jueves, 27 de septiembre de 2012

Aun no ha cerrado la campaña electoral, pero ya hay un gran derrotado: El PSUV

Aun no ha cerrado la campaña electoral, pero ya hay un gran derrotado: El PSUV

x Leandro Lev

Este pueblo saldrá a votar por Chávez, fundamentalmente porque no quiere nada con el capital y su sistema. Pero tampoco quiere nada con los burócratas

Por aquellos tiempos cuando Hugo Chávez lanzó el llamado para que algunos partidos se disolvieran y se fusionaran en un partido único, muchas fuerzas y tendencias proclives a la revolución y la izquierda en general, abrieron un debate al respecto, sumándose algunos finalmente y negándose otros. Había muchas dudas entre militantes y simpatizantes del proceso, pues bastante se aducía el temor a que se impusiese un pensamiento único en una instancia donde coincidiría cualquier variedad de pensamiento e ideologías políticas.

Sin embargo, se hizo un gran esfuerzo y mucha gente que incluso jamás había tenido militancia partidista, se sumó a aquel llamado, con toda la iniciativa y disposición de aportar y construir una instancia que inspirara, fijara y elaborara políticas en aras de consolidar el proceso revolucionario. Masiva fue la inscripción en el que entonces pasó a convertirse en el partido político más grande de Venezuela: el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Era un reflejo más de un país en el que hacia ya algunos años, la mayoría de sus habitantes habían decidido cambiar, pues para muchos sumarse al llamado del presidente y hacerse miembro del partido, significaba una gran posibilidad de demostrar que abundaban las ideas que les rondaban en su cabeza y querían cuando menos proponerlas y debatirlas, que se les escuchara, que se les atendiera. Muchos se sumaron con la firme convicción que el gran partido que surgía de una propuesta inicial del propio presidente, se convertiría en el gran instrumento que guiara al pueblo en su afán emancipador y por ello se consolidarían en tal espacio las grandes tesis del pueblo luchador y revolucionario Venezolano. Pero una cosa fue el propósito de una gran mayoría de la base social del proceso revolucionario y otra muy distinta lo que pudo fraguarse en esa extensión partidista, donde militar realmente, se convirtió en una autentica quimera.

El primer gran obstáculo, fue que nunca se logro una disociación gobierno-PSUV que era más que necesaria. Un verdadero partido político no debe ser apéndice jamás de ninguna otra instancia, pero más obstáculo aun fue, cuando desde las bases se manifestaba tal apreciación y desde las estructuras de dirección solo contestaban con desden, o mejor dicho: siguen contestando, a lo poco que queda en su seno, con más carácter administrado que cualquier otra cosa.

La razón como arte, la dialéctica, la democracia y la libre participación se convirtieron en una ilusión, casi llegando a espejismo en el corazón del que inicialmente creyó el pueblo, era su partido. Por contrario, la precisa realidad nos mostró que el ventajismo, la zancadilla, el maltrato y la burocratización serian el conjunto de operaciones imperantes desde su fundación hasta lo que tristemente es hoy. Un resultado final, que nos aboca a experiencias históricas muy lamentables.

La gran realidad de hoy es que el PSUV es un cascaron vació. Y como variante de ese resultado, están las derrotas electorales que hemos recibido desde su constitución. Es un partido que se parece al gobierno y ni minimamente al proceso revolucionario: dicho proceso esta muy vivo, a pesar de los burócratas, a pesar del PSUV.

En el 2007 perdimos la reforma, en el 2008 perdimos gobernaciones y alcaldías que “eran nuestras” y en el 2010 en las elecciones parlamentarias, como todo el mundo sabe sacamos menos votos que la derecha, aunque eso pudo disfrazarse obteniendo mas diputados que ellos. Esto puede notarse en síntesis, en el pobre carácter político y de movilización de la presente campaña presidencial, campaña que a la vez refleja el descontento, la desmotivación y el distanciamiento moral y ético que hay entre los jefes burócratas del gobierno (que a la vez son ministros, diputados y como no, jefes del PSUV… ah, y de una vaina que llaman polo patriótico, si mal no estoy) y el pueblo.

