martes, 18 de octubre de 2011

Diálogo entre Colbert y Mazarino

Diálogo entre Colbert y Mazarino, durante el reinado de Luís XIV de Francia. La historia se repite

Colbert: Para conseguir dinero, hay un momento en que, engañar [al contribuyente] ya no es posible.  Me gustaría, Señor Superintendente, que me explicara como es posible continuar gastando cuando ya se está endeudado hasta al cuello... 

Mazarino: Si se es un simple mortal, claro está, cuando se está cubierto de deudas, se va a parar a la prisión. Pero el Estado... ¡¡ cuando se habla del Estado, eso ya es distinto!!! No se puede mandar el Estado a prisión. Por tanto, el Estado puede continuar endeudándose.

 ¡Todos los Estados lo hacen!

Colbert: Ah sí? Usted piensa eso? Con todo, precisamos de dinero. ¿ Y como hemos del obtenerlo si ya creamos todos los impuestos imaginables?

Mazarino: Se crean otros.

Colbert: Pero ya no podemos lanzar más impuestos sobre los pobres.

Mazarino: Es cierto, eso ya no es posible.

Colbert: Entonces, ¿sobre los ricos?

Mazarino: Sobre los ricos tampoco. Ellos no gastarían más y un rico que no gasta, no deja vivir a centenares de pobres. Un rico que gasta, si.

Colbert: Entonces cómo hemos de hacer?

Mazarino: Colbert! ¡¡Piensas como un queso de gruyere o como el orinal de un enfermo!! ¡¡Hay una cantidad enorme de gente entre los ricos y los pobres!! 
Son todos aquellos que trabajan soñando en llegar algún día a enriquecerse y temiendo llegar a pobres. Es a esos a los que debemos gravar con más impuestos..., cada vez más..., siempre más!   ¡¡Esos, cuanto más les quitemos, más trabajarán para compensar lo que les quitamos!! ¡¡ Son un reserva inagotable!!

Y EN ESAS ESTAMOS....

ARGENTINA SE RINDE A CRISTINA KIRCHNER


ARGENTINA SE RINDE A CRISTINA KIRCHNER: CRÓNICA DE UNA REELECCIÓN ANUNCIADA


Argentina se rinde a Cristina Kirchner: crónica de una reelección anunciada


La presidenta vigente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, puede lograr en los comicios del próximo domingo un triunfo histórico, convirtiéndose en la jefa de Estado con más respaldo popular desde el retorno de la democracia a Argentina, superando incluso el 52% recabado por el radical Raúl Alfonsín en 1983.
Según las cuatro últimas encuestas, la mandataria podría obtener entre un 53,1% y un 52% de los votos e incluso hay una que vaticina un 55,4%, resultado que la situaría solo por debajo de Hipólito Yrigoyen, político de los años 20, y del mismo general Perón, que en una ocasión llegó a recabar el 62% de los sufragios.

La abrumadora mayoría de Kirchner ya fue confirmada en laselecciones primarias que se realizaron el pasado mes de agosto por primera vez en la historia del país. La mandataria obtuvo el 50,24% de los sufragios, logrando 38 puntos de ventaja sobre el segundo candidato, el radical Ricardo Alfonsín (hijo del ex presidente argentino Raúl Alfonsín) del partido Unión para el Desarrollo Social. Los últimos resultados de los sondeos han enterrado el sueño de la oposición de forzar una segunda vuelta, lo que sería sólo posible si Cristina Fernández no supera el umbral del 45% de los votos y consigue menos de 10 puntos de ventaja sobre el segundo candidato.

Oposición desalentada
Ante este panorama, algunos de los candidatos ya reconocieron públicamente que lo más probable es que la presidenta revalide su mandato en la primera vuelta. Las arrolladoras encuestas han desactivado no sólo la campaña de la oposición, sino la de la propia presidenta, que redujo la agenda de sus actividades públicas debido a unos ataques de hipotensión.
"Un resultado tan contundente como el de las primarias desincentiva a los candidatos en cuanto a la energía que deben poner en la campaña", dijo a Efe Hernán Charosky, director ejecutivo de la organización no gubernamental Poder Ciudadano.

El analista político Rosendo Fraga comentó a RT que la popularidad del gobierno actual radica no sólo en su gestión económica y social, sino también en la escisión de la oposición. “La oposición está muy dividida, y esto marca una brecha muy importante de puntos entre la presidenta, que quedó en primer lugar, y quien le sigue ", dice el experto.

Alto índice de aceptación

Si Cristina Fernández gana y completa su segundo mandato, en 2015, se habrán cumplido 12 años y medio de gobierno kirchnerista en Argentina, es decir, dos años más que Carlos Menem y tres más que Perón, los únicos que completaron dos mandatos.
Los expertos aseguran que, hoy por hoy, el escenario político argentino sigue siendo abrumadoramente peronista, pero con el liderazgo del sector kirchnerista. El motivo de este dominio queda también reflejado en las encuestas: un 48% de los argentinos cree que la situación económica en el país mejoró en los últimos cuatro años, según la consultora Poliarquía, mientras que un 52% valora el trabajo hecho por Cristina Fernández y destaca el incremento del empleo. Entre los problemas a los que aluden figuran la inflación y la inseguridad. Por último, casi el 95% de los ciudadanos cree que la actual presidenta ganará.

