El 21 de agosto, más de siete millones de personas en EE.UU. fueron testigos de un eclipse solar total que cruzó el continente norteamericano de océano a océano. Un fenómeno natural que no sucedía desde 1918. Se realizaron numerosas advertencias sobre cómo podía afectar a los ojos y se recomendó a las personas que no debían mirar al Sol directamente sin protección.

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