Sin embargo, consecuentemente este pueblo saldrá a votar por Chávez, fundamentalmente porque no quiere nada con el capital y su sistema. Pero tampoco quiere nada con los burócratas, esos mismos que repiten y repiten que tienen un partido con casi 8 millones de inscritos pero que jamás han convocado una mínima movilización independiente, sino siempre cabalgando sobre la figura de Hugo Chávez, pero cada vez con movilizaciones mas exiguas, que ya ni dar discursos inspiran. Saquen sus conclusiones, sobre quien puede estar derrotado ya, a 2 semanas del 7-O.

Venezuela: los dilemas de octubre

Venezuela: los dilemas de octubre
x Néstor Kohan - La Haine

El imperialismo y sus burguesías serviles quieren barrer completamente del mapa la insolencia de un militar latinoamericano, mestizo y bolivariano, antimperialista

(para DEBATE SOCIALISTA)

La derecha argentina viaja a Venezuela a empujar contra Chávez.

El PRO, partido liderado por el empresario Mauricio Macri, que aglutina lo más rancio del viejo videlismo (referencia a la dictadura militar del general Videla) junto con todo lo “nuevo” del empresariado capitalista que supo promover el neoliberalismo de los últimos 20 años, se juega abiertamente a voltear a Chávez.

¿Hacen mal? No! Hacen muy bien. De forma transparente admiten públicamente que en Venezuela se juega una batalla internacional. La derecha es nítida, definida y no se confunde. La izquierda del continente debería hacer exactamente lo mismo en un sentido opuesto. No perder el rumbo ni paralizarse ante lo borroso de la letra chica o confundirse con las limitaciones del proceso bolivariano. La disyuntiva es clara y no es válido mirar para el costado. Hay que apoyar a Chávez y el proceso bolivariano profundizando las transformaciones en dirección al socialismo.

Pero la urgencia de las elecciones de octubre y la necesidad imperiosa de la victoria electoral no deben confundirnos. El combate en Venezuela no es sólo electoral. El imperialismo estadounidense (bajo el disfraz sonriente y “multicultural” del presidente Obama, igual de guerrerista que los anteriores mandatarios yanquis), la gran burguesía venezolana y sus socios políticos están desplegando un plan extra-electoral destinado a sabotear el proceso y/o desconocer los resultados. Planean desestabilizar hasta lograr los mismos objetivos intervensionistas que en Libia o en Siria. Por ello mismo, la solidaridad con la revolución bolivariana debe expresarse en todos los escenarios de lucha hasta garantizar la derrota definitiva de esos esfuerzos sediciosos y la profundización y extensión definitiva del tránsito hacia el socialismo.

Los dilemas de octubre se inscriben en un condensado nudo geopolítico. El imperialismo y sus burguesías serviles quieren barrer completamente del mapa la insolencia de un militar latinoamericano, mestizo y bolivariano, antimperialista y admirador del Che Guevara, que los desobedece y los desafía desde hace dos décadas. Necesitan imperiosamente recuperar la renta petrolera y “ordenar” el norte de Sudamérica, desplazando a Chávez, neutralizando y desarmando de una buena vez a las FARC-EP y regando el continente de nuevas bases militares que garanticen su monopolio sobre los recursos naturales. Frente a esa ofensiva imperial, la geopolítica bolivariana no debería quedar satisfecha con el UNASUR y la unidad institucional de los estados. A largo plazo, lo que definirá la pulseada será la unidad de los pueblos (incluyendo a sus expresiones sociales e insurgentes), no sólo los pactos entre los estados. Los apretones de mano con Santos, presidente corrupto y asesino, no frenarán el paramilitarismo y el lumpenaje de la burguesía colombiana ni garantizarán una estabilidad duradera en la región mientras las fuerzas armadas colombianas sigan manteniendo medio millón de soldados criollos —dirigidos en vivo y en directo por generales yanquis y asesores israelíes— que amenazan con invadir Venezuela si se profundiza el camino al socialismo. Que siga existiendo el bolivarianismo de las FARC-EP como punta de lanza del movimiento popular colombiano es la mejor garantía para que Venezuela no sea invadida por Estados Unidos a través del vecino ejército colombiano.