Ante el silencio de los medios tradicionales

 Echa un vistazo a este Vídeo. Ante el silencio de los medios tradicionales, OWS crea los suyos propios

http://t.co/ZxXTMCmE [Video] #OWS


Ocupa Wall Street no cede e intensifica sus protestas. En Nueva York abren una investigación contra el subinspector de la policía por su presunto asalto a uno de los manifestantes del movimiento. Esta es la segunda demanda por abuso de autoridad entablada contra los funcionarios neoyorquinos en las últimas semanas.

Las protestas contra el sistema económico y el poder de las grandes corporaciones han cumplido un mes y el número de arrestados se cuenta por centenares en todo el mundo. La indignación, que en Estados Unidos ha hecho su cuartel central en el barrio financiero de la Gran Manzana, se ha extendido a más de 80 países.

Los manifestantes neoyorquinos incluso han creado su propio periódico presentando una alternativa informativa a los grandes medios estadounidenses, que según ellos son parte del corporativismo global que silencian las voces de la población.

Por una auditoría de la deuda

Por una auditoría de la deuda
No al pago de una deuda ilegítima que no benefició a la población



A principios de año, el pueblo de Túnez logró tumbar a Ben Alí, el cual huyó del país el 14 de enero de 2011, después de 23 años de una dictadura apoyada por los llamados países “desarrollados”. Seis meses más tarde, Ben Alí fue condenado a pena de cárcel (en rebeldía, porque huyó a Arabia Saudita, donde esta protegido) y a pagar 46 millones de euros de multa. Pero… ¿Es eso suficiente? Desde la caída del régimen dictatorial, Túnez afronta una deuda externa pública de alrededor de 10.000 millones de euros. Ésta sirvió para enriquecer al clan de Ben Alí, cuya fortuna se estima en 3.500 millones de euros, así como para imponer Planes de Ajuste Estructural que afectan a la población con duras medidas de austeridad.

Esta deuda, en su mayor parte, se califica como odiosa, ya que no benefició a la población, sino que sirvió para fortalecer y enriquecer un régimen despótico. Todo ello con pleno conocimiento de los acreedores, en este caso, verdaderos corruptores. Según el argumento jurídico de la deuda odiosa, elaborado por Alexander Sack en 1927, una deuda contraída no para satisfacer las necesidades y los intereses del pueblo, sino en contra de todo ello, es “una deuda de régimen personal del poder que la contrajo, y, en consecuencia, deja de tener validez cuando ese poder cae”.

En febrero de 2011, en el seno del Foro Social Mundial, la sección tunecina del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) lanzó en Dakar una campaña internacional para la condonación de la deuda contraída por el dictador Ben Alí. Desde entonces, cerca de cien parlamentarios europeos han apoyado la iniciativa de auditar la deuda tunecina |1| . Desde España, el grupo Patas Arriba |2| de Valencia se solidariza con la campaña, al igual que lo hizo la red ¿Quién debe a Quién? a nivel del Estado Español |3|.

En Egipto, desde que Mubarak se convirtió en Presidente en 1981, tras el asesinato de su predecesor, Anwar el-Sadat, el pueblo egipcio ha reembolsado el equivalente a 68.500 millones de dólares en concepto de deuda externa. Sin embargo, durante el mismo periodo, la deuda no cesó de aumentar, pasando de 22.000 a 33.000 millones de dólares. Al igual que pasó en Túnez, la deuda contraída por el régimen de Mubarak es en su mayor parte odiosa, y por lo tanto, conforme al Derecho Internacional, es nula y no tiene validez, por lo que debería simplemente repudiarse.

Del otro lado del Mediterráneo, en Grecia, la comisión independiente para auditar la deuda pública griega ya está en marcha. Ésta se creó como consecuencia de una propuesta llevada a cabo por un grupo de parlamentarios, movimientos sociales y ciudadanos. En Irlanda, las organizaciones Afri[http://www.afri.ie/], Debt and Development Coalition Ireland [http://www.debtireland.org/], junto con el sindicato Unite [http://www.unitetheunion.org/], han impulsado una comisión ciudadana e independiente para una auditoría de la deuda.

Dentro del Estado español, el debate ya está en la calle. Desde diferentes movimientos sociales como el de los indignados se empieza a pensar en impulsar esta herramienta de participación ciudadana. ¿Vamos a aceptar la hemorragia de recursos hacia los acreedores responsables de la crisis que están padeciendo los más humildes? ¿Vamos a seguir pagando una deuda que no nos benefició, que no debemos, pero que sigue recompensando a los que arruinaron al Estado? o más bien ¿vamos a auditar la deuda pública, repudiar la parte ilegítima, odiosa o ilegal y castigar a los responsables de la crisis?

