lunes, 2 de marzo de 2015

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Estados Unidos y Venezuela: ¿El statu quo?......... ¡Prohibido olvidar!

Estados Unidos y Venezuela: ¿El statu quo?
Publicado: 22 nov 2012 09:29 GMT | Última actualización: 22 nov 2012 14:51 GMT
Eva Golinger
Ya pasaron las elecciones presidenciales en Estados Unidos y Venezuela y los resultados no fueron sorprendentes. Los dos presidentes, Obama y Chávez, fueron reelectos, uno por un margen muy estrecho, y otro por una victoria contundente. Aunque las tensiones electorales en Estados Unidos persistieron hasta el final y la reelección de Barack Obama no estaba muy segura, al final logró los votos de un importante sector que antes no se tomaba en cuenta: los latinos. Por otro lado, Hugo Chávez alcanzó un amplio porcentaje de ventaja sobre el candidato opositor, logrando más de 55% del voto para llegar a un histórico tercer mandato. 



Washington había hecho todo lo posible para impedir la victoria de Chávez. El Gobierno de Obama canalizó más de 20 millones de dólares para la campaña opositora a través de sus agencias, principalmente la Agencia Internacional de Desarrollo de Estados Unidos (USAID) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED). Fondos en cantidades desconocidas llegaron a través de las agencias clandestinas de Estados Unidos, trasnacionales, empresarios evadiendo impuestos, además de numerosas fuentes ilegítimas, como el narcotráfico y el lavado de dinero. La campaña mediática contra el presidente Chávez no tuvo límites en la prensa internacional. Desacreditaron su popularidad, su Gobierno, sus políticas y promovieron mórbidos rumores sobre su salud. Múltiples veces intentaron 'matarlo' en los medios. Internamente, grupos opositores respaldados por agencias estadounidenses crearon inestabilidad dentro del país, explotando problemas reales, como la inseguridad y fallas de infraestructura, buscando imponer un estado de caos y violencia. A pesar de todas estas tácticas sucias, Chávez y el pueblo mayoritario que votó por él, venció. 

Semanas antes de las elecciones en Venezuela, el presidente Obama declaró en una entrevista que no percibía al Gobierno venezolano como una amenaza contra los intereses estadounidenses. No obstante, expresó sus “preocupaciones” sobre los derechos humanos, las libertades y el estado de la democracia en el país suramericano, implorando un proceso electoral “libre y justo”. Por su parte, el presidente Chávez tuvo palabras mucho más simpáticas para Obama, deseándolo suerte en las elecciones e incluso declarando que votaría por él si fuera estadounidense. Días antes de las elecciones en Estados Unidos, Chávez cambió un poco su tono, admitiendo que no pensaba que hubiera cambios en las relaciones si fuera electo Obama o el candidato republicano. 

Frente a la victoria de Chávez, el Departamento de Estado de Estados Unidos no envió sus felicitaciones tradicionales como normalmente hace con casi todos los países del mundo, con la excepción de sus enemigos. El presidente Chávez tampoco felicitó a Obama por su reelección, optando por advertirle que debería se enfocar más en los problemas económicos y sociales de su país en lugar de seguir inmiscuyéndose en los asuntos internos en otras naciones. 

Desde 2008, Venezuela y Estados Unidos no tienen embajadores en estos países. En septiembre 2008, el Gobierno venezolano expulsó al embajador Patrick Duddy del país, en parte en solidaridad con Bolivia, que había expulsado al embajador estadounidense Philip Goldberg debido a su papel principal en actos de desestabilización y un plan de golpe contra el presidente Evo Morales. Venezuela también expulsó al embajador Duddy por los años de injerencia interna y conspiración con sectores golpistas que estaban en proceso permanente de desestabilizar al Gobierno de Chávez. Luego fueron revelados documentos del Departamento de Estado escritos por Duddy en donde él mismo pedía millones de dólares para reforzar las actividades de la oposición en Venezuela y sus pretensiones de derrocar al presidente Chávez. 

Washington expulsó al embajador venezolano como un acto de reciprocidad. Nunca hubo evidencia de ninguna violación de ley u otra irregularidad por parte del embajador venezolano en Estados Unidos. 

