sociales que aglutinan a mujeres, jóvenes, indígenas, campesinos y trabajadores de todo el planeta, llevaron a cabo la Cumbre de los Pueblos por la Justicia Social y Ambiental de forma paralela a la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable Rio+20.

Es así que una serie de eventos auto gestionados fueron organizados, entre ellos, espacios de debate de contenido y síntesis de las reflexiones locales de acuerdo a los tres ejes de la Cumbre de los Pueblos: 1) causas estructurales de las crisis e injusticias sociales y ambientales, falsas soluciones y nuevas formas de acumulación del capital sobre los pueblos y territorios; 2) soluciones reales y nuevos paradigmas de los pueblos y; 3) agendas, campañas y movilizaciones que unifican el proceso de lucha anticapitalista después de la Cumbre Rio+20. Asimismo, se realizaron plenarias temáticas seguidas de asambleas, con el objetivo de construir un posicionamiento desde la sociedad civil que pueda incidir y hacer frente a la Conferencia oficial - Rio+20 en el contexto más amplio de la crisis socio-ambiental.

Sin embargo, como en la mayoría de las cumbres sociales, si bien se abordó la reflexión teórica sobre las soluciones reales y nuevos paradigmas desde los pueblos para enfrentar la actual crisis socio-ambiental, como el Vivir Bien, ésta no fue profundizada, por lo que una vez más no se trabajó en la generación de herramientas prácticas que se puedan replicar, ni en la identificación de insumos reales para la construcción de un modelo alternativo al actual. Por lo cual, la reflexión teórica sirvió más bien para socializar la problemática de los pueblos en torno a la imposición de un modelo capitalista que vulnera sus derechos y así poder establecer enfoques comunes para compartir y concertar temas, estrategias, luchas y campañas.

En este sentido, la incidencia que pudo realizar la Cumbre de los Pueblos con el espacio oficial, se limitó a un diálogo de aproximadamente una hora con el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en el que se hizo entrega de la declaración final de la Cumbre de los Pueblos, en el documento se expresa la frustración y decepción frente a los pobres resultados de la Conferencia oficial plasmados en el documento “El futuro que queremos”. Mostrando que no hubo un adecuado proceso para involucrar a la sociedad civil, ni tampoco medios para poder incidir en los tomadores de decisión. Del mismo modo, queda clara la necesidad de que la participación y propuestas de la sociedad civil en este tipo de eventos sean vinculantes sobre la decisión que tomen los Estados.

Se debe destacar el trabajo previo y durante la Cumbre de los Pueblos de las diferentes organizaciones sociales involucradas, ya que realizaron aportes mediante posicionamientos y distintos documentos que contribuyeron a la reflexión y el debate sobre las causas de la actual crisis socio-ambiental y la construcción de modelos alternativos. Es importante considerar también que una de las riquezas fue la creación de este espacio de expresión y participación alternativo del proceso.

Sin embargo, de aquí en adelante, se debe reflexionar para poder encontrar espacios adecuados a través de los cuales se puedan identificar herramientas e insumos, además de trabajar en un cambio de mentalidad de la sociedad civil para impulsar un cambio en el modelo civilizatorio y así llegar a la concreción de un nuevo paradigma hacia el Vivir Bien. Por otro lado, se deben fortalecer estos espacios de participación de la sociedad civil además de mejorar las estrategias de articulación u otras formas alternativas de incidencia con sus gobiernos.

- Ricardo Rojas Quiroga es miembro de la Unidad de Acción Política de CIPCA.

Un dragón en el patio trasero

Un dragón en el patio trasero
Raúl Zibechi
La crisis política en Paraguay y sus repercusiones en la región, desplazaron la visita del primer ministro chino, Wen Jiabao y la renuncia del principal cargo del Mercosur, a un segundo plano de la agenda informativa. China mostró que está dispuesta a jugar fuerte incluso en la principal zona de influencia de Estados Unidos. 