Victorias sociales son posibles

Cuando, en 2002, Argentina decretó la mayor suspensión de pago de la historia—la deuda era de unos 100.000 millones de dólares—, muchos pronosticaron una ola de represalias financieras y comerciales sobre el país. Pero en realidad, Argentina se encontraba en una posición de fuerza con sus acreedores privados y la renegociación de la deuda desembocó en 2005 en una renuncia de más del 55% del valor de los títulos por parte de los tenedores. A partir de ese momento, Argentina creció y demostró que es posible decidir no pagar la deuda externa, o al menos una parte, y mejorar la economía y el nivel de vida de su pueblo, por supuesto siendo conscientes que todavía existen grandes desigualdades sociales en el país. Además, desde la crisis de 2001, Argentina ha dejado de reembolsar su deuda a los países ricos agrupados en el Club de Paris |4|. Este hecho es silenciado e invisibilizado por los medios y el mismo Club, por lo que nos preguntamos ¿Es posible que estas personas tengan miedo de un efecto contagio a otros países endeudados? ¿Temen la idea de Thomas Sankara (asesinado el 15 de octubre de 1987) y de Fidel Castro de fomentar un frente de países endeudados unidos contra el pago de la deuda?

En 2007/2008, Ecuador suspendió el pago de una parte de sus deudas mientras realizó una auditoría oficial con participación ciudadana que permitió al Gobierno renegociar títulos, ya que en gran parte eran ilegítimos. Esto permitió al gobierno ecuatoriano el ahorro de más 2200 millones de dólares del stock, más 300 millones de dólares al año en concepto de intereses y esto durante 20 años. Este dinero se dedica ahora a la mejora de la sanidad y educación pública.

En Islandia, la movilización social logró hacer dimitir al Gobierno a finales de 2008. Después de haber desembolsado centenares de millones de euros para re-nacionalizar los tres principales bancos islandeses (Kaupthing, Landbanski y Glitnir) —totalmente privatizados en 2003— el pueblo islandés se sintió engañado y se movilizó masivamente para que los verdaderos responsables de la crisis pagasen el coste de ésta. Mediante referéndum, las islandesas y los islandeses rechazaron el 9 de abril de 2011, por segunda vez, el reembolso de la deuda ilegítima Icesave, que contemplaba la nacionalización de deudas privadas |5|.

La historia nos enseña muchos otros casos. En 1914 en plena revolución, México (por entonces el país más endeudado del continente) suspendió por completo el pago de su deuda externa y en 1942 los acreedores renunciaron aproximadamente al 80 % del valor de sus créditos.

No satisfaremos la reestructuración de deudas, permitiendo alargar en el tiempo el reembolso, sin cambiar nada de este sutil instrumento de dominación. No podemos aceptar tampoco una moratoria sólo de reembolso de capital, ya que incluso en estos casos, muchas veces los intereses continúan vigentes. Para conseguir la justicia real, tenemos que exigir una moratoria del pago de la deuda con congelación de intereses, y facilitar así la realización de una auditoría independiente y ciudadana de la deuda pública de España |6|. Como se dice en Grecia: ¡No debemos, no pagamos!

En consecuencia, seria para todo el beneficio del pueblo, averiguar quiénes contrajeron esas deudas y a quiénes beneficiaron los créditos; difundir los resultados a la ciudadanía y ver qué parte sirvió para enriquecer las elites corruptas, para comprar armamento ilegítimo o para estafar al tesoro público. Los resultados de una auditoría ciudadana empoderarían al pueblo para que éste luchase por su soberanía y sus derechos. La auditoria, si se realiza con participación ciudadanía, puede ser una herramienta útil para la emancipación de los pueblos.

¡Basta de imponernos recortes sociales para reducir un déficit consecuencia de políticas fiscales injustas y de salvamento a la banca!
¡No reembolsaremos deudas ilegitimas!

"Si existe un movimiento social en Libia, debe estar luchando contra la OTAN"

"Si existe un movimiento social en Libia, debe estar luchando contra la OTAN"
x Alberto Pradilla


Entrevista con Luis Britto :: "Una izquierda que aplauda a la OTAN y a su intento de destruir un país petrolero es una posición que es difícil llamarla de izquierdas"



Nacido en Caracas, Venezuela, en 1940, Luis Britto es uno de los escritores progresistas más prolíficos del país sudamericano. Autor, entre otras obras, de «Rajatabla», que le valió recibir el Premio Casa de las Américas en 1970, ha estado recientemente en Euskal Herria participando en un coloquio bajo el título «Caso Libia, Caso Venezuela», que fue organizado por el Consulado bolivariano.