La unidad continental de los pueblos es la clave del triunfo bolivariano a escala internacional (ninguna revolución puede triunfar aislada, en un solo país). En lo nacional, en cambio, la lucha de clases se expresa en todos los terrenos, no sólo en lo electoral (sin duda el más visible). La segura victoria de Chávez en octubre no debe hacernos olvidar que al interior del proceso bolivariano también hay conflicto. Un segmento que apoya al líder histórico de la revolución bolivariana, aun manteniendo la retórica oficial, hace todo lo que puede (y más) para retardar o esquivar la opción socialista. Día a día pretende “inventar” seudo alternativas, siempre calificadas como “populares”, “autogestionarias” y “bolivarianas” para no profundizar el camino al socialismo. Como si se pudiera marchar al socialismo siendo amigo de todo el mundo y socializando sólo los márgenes de la sociedad (aquellos que no molestan al mercado ni interesan a las grandes empresas porque no son rentables). Como si se pudiera construir la transición al socialismo sin confrontar con los millonarios de la burguesía y el empresariado.

Uno de los grandes desafíos del presidente Chávez y de todo el proceso bolivariano, posterior al seguro triunfo electoral de octubre, consiste en apoyarse en la organización política de las clases populares, explotadas y sulbalternas (su principal y más leal fuerza de lucha) e ir encontrando formas concretas de gestión de la propiedad estatal o nacionalizada que debiliten socialmente el enemigo escuálido y sienten las primeras bases económicas de la transición socialista. Hay que golpear y debilitar a los escuálidos no sólo en la retórica, en la comunicación, en las urnas y en la sensibilidad cultural (algo fundamental e imprescindible) sino también en las columnas vertebrales del mercado capitalista de la economía venezolana. Para vencer al tigre hay que animarse a ponerle sal en la cola. O se enfrenta a la burguesía debilitándola socialmente o la burguesía terminará por devorarse al proceso bolivariano como le ocurrió a la revolución sandinista en 1990. No se puede “civilizar a la burguesía” (expresión poco feliz de Tomás Borge en 1986). ¡Hay que enfrentarla y derrotarla!

Chávez lo puede hacer. Le sobra energía, proyecto, valentía y decisión política. Incluso puso en riesgo su propia vida (recordemos el golpe de estado y la digna actitud que entonces asumió, tan distinta de la pusilanimidad y la cobardía de la mayor parte de la elite política de América Latina). Su decisión personal no es lo único que aquí juega. La revolución bolivariana se apoya en muchos logros que van más allá del liderazgo carismático de un individuo:

* Internacionalizó la disputa política y cultural al punto de involucrar a todo un continente en cada una de las peleas sociales internas de Venezuela.

* Politizó completamente a la sociedad: hasta el más indiferente o distraído hoy debe pronunciarse (a favor o en contra). Quedó atrás la era del “pragmatismo eficientista” y la despolitización posmoderna de las masas populares que recorrió no sólo Venezuela sino toda Nuestra América en los años 90.

* Recuperó una mirada histórica (bolivariana) de nuestra identidad popular poniendo en crisis el individualismo cínico del posmodernismo que nos invitaba tramposamente a desconfiar de “los grandes relatos” y a vivir al día, pensando únicamente en consumir, sin ideales, sin historia y sin proyectos colectivos.

* Relegitimó los símbolos, la cultura y la tradición política del socialismo, que eran una mala palabra demoníaca en los años ’90.

* Redistribuyó la renta petrolera en los sectores populares y en proyectos políticos regionales, cuando antes era un botín de guerra de la burguesía venezolana destinado a su consumo frívolo y suntuario.

* Reinstaló una opción antimperialista a nivel regional y continental, incluso diríamos mundial, estableciendo vínculos con muchos pueblos y gobiernos del mundo (los “malos” en el lenguaje hollywoodense de las administraciones norteamericanas), desde América Latina hasta África y Asia.