Las relaciones entre los dos países han empeorado desde ese momento. Lo poco que quedaba de conversaciones formales de alto nivel cesó de existir. Los complots de las agencias estadounidenses junto a sus financiados venezolanos aumentaron y crearon más tensiones entre los dos Gobiernos. Hubo numerosos intentos por parte de un sector del Congreso de Estados Unidos de colocar a Venezuela en la lista de estados 'terroristas', sin éxito. No obstante, el Gobierno de Obama continuó y amplió las clasificaciones de Venezuela como su adversario, como un país “narco” que “apoyó el terrorismo” y “viola derechos humanos”, sin presentar pruebas de tan peligrosas acusaciones. 

A pesar de estas agresiones diplomáticas y el financiamiento subversivo a grupos antichavistas por parte de Washington, las tensiones han quedado en un especie de limbo. No hubo una escalada más allá de ese punto, como si estuvieran congeladas las relaciones entre estos dos países que son interdependientes. Estados Unidos sigue comprando el petróleo de Venezuela y Venezuela se lo sigue vendiendo. 

Ahora con la reelección de sus dos presidentes, ¿habrá algún cambio? Lo más probable es que no. No hay interés aparente de ninguno de los dos lados de mejorar las relaciones. Aunque el Gobierno venezolano y el propio presidente Chávez han expresado sus deseos de restablecer relaciones normales con Washington, el fundamento de esas relaciones tiene que ser el respeto y la no injerencia, asunto que Washington no puede asegurar. 

Obama no ha dado indicaciones sobre cambios en su política hacia América Latina. Hasta ahora, ha mantenido la misma política anacrónica de sus predecesores. Aunque depende de quién sea su nuevo secretario (o secretaria) de Estado, luego de la salida anunciada de Hillary Clinton, lo más seguro es que ni América Latina ni Venezuela vayan a ser prioridades para la política exterior estadounidense durante los próximos años. Sus ojos siguen puestos sobre Medio Oriente, África y Asia, dejando que la amplia y diversa tierra al sur de su frontera siga en su camino de independencia e integración regional. 

El cambio más grande en la política de Washington hacia América Latina –y Venezuela en particular– vendrá del Congreso. Uno de los principales enemigos de la izquierda latinoamericana y el proponente de Venezuela como “país terrorista”, el republicano Connie Mack de Florida, perdió la elección y está fuera del cuerpo legislativo. La ausencia de Mack no significa que las agresiones contra Venezuela no vayan a continuar, pero tal vez pierdan un poco de su furia. 
Twitter de Eva Golinger

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Elecciones en Venezuela: La patria está en juego.....¡Prohibido olvidar!

Elecciones en Venezuela: La patria está en juego

Publicado: 3 sep 2012 12:39 GMT | Última actualización: 12 sep 2012 00:05 GMT
Eva Golinger

A un mes de las elecciones presidenciales en Venezuela, el pueblo soberano lucha contra la amenaza de una élite al servicio de las multinacionales y los intereses estadounidenses que buscan retomar el poder en el importante país petrolero

Cuando medios internacionales comienzan a publicar día tras día artículos destacando todo lo negativo que ocurre en Venezuela y se intensifican las agresiones verbales de los voceros de Washington contra el Gobierno venezolano, mientras dentro del país, aumentan los sabotajes y planes de desestabilización, sabemos que estamos a pocos días de un importante proceso electoral. Las amenazas contra la soberanía de la Venezuela revolucionaria abundan y las garras imperiales, encarnadas en un candidato opositor motivado por su sed de poder y avaricia de complacer a la élite, dejan claro que el próximo 7 de octubre en Venezuela, se juega la patria.

Todas las encuestas, incluso las que más se identifican con el sector opositor en Venezuela, indican que el presidente Hugo Chávez será reelecto con una amplia mayoría. La encuestadora Datanálisis, cuyo fundador, Luis Vicente León, firmó un decreto dictatorial durante el golpe de Estado contra el presidente Chávez en abril del 2002, disolviendo todas las instituciones democráticas del país, determinó hace un mes que a estas alturas, Chávez solo podría perder si hubiera un evento “extraordinario” o “catastrófico” antes de las elecciones presidenciales del 7 de octubre. Desde entonces, ha habido múltiples “accidentes” e incidentes trágicos en Venezuela, incluyendo el colapso de un importante puente que conecta la capital, Caracas, con el oriente del país, una terrible explosión en la refinería Amuay en la costa noroeste que dejó un saldo de 41 muertos y más de 100 heridos, violentos motines en cárceles, y una supuesta masacre de indígenas en la Amazonía.