«La cuestión es compleja», señala el escritor Luis Britto instantes después de la entrevista. La legitimidad de los insurgentes, la injerencia y los interses de la OTAN, las víctimas civiles, la cohesión social en torno a la figura de Muamar Gaddafi, el petróleo o el riesgo de que los ataques se extiendan a otros países como Siria son algunos de los elementos que han marcado un debate especialmente virulento en el campo progresista.

En los últimos tiempos, usted viene advirtiendo de que el modelo libio puede afectar a otras partes del mundo, especialmente a Venezuela. ¿Por qué?

Obama presentó la experiencia libia como un modelo para las relaciones internacionales. Ha pasado el pico de la producción de hidrocarburos. Las reservas podrían durar, quizás, medio siglo más. Esto implicaría un colapso del estilo de civilización que conocemos. Frente a esto existen dos posibilidades: un intento para crear sistemas de energías renovables o un modelo predatorio, es decir, que trate de confiscar la energía fósil del planeta a través de una serie de conflictos cuyos ejemplos más notables son Irak, Afganistán y Libia. Si un grupo de potencias arrebata la mayor parte de las reservas energéticas del planeta, va a prohibir al resto que dispongan de ella. Y esto implicaría un bloqueo energético tan grave que podría conducir a una guerra mundial.

¿Las reservas de petróleo son el elemento en común entre Libia y Venezuela?

Las experiencias son sumamente parecidas. En primer lugar, en ambas se ha mantenido la nacionalización de la industria petrolera, aunque Libia ejerció una privatización parcial. Libia tiene unos 40.000 millones de barriles y Venezuela, 90.000 probados. En Venezuela se están realizando intentos de unidad latinoamericana. En Libia se trató de consolidar la unión árabe y africana. Una de las razones que se aducen para justificar la agresión contra Libia es que estaba intentando crear una especie de moneda o unidad de pago para todo África usando sus grandes reservas de divisas y de oro. 

Venezuela ha lanzado el llamado Sucre, que sería el Sistema Unificado Compensatorio de Reserva para crear una unidad monetaria independiente del Fondo Monetario. Además, Venezuela ha sido difamada por los medios internacionales, del mismo modo que lo fue Libia.

En esta ecuación, queda fuera la existencia de un movimiento social previo a los bombardeos de la OTAN y que nació por el contagio de las revueltas de Túnez y Egipto.

Hubo movimientos sociales muy importantes en Túnez y Egipto. Pero no hay pruebas de que hubiese una movilización social importante en Libia. Es probable que la haya habido. Lo curioso es que, teniendo todos los sistemas informativos abiertos, no existen pruebas sustanciales ni de manifestaciones ni de una represión contra esas manifestaciones que haya incluido bombardeos.
¿Las protestas de Bengasi fueron dirigidas para forzar una intervención ya decidida?

Usualmente, un movimiento social derroca al gobierno por sí mismo, no necesita la ayuda de la OTAN; está formado por un liderazgo nuevo, no como el Consejo Nacional de Transción, que está formado por viejos ministros de Gaddafi, monárquicos idristas (y no he visto ningún movimiento social en el mundo que esté integrado por defensores de la Monarquía) y, según reportaron periodistas sobre el terreno, personas vinculadas con Al Qaeda. Un movimiento social no opera con tanques de guerra ni armamento de última generación. Es sumamente extraño. Aparentemente, algunos periodistas han denunciado también la injerencia de tropas de Qatar y de mercenarios de otra cantidad de fuerzas que son enteramente distintas a un movimiento social. Si hay un movimiento social en Libia debe de estar luchando contra las fuerzas de la OTAN. Ahora, yo no he estado sobre el terreno, pero por la diversidad de informes que han circulado...

El debate entre defensores de los insurgentes y quienes ponen en duda sus motivaciones ha provocado una ruptura en la izquierda internacional.

Una de las grandes pasiones de la izquierda es dividirse, y no siempre es nocivo. Pero una izquierda que aplauda a la OTAN y a su intento de destruir un país petrolero es una posición que es difícil llamarla de izquierdas. Me parece un dislate, algo insostenible. En Latinoamérica no ha existido este debate. En febrero, la Red de Defensa de la Humanidad ya señaló su solidaridad con movimientos democráticos como el de Egipto o Túnez y denunció la intervención de la OTAN y de las potencias europeas y de EEUU en Libia. Los países del ALBA ratificaron esta postura. La izquierda latinoamericana, en líneas generales, ha condenado la invasión de la OTAN, ha dicho que la solución de los problemas internos de Libia le corresponde a Libia, de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas. Hemos sido objeto de tantas intervenciones extranjeras que vemos con desconfianza todas las injerencias. En este caso, en un país como éste, que había adoptado distintas medidas de afianzamiento de la soberanía y de mejora de la población. Que una parte de la izquierda europea confunda una intervención con un movimiento social obedece a que... ¿hace cuánto que no han hecho una revolución?

La izquierda árabe, la más afectada por el conflicto, no coincide con esta versión.