Por todo eso, resulta vital apoyar resueltamente la continuidad del proyecto encarnado por Chávez al mismo tiempo que se torna impostergable la profundización de la revolución bolivariana apuntando a la expropiación de las grandes fortunas, las grandes firmas, los grandes bancos y las grandes empresas (nacionales y extranjeras). Si la revolución bolivariana no marcha al socialismo de una vez por todas —socializando en serio las grandes empresas, nacionalizando las palancas fundamentales de la economía y estableciendo, contra la regulación mercantil, una planificación socialista de gran escala, más allá incluso del ámbito nacional hacia lo regional a través del ALBA—, necesariamente retrocederá y será derrotada por sus enemigos históricos, internos y externos.

No será tendiéndole la mano al presidente Santos, vecino perverso, hipócrita y siniestro, ni poniendo nuevamente la mejilla a las amenazas golpistas escuálidas de la derecha venezolana que amagan con patear el tablero si no ganan las elecciones, como se profundizará la revolución. No es hora de prestar la oreja a los mansos y tramposos socialdemócratas que en nombre del «realismo» siempre aconsejan aminorar la marcha —como hicieron en Chile en 1973, en Nicaragua en 1990 y así de seguido— para terminar, invariablemente… en la derrota. No. El comandante Chavez y la revolución bolivariana deben aprovechar esta crisis mundial del capitalismo y la actual debilidad de los EEUU y de Europa occidental para apretar el acelerador. No sólo el pueblo venezolano sino todos los pueblos del mundo estamos atentos. Lo que se juega en esta disputa tendrá sin duda repercusiones mucho más allá de la tierra natal de Simón Bolívar.

Ex alcalde Barreto en Maracaibo: “Redes aportará tres millones de votos para la reelección de Chávez”

Ex alcalde Barreto en Maracaibo: “Redes aportará tres millones de votos para la reelección de Chávez


El coordinador nacional del movimiento Redes, Juan Barreto, visitó el estado Zulia para sostener una reunión con la militancia de ese partido que forma parte del Gran Polo Patriótico (GPP)y que apoya la reelección del presidente Hugo Chávez. Aseguró en rueda de prensa “vamos a ser la gran sorpresa, el gran fenómeno político electoral de esta campaña. Estamos alrededor de un 15 por ciento y esos números hay que mejorarlos. Tenemos que trabajar para la construcción de este proyecto revolucionario, porque Redes es un movimiento que nace de las bases y que poco a poco se ha ido arraigando en el pueblo”.

Para el ex alcalde “la construcción del socialismo no es fácil y tiene que ser producto del esfuerzo y de la voluntad”. En tal sentido sostiene que Redes nació para impulsar los consejos comunales y los gobiernos comunales y para llegar a distintos espacios públicos donde está presente la comunidad y el pueblo.

Admite que ” somos una organización pequeña y joven. Apenas sacaremos una votación de dos o tres millones de votos, mientras que en el Zulia esperamos sacar unos 300 mil votos. Pero eso nos garantiza que somos un movimiento de movimientos y lo más posible es que llevemos un candidato propio a las gobernaciones”.

Barreto, se refirió a la relación que tiene con el candidato a la gobernación del Zulia y diputado, Francisco Arias Cárdenas, de la cual dijo que siempre ha sido cordial y muy cercana, desde el 4 de febrero de 1992. Aseguró que en todos los estados están integrados y trabajando por el triunfo de Hugo Chávez y desestimó las críticas que se han hecho en el Zulia acerca de una supuesta exclusión del partido de las planificaciones del GPP.



Chávez ganaría elecciones presidenciales con ventaja de casi 20 puntos sobre Capriles

Chávez ganaría elecciones presidenciales con ventaja de casi 20 puntos sobre Capriles

“Existe es una contienda muy apasionada, ambos candidatos han estado muy activos”. Chávez con un “arraigo y fervor en los sectores populares” y Capriles con “movilidad geográfica”, afirmó Juan Escorza

 

A pocos días de la contienda electoral, la firma privada Internacional Consulting Services (ICS) mostró los resultados más recientes de su estudio en los que Hugo Chávez resultaría ganador de las elecciones presidenciales del 07 de octubre con más del 60% de los votos.