Las polémicas a raíz del golpe en Paraguay, la suspensión del país del Mercosur y el ingreso de Venezuela no consiguen disimular las dificultades del bloque, aquejado por las consecuencias de la crisis mundial y el ascenso de China como potencia global. La alianza está paralizada porque lo que conviene a unos perjudica a los otros.

Expresión de las dificultades fue la renuncia del embajador Samuel Pinheiro Guimarães, Alto Representante General del Mercosur, en la reciente cumbre en Mendoza. En su carta-relatorio de despedida traza un lúcido análisis sobre la realidad actual del bloque.

Señala que la crisis económica en Europa y Estados Unidos y el ascenso de China generan un enorme flujo de capitales hacia el sur que “erosiona los vínculos comerciales intra-Mercosur que son el principal cimiento del proceso de integración”. La desindustrialización, señala, es una de las peores consecuencias y debe ser enfrentada utilizando los recursos de la exportación de commodities.

Expansión gradual

En uno de los párrafos más polémicos, Pinheiro asegura que la Unasur “no puede ser la piedra fundamental para la construcción del bloque económico de América del Sur” porque Chile, Colombia y Perú firmaron tratados de libre comercio con Estados Unidos lo que imposibilita la construcción de políticas regionales de promoción del desarrollo.

Por eso cree que el bloque regional debe ser formado “a partir de la expansión gradual del Mercosur”, incluyendo a Venezuela, Ecuador, Bolivia, Surinam y Guyana. Los últimos deberán contar con condiciones de ingreso especiales por su bajo nivel de desarrollo y el interés político que tienen para la región.

Para avanzar, dice el embajador, el bloque debe aumentar de forma significativa la coordinación política y la cooperación económica. “La característica central del Mercosur son las asimetrías”, que provocan tensiones políticas. Apuesta por una fuerte expansión de los recursos del Fondo para la Convergencia Estructural para favorecer a los más pequeños, que hoy cuenta con apenas 100 millones de dólares anuales.

Quizá el momento más luminoso de su carta sea el párrafo 34: “En un mundo multipolar, en crisis, con grandes cambios de poder, no es del interés de ningún bloque o de ninguna gran potencia la constitución o el fortalecimiento de un nuevo bloque de Estados, en especial si son periféricos. Cualquier gran potencia considera más conveniente negociar acuerdos con Estados aislados, en especial si son países subdesarrollados, más débiles económica y políticamente”.

Sólo a los miembros del Mercosur les interesa su bloque. Sin embargo, cuando fue creado en 1991 no fue concebido como organismo para apoyar el desarrollo sino como unión aduanera para promover el libre comercio. La propuesta de Pinheiro consiste en que llegue a ser capaz de impulsar un desarrollo regional armonioso y equilibrado, eliminando las asimetrías y construyendo una legislación común de modo gradual.

Este viraje es necesario porque las respuestas de los países industrializados a la crisis son “una verdadera suspensión, en al práctica, de los acuerdos de la OMC negociados en la época de hegemonía del pensamiento neoliberal”. Si el Mercosur no da estos pasos, “podrá sobrevivir pero siempre de modo claudicante y no se transformará en un bloque de países capaz de defender y promover sus intereses en este nuevo mundo que surgirá de las crisis que vivimos”. El diagnóstico hecho por uno de los más destacados intelectuales de Brasil apunta que el mundo está ingresando en un período de creciente proteccionismo, de ahí la necesidad de formar bloques con fuerte comercio interior.



China se anima

Wen Jiabao, primer ministro chino, visitaba la región cuando se producía el golpe en Paraguay. El momento álgido de su visita a Brasil, Uruguay y Argentina, fue la videoconferencia que mantuvo desde Buenos Aires el lunes 25 con Dilma Rousseff, Cristina Fernández y José Mujica.

Según la agencia china Xinhua el primer ministro hizo tres propuestas: fortalecer la confianza mutua y la comunicación estratégica con el Mercosur, duplicar el comercio para 2016 llevándolo a 200.000 millones de dólares, además de las inversiones y la cooperación financiera y tecnológica, y fomentar las relaciones bilaterales en el campo de la educación y la cultura (Xinghua, 25 de junio de 2012).