Yo lo que conozco es un comunicado de uno de los partidos comunistas argelinos en el cual dice, sin la menor duda, que esto es una intervención de la OTAN y que manifiesta solidaridad con el pueblo libio.
El PCOT tunecino o el FPLP palestino han mostrado su satisfacción por la caída de Gaddafi y denunciaron la represión contra las protestas.

Pero no en defensa de la OTAN. Yo añadiría a esa postulación de la izquierda que, obviamente, solucionar los problemas de Libia les corresponde a los libios. Me parece magnífico que haya un movimiento social. En América Latina, nuestro actual proceso bolivariano viene de un movimiento social que fue el «caracazo». Ahora, en el caso de que hubiera habido una intervención externa, todo Venezuela se hubiese unido sin distingo. No concibo a alguien en Libia que no esté combatiendo contra la intervención de la OTAN. Ni en el mundo árabe, ni islámico, ni en el mundo en general.

En Argentina hubo un problema con las islas Malvinas y con Inglaterra. Había una dictadura militar e Inglaterra contestó con todo el poder de su flota, destruyó la Marina argentina y causó innumerables bajas. Ciertamente, uno podía tener reparos a quien estaba en el poder en Argentina, pero no podía decir que estaba con Inglaterra o que Inglaterra era un movimiento de liberación. Hay que distinguir bien los términos.

Pero esto no invalida la existencia de una oposición a Gaddafi y que se movilizó el 17 de febrero en Bengasi y en otras localidades libias.

Habría que demostrar que el levantamiento popular existió. Si es así, debería de estar luchando contra la OTAN. Todas las intervenciones extranjeras en los movimientos nacionales han sido nocivas. Nos sentimos muy sorprendidos cuando escuchamos que una potencia lucha desinteresadamente por la democracia. Sobre todo, cuando tiene todos los visos de una rebatiña. Ya se ha publicado que Sarkozy se reserva el 35% del petróleo de Libia, hubo un reparto de las potencias en una conferencia internacional, entre Merkel, Cameron, Sarkozy y Berlusconi... Honestamente, no creo que Berlusconi sea dirigente de un movimiento social, ni Merkel, ni Cameron. En Venezuela hemos tenido manifestaciones importantes. El golpe de Estado de 2002 fue seguido de una marcha de 50.000 personas. Pero hablamos de un país de 30 millones de habitantes. ¿Qué representa eso? No es imposible que las haya habido. Ahora, ¿cuál es la realidad de esas manifestaciones? Mucha gente dice que detrás de esto está la idea de instalar el Africom en Libia. Si hubiera sido verdaderamente la mayoría, hubiera sido una marejada popular como la de Egipto, que hizo que Mubarak se marchase. Aparentemente, o no las hubo o fueron muy pequeñas.

Ha hecho referencia a los líderes occidentales. ¿No fueron estos aliados del líder libio hasta instantes antes de decidir comenzar con el bombardeo?

Sí, es lo trágico y lo patético. Durante mucho tiempo fueron los más acérrimos enemigos de Gaddafi. En los últimos cinco o seis años, éste hizo concesiones. Pagó unas indemnizaciones a las que le condenó un tribunal internacional y aplicó un paquete del Fondo Montetario no teniendo necesidad. Libia tiene un plus de 200.000 millones de dólares de reservas más 70.000 millones de la autoridad de inversiones extranjeras. Y una deuda pública de 5.000 millones de dólares que, frente a esas enormes reservas, es casi una propina. Sin embargo aplicó un paquete del FMI, privatizó una serie de industrias, quitó la gratuidad a algunas ramas de la educación y retiró los subsidios a los alimentos básicos. Posiblemente estos elementos ayudaron a la constestación social. Pero, en realidad, fueron medidas de apaciguamiento de las potencias externas. Además, entregó una serie de cohetes que tenía y que se ha demostrado que fue una decisión fatal, ya que lo agarraron sin nada con lo que defenderse. Hubo un intento de entendimiento que finalmente se rompió. Parece ser que estaba dispuesto a retornar el control de algunas empresas y eso cayó sumamente mal.

Ha mencionado las similitudes entre Libia y Venezuela pero, ¿cree que estos paralelismos también son ampliables a Muamar Gaddafi y Hugo Chávez? El proceso bolivariano llega después de un abrumador apoyo en las urnas...

Chávez ha ganado más de una docena de elecciones y perdió un referendo que lo reconoció sin ningún problema. Un dictador no pierde elecciones y Chávez perdió una. En este conflicto, Chávez ha llamado al diálogo entre las partes. Y ha dicho que ese diálogo lo debería de promover la Unión Africana o la Liga Árabe, y ha llamado a la no intervención. Esa es la posición venezolana y no es para ganarse la aclamación de los medios europeos, que lapidan a Chávez con todos los epítetos.

Sin embargo, ¿no podía haberse evitado el conflicto con una apertura de las libertades civiles en febrero?