El presidente de la encuestadora InternacionalConsulting Services (ICS), Juan Escorza, aseguró este jueves que de acuerdo a un estudio realizado recientemente, el candidato Hugo Chávez ganaría las elecciones presidenciales con 62,8 por ciento, mientras que el candidato opositor Henrique Capriles Radonski obtendría 39,2 por ciento.

En entrevista para teleSUR, Escorza explicó que“hay una ventaja importante de Hugo Chávez frente a Henrique Carpiles y esa ventaja está por el orden de 19,7 por ciento”.

Resaltó que “existe es una contienda muy apasionada, ambos candidatos han estado muy activos”. Chávez con un “arraigo y fervor en los sectores populares” y Capriles con “movilidad geográfica”.

Subrayó que un gran porcentaje de venezolanos, 30,9 por ciento, confía en el Consejo Nacional Electoral (CNE).

A tan sólo 10 días de los comicios, las diferentes encuestadores nacionales e internacionales siguen mostrando los resultados de los estudios realizados y en todos el candidato Hugo Chávez resultaría ganador con una amplia brecha en las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre, dejando atrás a Henrique Capriles Radonski.

Días luminosos en Venezuela

Días luminosos en Venezuela
Por: Toby Valderrama

Se aproximan días brillantes en Venezuela. El 7 de octubre marcará la entrada a un nuevo periodo histórico: 2013 será un año de definición para el proceso revolucionario, y lo que pase el 7 lo determinará en gran medida. Hagamos un poco de historia, indaguemos cómo llegamos hasta esta hora crucial.

Con el arribo de Hugo Chávez al gobierno, el país entra en una turbulencia política, la vieja hegemonía del pacto de Punto Fijo, una especie de Concertación que sirvió a la burguesía para estabilizar su dominación durante casi medio siglo, estalló en pedazos y se abrió la pugna por la conducción de la nación.

Muchas etapas ha vivido la revolución. Al principio, la hegemonía la tuvo la derecha civil y militar. Chávez era poco menos que un prisionero aislado dentro del palacio de gobierno. Luego, derrotada la derecha golpista, el peso de la conducción nacional lo ejerció la pequeña burguesía, tremendista, oscilante en sus planteamientos y capitalista en su accionar. La lucha interna recrudeció. Esta corriente morigeró la marcha hacia el socialismo a la que Chávez convocó al país, planteó extravíos, transiciones que durarían siglos, convivencias con el capitalismo, organización egoísta. De esta manera infligió un duro golpe a la conciencia del deber social, al sentido de sociedad de las masas, pilar fundamental del socialismo.

Podemos resumir estas etapas de la revolución como las de un enfrentamiento entre corrientes no socialistas, entre facciones del capitalismo que simultáneamente ofreció holgura, grietas para el avance, la maduración de las ideas y de las fuerzas revolucionarias. La revolución, aún dirigida por la pequeña burguesía, pudo derrotar los intentos de la burguesía desplazada del poder. Lo hizo en el golpe de abril (2002) y en el sabotaje petrolero (2002-2003). De esta forma, y con una alta renta petrolera, pudo desarrollar con cierta comodidad su proyecto.

La pequeña burguesía en el poder rápidamente comenzó a tener dificultades en la aplicación de su proyecto de sociedad. Tenía que tenerlas. Su ideología no le permite ir más allá del capitalismo, a lo sumo pretende humanizarlo, pero sin éxito. Sólo consigue proponer cambios que dejan intacta la ética capitalista, el egoísmo y, simultáneamente, arropa su incapacidad con un discurso estridente, seudorrevolucionario. Podemos decir que aquí se cumple el axioma “todos los caminos del egoísmo conducen al capitalismo”. La pequeña burguesía se aleja cada vez más del socialismo, no puede avanzar y al no hacerlo se confunde con la burguesía desplazada. Se puede diferenciar sólo en las formas, no en el fondo, para terminar, después de un largo rodeo, contribuyendo con los intereses del capitalismo, de la burguesía. Así debilita a la revolución y abre paso a la restauración del capitalismo, cruenta o pacíficamente.