La propuesta de Wen Jiabao fue interpretada por sus interlocutores como lo que realmente es: una vasta alianza estratégica que incluye también un tratado de libre comercio China-Mercosur. A destacar que se aprovechó que Paraguay estaba por ser suspendido del Mercosur, ya que no tiene relaciones con China. Dos días después ofreció una importante disertación en la CEPAL, en Santiago de Chile.

Su propuesta dirigida a América Latina y el Caribe consiste en “combatir el proteccionismo”, “profundizar la cooperación estratégica” y abrir nuevos mercados con el objetivo de que el intercambio comercial bilateral “supere los 400.000 millones de dólares en el próximo lustro” (Xinghua, 26 de junio de 2012). Propuso la creación de un fondo de cooperación al que China hará un aporte inicial de 5.000 millones de dólares y una línea de crédito de 10.000 millones del Banco de Desarrollo de China para la construcción de infraestructuras.

Además propuso una amplia cooperación agrícola y establecer un mecanismo de reserva alimentaria de emergencia de 500 mil toneladas destinado a contingencias naturales y ayuda alimentaria, incluyendo la instalación de centros de investigación y desarrollo en ciencia y tecnología agrícolas.

La oferta china luce tentadora en momentos en que el Mercosur atraviesa enormes dificultades. La CEPAL elaboró un documento titulado “Diálogo y cooperación ante los nuevos desafíos globales” donde analiza las posibilidades que se abren a la región ante el ascenso chino. Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de CEPAL, señaló en el prólogo que la región está ante una oportunidad histórica para dar un salto en infraestructura, innovación y recursos humanos, o sea “traducir la renta de los recursos naturales en formas variadas de capital humano, físico e institucional”.

Para dar se salto debe atraer inversión directa de China que le permita diversificar las exportaciones. De los más de 40 apartados que incluye el documento, uno debería ser especialmente atendido por los países de América del Sur: hacia 2030 dos tercios de la población de clase media vivirán en la región Asia-Pacífico frente a sólo el 21 por ciento que lo harán en Europa y América del Norte.

En consecuencia, la clase media asiática se transformará en “mercado clave para los alimentos, confecciones de mayor calidad, turismo, fármacos, servicios médicos, retail y artículos de lujo”, lo que permitirá que América Latina diversifique sus exportaciones y les sume valor agregado. Agrega que la internacionalización del renminbi puede beneficiar a la región ya que China se convirtió en su segundo socio comercial.

Por una agenda regional

Entre las conclusiones se destaca que el ascenso de China permite a la región sudamericana prolongar el ciclo favorable de términos de intercambio que vive desde 2003. “Si no se aprovecha bien el momento, podría acentuarse el proceso de reprimarización exportadora, estableciendo modalidades renovadas del vínculo centro-periferia”.

La CEPAL apunta la necesidad de establecer una “agenda regional concertada de prioridades”, que supere las iniciativas unilaterales. O sea, lo decisivo es lo que denomina como el “desafío interno”. En este punto decisivo, el análisis de Samuel Pinheiro y de la CEPAL coinciden plenamente. Sin embargo, la guerra comercial entre los miembros del Mercosur sigue siendo un factor de desestabilización.

Las divisiones a menudo escalan de la economía a la política. El ingreso de Venezuela decidido en la cumbre de Mendoza provoca reacciones encontradas. Es el tipo de problemas al que alude Pinheiro: falta de confianza mutua, falta de visión estratégica, predominio de las cuestiones locales por sobre las generales y del corto plazo sobre el largo, incapacidad de comprender los cambios globales. En otras palabras, es el predominio de la “pequeña política”. Lo que está en juego es demasiado importante y no todos parecen comprenderlo.

 Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.