La única solución previa era que Libia le regalara el petróleo a la OTAN. La OTAN no está detrás de la democracia, sino del petróleo, las aguas subterráneas y las reservas de divisas. Si estuviese a favor de la democracia bombardearía la ONU, que es la institución más antidemocrática del mundo.

Actualmente, los mandos de la OTAN dan por hecha la victoria militar de los rebeldes. ¿Cuál cree que es el futuro inmediato?

La victoria de la OTAN ha sido tan resonante como en Afganistán, que después de diez años de desangramiento tienen que salir corriendo. O como en Irak. La OTAN pensaba tener una victoria en seis horas, han pasado seis meses y no lo han logrado. Probablemente vayamos a un terrible desangramiento de un país que no tiene la culpa de tener petróleo y que se prolongará quién sabe cuánto tiempo.

Tras siete meses de campaña en Libia, las miradas se centran ahora en Siria, donde se están registrando manifestaciones y enfrentamientos. ¿Cree que la intervención podría extenderse al país árabe?

Existe un veto de Rusia y China. Esto plantearía un interdicto de acciones contra Siria. Ojalá. Mi preocupación fundamental es que hay una operación por parte de Occidente para apropiarse de las reservas energéticas del mundo y eso puede llevar a un conflicto con las potencias emergentes. En algún momento, estas potencias tienen que poner un límite. Y ese límite es Siria.

Si es sobrepasado, vamos hacia un conflicto mundial. Pero habrá que ver si obedecen. El permiso de la ONU era el establecimiento de una zona de exclusión aérea y eso se convirtió en una operación de bombardeos masivos. Ojalá fuera eficaz para establecer un equilibrio que permitiera negociar. Si no, vamos a tener una guerra mundial por el saqueo definitivo del petróleo y va a ser espantosa para toda la humanidad.

La pobreza leída desde el ecologismo


La pobreza leída desde el ecologismo
Marta Pascual


La lucha contra la pobreza es un objetivo recurrente en muchas declaraciones públicas. Reducir drásticamente la cantidad de personas que viven con menos de un dólar al día o que no tienen acceso a agua potable o electricidad figuran entre las concreciones de este objetivo. En estas declaraciones sin embargo se olvida que los recursos del planeta –un planeta limitado en materiales– no sólo están desigualmente distribuidos, sino que actualmente sufren daños quizá irreversibles. En un planeta saturado que ha superado su capacidad de carga hace décadas, cada vez es más cierto que los consumos desmedidos de una parte de la población restringen necesariamente los consumos básicos del resto. Las reflexiones sobre la pobreza y las estrategias para hacerle frente no pueden pasar por alto este hecho.

La limitación y el riesgo de carencia han sido y son las condiciones naturales de la vida humana. Por regla general las culturas de subsistencia, conocedoras de los procesos de la vida, asumían, manejaban y optimizaban estos límites de modo que aseguraran su supervivencia y la de las generaciones futuras. Así ha transcurrido la vida durante siglos.


Las poblaciones más primitivas del mundo tenían escasas posesiones, sin embargo no se consideraban pobres [1]. Siendo la escasez una relación entre los fines que perseguimos y los medios de que disponemos para conseguirlos, poblaciones con fines humildes y escaso interés en la acumulación pudieron vivir con lo suficiente, e incluso en periodos de abundancia.

La pobreza voluntaria, la vida humilde o la sobriedad en los consumos, no fueron en tiempos situaciones despreciadas o temidas, antes bien, podrían considerarse en ciertas culturas y religiones como un estado de equilibrio o de virtud. No queda lejos la época en que la pobreza no se consideraba una situación degradante, aunque sí la miseria, es decir, la carencia de lo imprescindible.

Cierto que la ambición y el deseo de acumulación también han sido comunes a lo largo de la historia, pero nunca gozaron como ahora de una valoración ética tan positiva. Las culturas tribales acumulaban con el fin de afrontar periodos de escasez. Para muchas de ellas la autoridad moral del jefe se fundamentaba en la generosidad con su pueblo y la acumulación para éste era un modo de mantener su estatus.

Caminos hacia la escasez

La situación hoy es bien distinta. El mundo rico y una parte del que no lo es vive a caballo entre la insatisfacción crónica y el sueño del despilfarro. Cargado de propiedades –en algunos casos– pero más cargado aún de deseos de consumo, está más próximo a la percepción de escasez que lo estuvieron sus antepasados lejanos. Simultáneamente otra parte enorme y creciente de la humanidad sufre una escasez material que pone en riesgo su salud y su vida con una intensidad nunca vista. La escasez, tanto la relativa como la absoluta, es un resultado al que se llega por caminos diversos.

Uno de ellos es el acaparamiento, mecanismo por el que algunas personas se apropian de un bien que antes era colectivo en una proporción mayor a la que les corresponde, haciéndolo más inaccesible a otra parte de la población. La privatización de bienes comunales es uno de los mecanismos más antiguos de acaparamiento y, por tanto, creador de escasez.

