LA CRISIS MUNDIAL CAPITALISTA DEJA VER LA NECESIDAD DE LA REVOLUCIÓN
Continúa la crisis económica mundial del capitalismo, la más desastrosa de su historia, por ser la crisis de un régimen económico basado en la explotación asalariada y en avanzado estado de agonía. Sigue desordenando la economía de todos los países y en todas las ramas de la producción. Sigue quebrando ya no solo empresas y bancos, sino países enteros como Grecia e Irlanda, en beneficio de acumular y concentrar aún más el capital, en unas cuantas potencias imperialistas y sus grandes grupos monopolistas.
Es una crisis larga y con leves recuperaciones como la del año pasado, saludada a gritos por los dueños del capital, cuyas ilusiones en los billonarios rescates de empresas, bancos y países caídos en bancarrota, han sido apenas flor de un día ante esta poderosa ley económica del capitalismo que muestra en la superficie de la sociedad, el profundo y agudo antagonismo entre la producción mundial cada vez más colectiva y su apropiación cada vez más privada; contradicción que resolverán los proletarios dueños de la fuerza de trabajo, cuando decidan levantarse en revolución contra todo el poder de los capitalistas.
Los capitalistas ocultan celosamente que son ellos los exclusivos beneficiarios de la leve y momentánea recuperación económica, que sobre todo los dueños de los bancos han acumulado tantas ganancias, que su capital financiero ya no solamente sobra en los países imperialistas sino en todos los países, y es el yugo más pesado y tenebroso que hoy esclaviza y succiona el trabajo de la sociedad.
Los parásitos ricachones encubren que tras la recuperación económica está el incremento de sus ganancias, y tras ellas, el aumento de la explotación del trabajo social, y principalmente la superexplotación del proletariado mundial, empeorando la insoportable situación de miles de millones de trabajadores, asfixiados por el aumento en la intensidad del trabajo, rebaja de salarios, subida de impuestos, recorte de auxilios, servicios públicos y prestaciones, despidos en masa y persecución política por el hecho de ser simples obreros inmigrantes en los países imperialistas.
Pero contra la voluntad y deseos de los haraganes capitalistas, en una bella paradoja histórica, la leve y momentánea recuperación de la economía aviva la crisis económica mundial; porque en vez de aminorar, agranda las desigualdades del sistema capitalista, polariza las contradicciones mundiales del imperialismo, y con ello, profundiza la crisis social apresurando la necesidad de la revolución.
La leve recuperación económica al agravar la crisis social y aumentar el desempleo mundial, agudiza la contradicción fundamental del capitalismo entre el trabajo cada vez más social y la apropiación cada vez más privada, justamente la causa más profunda de las crisis económicas… la causa económica de la derrota definitiva del sistema mundial de la explotación asalariada.
Los imperialistas, desesperados e impotentes ante las leyes que impulsan la sociedad hacia el socialismo, pretenden eludirlas quemando fuerzas productivas y amasando ganancias con la industria militar en una nueva guerra mundial, empujados por el desarrollo desigual de sus países y el irrefrenable apetito explotador de repartirse el mundo ya repartido, peligro ante el cual el proletariado debe levantar siempre su bandera internacionalista: ¡O la Revolución detiene la guerra o la guerra desata la Revolución!
Como internacionalista debe seguir siendo la portentosa movilización de millones de proletarios y trabajadores contra el costo social de la crisis, contra las cada vez más reaccionarias políticas de los imperialistas, contra las dóciles reformas antiobreras y antipopulares de sus lacayos en los países oprimidos, contra la blandenguería de los partidos y jefes oportunistas, traidores vende-obreros que en épocas de crisis muestran descaradamente su compromiso con la burguesía y el capital, aceptando la supresión de la contratación colectiva, la rebaja de salarios y los despidos con el pretexto de salvar las empresas de los capitalistas; o incluso sirviendo de relevos en los gobiernos burgueses, en calidad de curanderos del sistema y protectores de la explotación asalariada, prestos a maquillar de “izquierda democrática” la dictadura de los capitalistas y ejercerla a sangre y fuego contra la rebeldía obrera y popular.
Bienvenido sea el despertar del movimiento obrero europeo, que rubrica el peso principal en el mundo de la contradicción entre el proletariado y la burguesía, que alienta la tendencia a la revolución también en los países imperialistas, a condición de organizar partidos comunistas de vanguardia en cada país, como parte del partido mundial del proletariado, la Internacional Comunista de nuevo tipo.
Apoyo mundial y victoria a las guerras populares, a cuya cabeza marcha hoy la Guerra Popular en la India, dirigida por el proletariado a través de su Partido, construyendo un nuevo poder en la perspectiva de la destrucción total del Estado reaccionario, y la consolidación de un nuevo Estado de dictadura de obreros y campesinos, como una forma de la Dictadura del Proletariado, única capaz de liberar no solamente a los países oprimidos, sino de rescatar a la sociedad mundial del atolladero en que la ha sumido el imperialismo, de salvar a la naturaleza de la destrucción capitalista, y de emancipar al proletariado mundial emancipando a toda la humanidad.
La crisis económica mundial enseña en carne viva, las lacras y el parasitismo burgués del imperialismo, fase superior y última del sistema capitalista que ya no necesita la sociedad en ningún país del mundo, puesto que habiendo socializado la producción, la propiedad privada sobre los medios de producción pasa a ser un estorbo en el progreso de la humanidad.
Las rebeliones, huelgas y manifestaciones de las masas obreras y populares, representan la resistencia espontánea de los trabajadores contra los desastres causados por la crisis; y en el fondo expresan la necesidad de las fuerzas productivas mundiales, de romper las relaciones sociales de explotación asalariada que las constriñen, asfixian y destruyen; pero no basta la simple lucha de resistencia, es indispensable y necesaria la lucha política de las masas que por su propia mano y mediante la violencia revolucionaria, derroquen el poder político del Estado reaccionario, instrumento y salvaguarda de las relaciones de explotación.
Las luchas revolucionarias y guerras populares dirigidas por los partidos comunistas del proletariado, abren paso en el camino que falta por recorrer, el de la construcción y consolidación de partidos comunistas marxistas leninistas maoístas en cada país y también de una nueva Internacional, cuya construcción es apremiante necesidad y condición indispensable para que las corrientes de la Revolución Proletaria Mundial, se conviertan en formidable tempestad que barra de la faz de la tierra el caduco sistema capitalista mundial de la explotación asalariada y cualquier otra forma de explotación del hombre por el hombre, que instaure el gobierno de la Dictadura del Proletariado, último tipo de Estado necesario para aplastar por la fuerza a los explotadores, suprimir para siempre su propiedad privada sobre los medios de producción y con ella, su privilegio de vivir a cuenta del sudor y sufrimiento del trabajo ajeno.
¡Más allá del imperialismo sólo sigue la revolución proletaria! ¡Proletarios del Mundo, Uníos!
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