El Foro de São Paulo y la izquierda latinoamericana hoy

El Foro de São Paulo y la izquierda latinoamericana hoyEmir Sader

Desde su primera reunión, en 1990, en São Paulo, el Foro de los partidos de izquierda de América Latina – que lleva el nombre de la ciudad donde se reunió por primera vez–, el Foro de São Paulo ha pasado por diferentes etapas, hasta este encuentro en Caracas, de forma paralela a la trayectoria de la izquierda latinoamericana.

1990 fue el año del lanzamiento del Consenso de Washington, expresión programática del neoliberalismo y de su “pensamiento único”. Se sentían tan seguros y victoriosos, al punto que las fuerzas neoliberales codificaron su triunfo en normas obligatorias “para cualquiera gobierno serio”.

En la propia América Latina encontraron eco en la derecha radical de Pinochet, en la socialdemocracia chilena, brasileña, venezolana, pasando por los nacionalismos peronista en la Argentina y del PRI en México.

Las fuerzas de izquierda, en los planos social, político e ideológico, se encontraban a la defensiva, resistiendo a la avalancha neoliberal, que detentaba la hegemonía en el continente y los gobiernos de prácticamente todos los países. El Foro de São Paulo era un espacio de resistencia, de denuncia, pero también de formulación de alternativas.

La situación cambió de una década a otra, cuando el campo popular pasó de la defensiva a la disputa de alternativas, a las lides electorales para conquistar gobiernos y construir realmente alternativas posneoliberales.

Cuando se reúne en Caracas, el Foro de São Paulo encara otra fase de la izquierda latinoamericana. Basta decir que están presentes varios partidos que se encuentran en los gobiernos de sus países desde hace más de 10 años –como en el caso de la PSUV de Venezuela -, o casi llegan a la década, como el PT de Brasil, el Frente Amplio de Uruguay, el MAS de Bolivia, Alianza País de Ecuador.

Entre otras preocupaciones, se encuentra el problema del rol de los partidos frente a los procesos posneoliberales. Los grandes protagonistas de estos procesos son gobiernos de alianza, bajo la dirección de partidos de izquierda. El papel de los partidos de izquierda es, ante todo, defender los intereses de la izquierda en alianzas de centro-izquierda, para garantizar la profundización de las posiciones antineoliberales y anticapitalistas de la izquierda. Hacerlo es no sólo luchar contra los rezagos del neoliberalismo –el poder del capital financiero, del agronegocio, de la media privada, entre otros-, sino también articular el posneoliberalismo con el anticapitalismo y la construcción de un modelo alternativo en América Latina.

Esta reunión del Foro de São Paulo se lleva a cabo en el marco de las elecciones presidenciales de Venezuela, cuando Hugo Chávez debe conquistar un nuevo mandato y consolidar la segunda década de gobiernos pos neoliberales en el continente. Y, a la vez, cuando gobiernos neoliberales enfrentan varias dificultades, entre ellas: los conflictos en torno a las necesidades ineludibles de desarrollo económico y el equilibrio medioambiental.

No hay solución óptima, general, que señale la resolución de todos los conflictos y casos particulares. Una de las tareas esenciales de la actualidad es que los intelectuales y los dirigentes políticos y sociales construyan los espacios de debate entre los gobiernos y los movimientos sociales – indígenas, campesinos, ecológicos – para la solución concreta, política, negociada, de cada uno de los conflictos. Y, a la vez, organizar las formas de investigación teórica, analítica, y un enfoque más general, más allá de los dilemas concretos, de modelos alternativos que compatibilicen, incluso bajo fuertes tensiones teóricas y políticas y necesidades constantes de siempre, renovadas formas de síntesis concretas entre el desarrollo económico y la protección del medioambiente.

El Foro de Sao Paulo es uno de los espacios en condiciones de asumir esta tarea, como contribución esencial al avance de los gobiernos posneoliberales en la dirección del anticapitalismo y del socialismo. (Traducción: ALAI)

 Emir Sader, sociólogo y cientista político brasileño, es secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).