Otro procedimiento para la institucionalización de la escasez consiste en recortar el acceso a determinados recursos por alguna vía. El mercado es la vía objetiva que se coloca entre los recursos y las personas dificultando el acceso a ciertos bienes. La creciente monetarización de bienes y servicios es una herramienta creadora de escasez.

Un tercer mecanismo, no nuevo pero sí generalizado en el capitalismo de la posguerra, consiste en asignar un valor distintivo, creador de estatus, a ciertos consumos a condición de que sean escasos (ciertas ropas, automóviles, viajes...). En el momento en que estos consumos se generalizan, pierden el valor distintivo y otros nuevos se colocan en su lugar produciendo una nueva insatisfacción. Este sistema permite que el aumento de la producción nunca elimine la escasez, en este caso subjetiva. De esta forma el umbral de la pobreza percibida se eleva de forma constante, lo que no impide que lo haga también la objetiva, aumentando la dificultad de acceso a consumos de primera necesidad, mientras se facilitan los superfluos.
Antes pobre y necesitado eran sinónimos. Hoy la sociedad de consumo nos ha convertido a todos en necesitados [2]. Y seguimos persiguiendo consumos distintivos, actuando como si el camino hacia arriba pudiera ser ilimitado.

A estos mecanismos de creación de la escasez se suma actualmente uno nuevo: el deterioro de los recursos naturales, necesarios para la vida, y la creciente dificultad para acceder a bienes esenciales como el agua potable, el alimento, las tierras fértiles o el aire limpio. Esta dificultad conduce en el límite a la expulsión de las poblaciones de los territorios que habitaban. Este fenómeno se había producido anteriormente por otras vías: apropiación por parte de grandes propietarios de terrenos productivos o con un subsuelo rico, mecanización del campo... Hoy se añaden a estos nuevos mecanismos de empobrecimiento: la prohibición de plantar semillas autóctonas, la deforestación y consecuente erosión, la desecación de acuíferos, el envenenamiento de tierras por pesticidas, la eliminación de biodiversidad, el uso de territorios como sumideros, el cambio climático... El deterioro ambiental provoca una escasez esencial que hace difícil la permanencia en el territorio. Las migraciones responden con frecuencia a esa dificultad para la vida, unida en alguna medida a la búsqueda de los niveles de consumo que se exhiben desde el escaparate de los países ricos.

En las grandes urbes, destino de esa avalancha de gentes expulsadas y migrantes, la economía de mercado es la única vía para resolver muchas de las necesidades básicas. La pobreza urbana, especialmente la de las llamadas ciudades miseria, es más desoladora por la cercanía del espectáculo del sobre-consumo y la inaccesibilidad de los recursos básicos y las redes sociales de apoyo. Desarmados los sistemas de ayuda mutua y eliminado el acceso a una tierra productiva, crece la dependencia del sistema económico y el riesgo de indigencia. Pero conviene no olvidar que “la gente no muere por falta de dinero, sino por falta de recursos” [3]. En el caso de las mujeres, a menudo excluidas de trabajos monetarizados y separadas de la tierra, responsabilizadas de la crianza y la atención a los miembros más débiles de la familia, la escasez, si cabe, se multiplica.

Este último mecanismo de creación de escasez, el deterioro de los recursos para la vida, a diferencia de los anteriores, no aumenta la abundancia absoluta en el grupo más poderoso, pero si la relativa. En todo caso reduce –a diferentes velocidades según los colectivos– las posibilidades de futuro de toda la especie humana.

La pobreza es pobreza del planeta

Si preguntáramos a la Tierra qué significa la palabra pobreza no hablaría de indicadores monetarios ni haría recuento de quienes viven con menos de un dólar al día. Probablemente nos mostraría vastos territorios deforestados, animales huyendo, cauces secos, especies extinguidas, poblaciones humanas desplazándose tras fuentes de agua o escapando de riadas, culturas que han perdido el sentido en urbes en las que sobran... un mundo en el que enormes poblaciones humanas han sido separadas de los recursos que les permitían la supervivencia y desplazadas a espacios urbanos superpoblados, donde ese acceso a los recursos básicos exige la mediación del mercado y en consecuencia del dinero. Un mundo en el que las economías de subsistencia van siendo progresivamente arrinconadas, expulsadas, deslegitimadas o ilegalizadas.

La Tierra nos ofrecería probablemente una imagen de pobrezas encadenadas: la pobreza vegetal, arrastrando tras de sí pobrezas animales y humanas, atmósfera, suelos y aguas empobrecidas. Hablaría del olvido de la interdependencia y de la ruptura de los ecosistemas vivos y señalaría a los seres humanos –algunos seres humanos– como primera causa de devastación.

