Escrito por Lucha de Clases / CMI Venezuela |
Martes 13 de Septiembre de 2011 |
Revisa también las partes anteriores de este documento: Parte I - Parte II
El Congreso Extraordinario
En el mes de Septiembre del 2009 se convocó a elecciones por la base de delegados y delegadas a un congreso extraordinario del partido, ya que, durante el congreso fundacional, la dirección nacional evitó reiteradas veces la discusión de los documentos fundamentales del partido, entre ellos la Declaración de Principios del PSUV. En ese sentido, la presión de las delegadas (os) de base logró que se acordara convocar para el año siguiente a un próximo congreso “ideológico” del partido a fin de discutir a fondo dichos documentos. Dicho acuerdo incluso quedó plasmado en la propuesta de Declaración de Principios presentada hacia el final del Congreso Fundacional.
Es así como el 15 de Noviembre del 2010, se desarrollaron elecciones de delegadas (os) en todas las parroquias del país, a fin de instalar el congreso el siguiente viernes 21 de Noviembre. Ahora bien, habiendo podido observar la radicalización a la izquierda de cientos de delegadas (os) durante el desarrollo de los debates congresuales en el fundacional, la dirección nacional aprendió las lecciones del primer congreso y tomó varias medidas que limitaron fuertemente la participación de la militancia dentro del congreso.
En primer lugar, mientras el número de afiliados al partido se incrementó en casi dos millones de afiliados en el período comprendido entre el congreso fundacional y el extraordinario, el número de delegadas (os) al nuevo congreso pasó de 1681 delegadas (os) a tan sólo 772 delegadas (os) a nivel nacional, lo que limitó fuertemente la participación de todas las tendencias locales que no se apegaran a la línea impuesta por la burocracia y fueran minoritarias desde el punto de vista numérico. En ciudades como Guarenas y Guatire, en el Edo. Miranda, se pudo observar esto ya que para el primer congreso en Guarenas las delegadas (os) de base no alineados con la burocracia local del gobernador, el alcalde y algunos concejales, lograron obtener 4 de 9 delegadas (os), mientras que para el congreso extraordinario sólo pudieron obtener un delegado. En Guatire fue peor, ya que las tendencias locales independientes de la burocracia lograron la mayoría para el primer congreso, y para el nuevo congreso pasaron a ser minoría.
A esta fuerte limitación impuesta por la dirección nacional, debemos sumarle otras políticas antidemocráticas que fueron aplicadas a lo largo del congreso, como por ejemplo, la prohibición de formar mesas de trabajo entre delegados y delegadas de distintos estados del país. Mientras en el congreso fundacional las mesas de trabajo eran abiertas para delegadas (os) de todo el país, en este congreso sólo se pudieron conformar mesas de trabajo con delegadas (os) del mismo estado, es decir, una mesa de trabajo por cada estado del país.
Consideramos que esta medida tomada por la dirección nacional del partido tuvo el objetivo de evitar y bloquear cualquier posibilidad de que delegados y delegadas provenientes de distintos estados del país y no alineados con la burocracia se articularan, lo que hubiese contribuido al fortalecimiento de una tendencia nacional de izquierda dentro del PSUV, independiente de la línea de la burocracia. El hecho de que muchos delegados y delegadas independientes de la burocracia se hayan articulado a la hora de plantear y defender puntos de vista similares en la discusión de la declaración de principios o en otros temas de importancia durante el congreso fundacional, previno a la dirección nacional para este congreso.
Asimismo, fueron muy pocas las plenarias reales en el congreso. Cada vez que se convocaba a los delegados y delegadas a una plenaria lo que se hacía era sentarlos a todos y realizar ponencias sobre temas diversos. Al principio los temas eran relativos a la coyuntura nacional, como veremos más adelante, y luego, se invitó a algunos “intelectuales de izquierda” a realizar ponencias sobre el socialismo, cuando no eran los propios miembros de la dirección quienes daban lo discursos. En ninguna de estas “plenarias” participaban los delegados y delegadas en forma alguna, sólo podían sentarse a escuchar, no había debate.
En segundo lugar, el congreso estuvo fuertemente caracterizado por una irresponsable improvisación. La dirección nacional del PSUV nunca llegó a presentar con antelación una agenda de debate que permitiera a la militancia en general y a las distintas tendencias locales independientes de la burocracia, preparar su agitación, propaganda y documentos políticos a fin de que pudieran plantear y defender sus posiciones y puntos de vista al momento en que se abriera el debate sobre los documentos fundamentales del partido.
Más aún, ante la ausencia de una agenda de debate pública entre la militancia y presentada con antelación, aparecía un nuevo tema de debate cada fin de semana, y en lugar de discutir los temas esenciales del congreso y que constituyeron la razón fundamental de su convocatoria, muchas veces los temas de discusión política en el país llegaron a ser los principales temas de debate en el congreso: la crisis energética, la creación de la policía nacional, el ataque salvaje del sionismo contra la flotilla humanitaria en la franja de Gaza, y el método de selección de los candidatos psuvistas a las elecciones parlamentarias de Septiembre fueron algunos de los principales temas de discusión.
Todo este clima de fuertes limitaciones al debate abierto de ideas y a la participación, unido a la fuerte improvisación ya mencionada, generó una fuerte desmoralización entre las delegadas (os) de todo el país. Ya a los cuatro meses de haber iniciado el congreso, dejaron de venir a caracas los delegados (as) del interior, y cada vez había más ausencias y deserciones en el congreso, al punto que algunos fines de semana, hacia el final del congreso, apenas asistían el 30% de las delegadas (os) de todo del país a las sesiones en la capital.
Sin embargo, muchos delegados y delegadas honestas y no alineadas a la burocracia reformista batallaron hasta el final por lograr radicalizar a la izquierda los principios y sobre todo el programa del partido. En este sentido debemos decir que si bien las bases programáticas del PSUV, tal y como fueron aprobadas al final del congreso, no contemplan la radicalización y profundización de la expropiación de latifundios privados, que todavía constituyen 4.000.000 de hectáreas a nivel nacional, ni tampoco plantea la nacionalización de los bancos, ni plantea tampoco la utilización del partido como instrumento revolucionario para el establecimiento del control obrero dentro de las empresas privadas y estatales, sí se logró que en el programa del partido se contemple la nacionalización de la propiedad monopólica nacional y extranjera, que de llevarse a la práctica tendría fuertes implicaciones en la nacionalización de la industria privada nacional y transnacional:
"Bases del modelo productivo de transición al socialismo B.- Formas de Propiedad: 1.-Eliminación de la propiedad monopólica nacional y extranjera sobre los medios de producción”(*)
Asimismo, en varias secciones del programa se pone sobre la mesa la discusión de la necesidad de socializar la propiedad de los medios de producción, por ejemplo en la página 53 cuando se plantea:
“La superación del capitalismo Sólo es posible avanzar en la eliminación del capitalismo si se eliminan las relaciones sociales de producción basadas en la explotación del trabajo ajeno y, por consiguiente, si eliminan los procesos de acumulación privada del capital basados en la ganancia producida por la explotación del trabajo”
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