El Gobierno venezolano ya ha construido un puente provisional mientras reparan el puente de Cúpira, y la refinería de Amuay está comenzando a funcionar de nuevo, mientras el gabinete de Chávez y el gobierno regional del estado Falcón atienden a las víctimas del lamentablemente incidente. Los motines carcelarios han sido controlados por las autoridades del Estado y la supuesta masacre en el Amazonas está siendo investigada. Accidentes o eventos provocados por una mano saboteadora, estos sucesos han servido como municiones para la campaña nacional e internacional contra la reelección del presidente Hugo Chávez.

LOS MEDIOS

Dentro de Venezuela, aún una mayoría de medios están en manos privadas que mantienen una postura que sobrepasa la crítica contra el Gobierno venezolano. Estos medios, que son poderosos canales de la agenda opositora, promueven distorsiones, manipulaciones y hasta mentiras y difamaciones en contra del presidente Chávez y su entorno. Su trabajo es a diario, y su campaña mediática contra el Gobierno de Chávez ha sido incesante y permanente.

Medios internacionales, sin embargo, trabajan por ciclos noticiosos. Solo reportan sobre Venezuela lo negativo e intensifican su lenguaje sesgado cuando se acerca un proceso electoral de interés e importancia internacional. En un día de esta semana, se leen múltiples titulares sobre Venezuela en medios estadounidenses que solo hablan de muerte, corrupción y supuestas “amenazas” contra los derechos humanos: “Informe: Refinerías venezolanas afectadas por mala gestión” (CNN); “Bebé venezolano que había sido secuestrado fue encontrado muerto” (Fox News); “Masacre de indígenas en el Amazonas, Venezuela” (Fox News); “Desastre en refinería revela debilidades en empresa petrolera venezolana” (Washington Post); “Medios venezolanos bajo asalto” (CBS News); “Periodistas venezolanos amenazados por 'hackers' pro-gubernamentales” (Americas Quarterly); “Elecciones Injustas en Venezuela” (Huffington Post); “Medios privados en Venezuela se asfixian bajo el asalto de Chávez” (CPJ Press Freedom Online).

Esta campaña internacional contra Chávez no es nueva. Su intención está clara: promover la percepción de que en Venezuela se vive bajo una dictadura en caos, violencia, inestabilidad y sin ley. Según esta campaña, que se repite a través de los medios nacionales, las instituciones del Estado no sirven (al menos que permiten la victoria electoral de la oposición), y el país no funciona. Aunque nada está más lejos de la verdad y cualquier persona que visita a Venezuela se queda asombrada de las amplias libertades en esta “dictadura” y los extraordinarios avances y logros de este gobierno que “no sirve“. De igual manera, la percepción negativa y amenazante de Venezuela es la que más circula en los medios mundiales.

LOS VOCEROS

Uno de los principales canales de estas matrices negativas contra Venezuela son los voceros de Washington. Durante la reciente convención republicana en Tampa, Florida, Venezuela -bajo el presidente Chávez- fue declarada como una “amenaza creciente” contra Estados Unidos. El candidato republicano Mitt Romney ya ha declarado que en caso de ser electo, tomará acciones contra el “dictador Chávez”. El regreso de los republicanos a la Casa Blanca podría significar el retorno de los elementos más peligrosos del poder estadounidense, incluyendo el infame Roger Noriega, ex subsecretario de Estado para América Latina durante el gobierno de George W. Bush, quien actualmente se dedica a difamar, amenazar y ofender al presidente Chávez a través de sus escritos publicados en diferentes medios estadounidenses.

El ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, también se ha ocupado de la tarea de atacar al presidente Hugo Chávez en sus declaraciones y escritos. Hace poco Uribe montó un show en el lado colombiano de la frontera con Venezuela, reuniéndose con opositores venezolanos para consolidar la “alianza contra Chávez”. El ex mandatario colombiano se ha convertido en una patética caricatura que escupe amenazas contra el jefe de Estado venezolano a través de su cuenta en Twitter.

Estos oscuros personajes alimentan el léxico violento contra Venezuela, mientras intentan pintar al Gobierno de Chávez como la “amenaza más grande” contra el poder estadounidense. Sin pruebas, acusan a Venezuela de patrocinar el terrorismo, el narcotráfico y hasta de planes para atacar a Estados Unidos desde ficticias bases militares iraníes en territorio venezolano.

Por más ridículos que parezcan, siguen siendo peligrosos. Que las pruebas sean falsas nunca ha sido motivo de disuasión para los halcones de Washington y sus lacayos.

