Las revoluciones de los pueblos árabes deben destruir el capitalismo para triunfar
Por las Lilas Rojas
"No robar nuestro sueno" |
La rebelión árabe es un hecho, con el derribo de las dictaduras en Egipto y Túnez como logros a destacar hasta el momento. Los países árabes tienen características comunes entre sí, están bajo regímenes políticos dictatoriales y sometidos todos ellos al imperialismo yanqui y europeo. Tienen riquezas estratégicas, y un grito de los explotados que versa sobre la desesperación y el cansancio por el autoritarismo y el empeoramiento de sus vidas.
Son países de economía extractiva de su petróleo y riquezas naturales. Estos gobiernos, junto a las transnacionales instalan fábricas con salarios de miseria y aliados del imperialismo, se adueñaron de tierras y empresas nacionales.
Ver el tema del petróleo: ¡hay miles y millones de dólares de petróleo pero la mayoría de la gente vive en la pobreza! Las condiciones sociales se han degenerado con el disparo del costo de los alimento y se ha negado la voz al pueblo, violando derechos democráticos básicos.
Estos gobiernos están siendo arrasados por una vorágine de gritos libertarios. Los pueblos han perdido el miedo incluso a las dictaduras más reaccionarias y amenazantes.
¿Enemigo o Enemigos? El germen de la contrarrevolución
Los gobiernos enquistados en la corrupción y en la burocracia luchan por mantenerse en el poder, solo por proteger su privilegios a costa del hambre popular.
Pero los dictadores y monarquías de Egipto, Túnez, Libia, Yemen, etc. no son los únicos enemigos del pueblo.
Las clases más privilegiadas de éstos países se impondrán para que sus poderes e intereses no sean tocados, ya sea mediante una dictadura o por las democracias representativas. Son una amenaza encubierta ya que bajo el régimen del capitalismo las democracias parlamentarias no representan al pueblo, sino a sectores adinerados haciendo creer al pueblo que sí participan en las decisiones.
La visita de la secretaria del estado de EEUU, Hilary Clinton, a Egipto, fue bien recibida por el nuevo jefe de Estado, Mohamed Hussein, (ex-ministro de defensa de Mubarak) haciendo patente que el derrocamiento de Mubarak y los dictadores no asegura la libertad del pueblo, que ahora se encuentra nuevmente amenazado por el imperialismo.
Egipto es el segundo país receptor de “asistencia” de EEUU, con 1300 millones de dólares al año destinados al Ejército, el cual hoy está en el poder.
La intervención de la ONU en el conflicto de Libia se revela como una amenaza del imperialismo ejercido por EEUU y sus brazos ejecutores de Europa.
Existen grandes intereses del imperialismo en el norte de África, no sólo por sus riquezas naturales (en la región se produce 65% de lo que se comercializa internacionalmente). Además están sus intereses geopolíticos para dominar el medio oriente, por ejemplo Egipto es un aliado más a favor de Israel. Por otro lado, las revueltas populares amenazan con que se consolide un frente socialista, la invasión en Libia busca ahogar esta posibilidad.
Las estrategias del Imperialismo son diversas; por un lado bajo el discurso de defensa a los derechos humanos y libertad de expresión se instauran gobiernos títeres que responden a sus intereses, como en Afganistán e Irak, (en América, Panamá), y por otro lado históricamente han impulsado regímenes dictatoriales sangrientos, (Brasil, Argentina, Bolivia, Chile, etc.), para consolidar el modelo neoliberal.
Quienes creen en el argumento de defensa a los derechos humanos olvidan una pregunta fundamental: ¿A quien benefician las invasiones imperialistas? Pregunta que se responde sola al comprobar que las condiciones materiales de vida de los ciudadanos de los países invadidos, que instauran democracias parlamentarias, no mejoran y en muchos casos, como Irak y Afganistán, empeoran.
Las revoluciones deben destruir las estructuras capitalistas para triunfar
La revolución será a favor del pueblo árabe sólo si es obra suya y se destruye el capitalismo, mediante la unión de los trabajadores, campesinos y sectores oprimidos ejerciendo un poder real para erradicar el desempleo, destruir los anteriores estados, y generar un estado propio basado en un real socialismo.
Los pueblos árabes han demostrado fuerza, valentía y unión. Sin embargo se carece de una organización de izquierda que aúne y luche por las reivindicaciones concretas con un programa anti-neoliberal, anti-capitalista y pro-socialista.
Estas luchas deben ser la semilla para la generación de una organización real de los trabajadores, campesinos, jóvenes, sindicatos y pobres que canalice las fuerzas del pueblo hacia una alternativa socialista verdadera, y genere los cambios profundos a favor de la mayoría oprimida.
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