Dada la complejidad del concepto, quizá conviene distinguir entre dos términos cercanos pero significativamente diferentes: pobreza y miseria (3). El primero se refiere a la dificultad de acceso a consumos superfluos, aunque manteniendo el abastecimiento de productos básicos. En las economías de subsistencia, integradas en el territorio, la pobreza no es una desgracia, sino un modo de vida sencillo en un mundo que tiene sus reglas. Los planes de desarrollo y de lucha contra la pobreza, dice Vandana Shiva, eliminaron la pobreza en el Sur, enviando a poblaciones enteras a la miseria, es decir, a modos de vida que simultanean consumos superfluos con carencias básicas para la supervivencia. Esta distinción entre pobreza (vida sencilla) y miseria (carencia de lo fundamental) es clave pues discrimina entre la vida sobria, aunque suficiente y sostenible para el planeta, de la éticamente insostenible.

Desde esta mirada más global podemos aventurar una posible definición de la pobreza (quizá sería mejor llamarle ya miseria): la consecuencia del hurto de los recursos naturales que permiten la supervivencia autónoma de una comunidad en su territorio. Tanto en el norte como en el sur miseria significa desposesión y falta de control sobre los recursos para organizar y mantener la vida de forma comunitaria.

Estamos indisolublemente ligados a nuestro planeta. Los problemas ambientales son problemas socio-ecológicos. Los problemas sociales son también socio-ambientales [4]. Deuda ecológica, ecología de los pobres, justicia ambiental, refugiados ecológicos, conflictos ecológico-distributivos, son algunos nombres de las luchas que comprenden la interdependencia entre los seres humanos y el medio vivo del que forman parte. Estas luchas muestran que nuestras miserias, las humanas y las del resto de la biosfera, están encadenadas.
Si observamos la naturaleza, ejemplo de empresa de amplio éxito en el tiempo, veremos cómo los ecosistemas no se han dedicado a sobreacumular de forma desigual para lograr su supervivencia, sino a mantener una diversidad y un equilibrio que les permitiera enfrentarse de forma colectiva a ciertas alteraciones del medio. El funcionamiento de la naturaleza practica la virtud del equilibrio. Sabe que por encima de cierto umbral, más es menos y por debajo de éste, menos es más. El principio cuanto más mejor que subyace a las prácticas de acumulación de la economía de mercado, se manifiesta no sólo inviable en un sistema limitado, sino radicalmente desajustado y torpe.

La lucha contra la riqueza

Curiosamente las reflexiones sobre la reducción de la pobreza no suelen relacionarse con las reflexiones sobre la riqueza. Las medidas comparativas para definir la primera (menos del 50% o del 25% de la renta nacional) no conducen en ningún caso a propuestas interdependientes. ONG, programas locales u organismos internacionales mantienen la pretensión de realizar intervenciones para reducir la pobreza, sin alterar los niveles de riqueza monetaria. Ésta ha sido la fórmula propuesta por los Estados del Bienestar.
Desde este particular modo de igualación que sólo contempla el camino hacia arriba, la lucha contra la pobreza ha adoptado estrategias de mínimos (salario mínimo, rentas mínimas, cobertura sanitaria, pensiones mínimas) con la pretensión de hacer escalar a la población por encima de la línea de determinado umbral de consumos.

Esta pretensión eternamente incumplida de extender la riqueza implica la presunción de vivir en un mundo de recursos infinitos, con una tecnología omnipotente –sólo hay que esperar que encuentre la solución– y cargado de buena voluntad, en el que todos los seres humanos podremos alcanzar niveles altos en los consumos que nos satisfacen.

Sin embargo en un mundo lleno en el que la capacidad de carga del planeta ha sido superada hace ya años [5], en el que no está asegurada la soberanía alimentaria de una mayoría, en el que los recursos más elementales como el aire o el agua limpios empiezan a escasear y está en duda la supervivencia de las próximas generaciones, no es admisible mantener esta pretensión de enriquecimiento.

Parece obvio que la eliminación de la pobreza no es posible sin atajar drásticamente los altos niveles de devastación y de consumo de buena parte de la población del norte. La lucha contra la riqueza en el sentido económico de la palabra, que presupone hurto y despilfarro, será mucho más urgente y más eficaz que la supuesta y siempre fracasada lucha contra la pobreza.

Desde un análisis ecologista y desde la consideración de un planeta limitado en materiales que ha tocado techo, es irresponsable pretender un aumento de consumos necesarios en una parte de la población, sin abordar una disminución radical de consumos en aquella otra parte que extiende su huella ecológica mucho más allá de sus fronteras. Dicho de otro modo, en la lucha contra la pobreza es necesario incorporar a las estrategias de mínimos, las estrategias de máximos. Imaginemos unas políticas que asuman la limitación y definan un umbral máximo en el uso de determinados recursos, unas políticas de máximos que fijen límites por arriba: consumos máximos de agua, de energía, rentas máximas... No es fácil imaginar estas prácticas en un mundo gobernado por la economía de mercado y el capitalismo que contempla con horror cualquier regulación del consumo. Y, sin embargo, puede ser la única propuesta honrada con quienes sufren, con quienes sufrirán la miseria y con todos los y las habitantes del planeta.