LOS FINANCISTAS

Los millones de dólares siguen fluyendo desde las agencias de Washington a los grupos políticos de la oposición, una gran parte de la cual se ha invertido en su campaña electoral. El presidente Barack Obama había solicitado un fondo especial en su presupuesto nacional este año de 5 millones de dólares para la campaña opositora en Venezuela. Ese dinero fue adicional a los más de 15 millones ya apartados para financiar a grupos opositores en Venezuela a través de la USAID y sus múltiples contratistas.

El Fondo Nacional para la Democracia (NED) ha canalizado más de 1,5 millones a grupos antichavistas este año, enfocando su “ayuda” especialmente en sectores juveniles, periodistas y medios privados. Según su último informe, una parte significativa de esos dólares fue entregada a grupos como Voto Joven, que se dedican a promover la campaña contra el presidente Hugo Chávez dentro de la juventud. Otra gran parte de ese pote de oro fue a organizaciones como Espacio Público, dedicadas a denunciar supuestas violaciones contra la libertad de expresión en el país. 

EL PLAN

Toda esta maquinaria –la desestabilización interna, la campaña mediática, las amenazas externas y los millones que alimentan al conflicto– tiene un propósito muy claro: sacar a Chávez del poder, destruir la Revolución Bolivariana e instalar un gobierno subordinado a la élite y las grandes potencias.

El plan de la oposición es innegable. Según su propio programa de gobierno, acabarían con los programas sociales del Gobierno de Chávez, llamados “misiones”. Lo que quede de las "misiones", luego de sus recortes neoliberales, sería privatizado y convertido en empresas que explotan al pueblo en lugar de atenderlo. Las empresas del Estado serían privatizadas, dando grandes comisiones y contrataciones a los más íntimos amigos de los que aspiran gobernar al país. Los créditos solidarios dados al pueblo para sus casas, carros, muebles, y productos de consumo serían aumentados a cifras inalcanzables. Harían todo lo posible para extinguir la llama del poder popular.

Romperían acuerdos y relaciones con países soberanos como Cuba, China, Rusia, Bielorrusia, Irán, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y muchos más con los cuales Venezuela tiene importantes convenios para tecnología, agricultura, alimentación, energía y comercio. Incrementarían relaciones con Washington y sus aliados, abriendo el país a las multinacionales, los explotadores y los saqueadores. Ya la oposición ha hecho público su desprecio por la integración y unión latinoamericana. CELAC, UNASUR y especialmente ALBA serían botados a la basura.

Peor aún, implementarían un estado represivo con una persecución violenta contra el chavismo. Lo han dicho y lo han hecho ya. Durante el golpe de Estado contra el presidente Chávez en abril del 2002 la misma gente que hoy quiere gobernar persiguió a ministros y colaboradores del Gobierno de Chávez para golpearlos, torturarlos y hasta asesinarlos. Henrique Capriles Radonski, hoy candidato presidencial de la oposición, lideró un asalto contra la Embajada de Cuba durante ese golpe, apoyando acciones violentas contra su sede diplomática y su personal, incluyendo el corte de su agua y electricidad, la prohibición de entradas y salidas, la negación de acceso a comida y bebida, y la destrucción de sus vehículos y propiedades. Capriles saltó la pared de la Embajada y entró ilegalmente –y violentamente– en territorio soberano y protegido por ley internacional.

Esta es la gente que quiere retomar el poder el próximo 7 de octubre en Venezuela y adueñarse de sus recursos estratégicos. La misma gente que hace días durante un evento de campaña frente a trabajadores públicos llamó a los obreros “jalabolas” por apoyar a Chávez. Esta gente no solamente desprecia al pueblo, lo odia.

En mayo de este año 2012, el veterano periodista estadounidense Dan Rather reportó que una fuente anónima cercana al presidente Chávez aseguraba que el mandatario venezolano no viviría para ser reelecto en octubre. Lo mismo había venido diciendo el obsesionado Roger Noriega, seguido por un coro de seudo-periodistas venezolanos que repetían sus rumores con una perversa agitación. Este grupo enfermizo del antichavismo apostaba para el cumplimiento del falso tubazo necrofílico de Rather. A saber que no iba a ser así, optaron por su plan b.

A un mes de las elecciones presidenciales en Venezuela la violencia opositora aumenta y su intento de desacreditar al proceso electoral suena más duro cada día. Preparan sus gritos de fraude y sus denuncias de trampa ante el mundo. Aunque el proceso electoral en Venezuela está blindado y es reconocido como uno de los más confiables y transparentes del mundo, los insaciables que quieren el poder en el país con las más grandes reservas petroleras del mundo no tolerarán una derrota.

La patria está en juego en Venezuela, y la patria tiene que ganar.