En medio de este enfrentamiento interburgués, la clase obrera, que al principio peleaba bajo la dirección de la pequeña burguesía, comienza a dar pasos hacia su concientización, hacia el encuentro con su ideología revolucionaria que ahora la impulsa a superar el economicismo. Aparece así un fenómeno alentador: en el seno de la clase obrera ocurre la batalla ideológica más importante de toda la historia de la revolución. Por primera vez la ideología proletaria, la verdaderamente socialista, entra en combate y se riega rápidamente en el corazón de la clase obrera, la dota de sus propias metas, la encuentra con su papel histórico: liberar a toda la sociedad del trabajo enajenado, de la hegemonía del egoísmo de la propiedad no social de los medios de producción, avanzar hacia el socialismo.

CAPITALISMO VS. SOCIALISMO

El combate se plantea ahora por primera vez entre el capitalismo en sus diversas variantes, representado conspicuamente por Henrique Capriles, que con desfachatez plantea el impulso a la propiedad privada de los medios de producción, la privatización de la petrolera y las empresas básicas de Guayana. Cultiva los sentimientos más viles, el egoísmo llevado a niveles de demencia. Propone que no nos preocupemos por el planeta, por la vida en peligro de extinción, sino que sólo veamos lo mezquino de un falso bienestar inmediato a costa de cualquier otra consideración. Es el capitalismo salvaje en su expresión fascista, enfrentado a Chávez, a la clase obrera, a una revolución que después de largo camino encontró a su clase motora que le da fuerza para, como decían los clásicos, “tomar el cielo por asalto”, fundar un mundo con la mayor suma de felicidad posible.

El momento es estelar, nunca antes la clase obrera había estado tan preparada para asumir su papel histórico, nunca antes las condiciones habían sido tan propicias para el avance hacia la liberación de la sociedad, hacia el socialismo.

Es claro que los días que vendrán serán de enfrentamiento. Es importante precisar ¿quiénes, cuáles clases participarán en la pugna? Veamos.

Primero encontramos a los pequeñoburgueses dentro del proceso queriendo morigerar las contradicciones, ignorarlas. Su proyecto ahora es regresar a una especie de Concertación, de pacto de Punto Fijo, una recomposición con diferentes caras de la dominación burguesa. Hablan sólo de “democracia burguesa”, olvidan con desfachatez que el camino es hacia el socialismo; lo esconden. Después del fracaso de su proyecto inviable, regresan a su lugar natural: el capitalismo. Ya han avanzado mucho en la concertación económica, plantean con desparpajo convivencia y estimulación del capitalismo criollo, procuran crearse una imagen inofensiva para el capital, una “revolución” permitida. Trabajan en la concertación política. Al lado de los pequeñoburgueses internos encontramos a los tradicionales políticos de derecha y centro que representan a sectores de la pequeña burguesía externa al proceso, tendiendo puentes hacia el neopacto.

LA CLASE OBRERA

La situación de la clase obrera es de estudio obligado para entender cuál será el futuro. Encontramos una fracción aún dominada por los dirigentes economicistas, que oscilan entre la falta de arraigo en las bases obreras, la gestión del reparto de la renta petrolera y la necesidad de participar, de acompañar al proceso revolucionario que no comprenden, no lo sienten suyo. Al contrario, lo contraponen con sus costumbres y su ideología economicista, están sumergidos en la lógica del capital. A su lado vemos una fracción anarcoide que no comprende los cambios en la política nacional, las posibilidades revolucionarias que representa el Comandante Chávez, y se confinan en una suerte de control obrero que termina siendo una forma “eficaz” de reclamar una parte de la renta petrolera, y de debilitar la posibilidad socialista. Así se apartan de la política, de la disputa de la hegemonía para la revolución, del encuentro con su papel histórico. Esta fracción se encuentra principalmente en las empresas básicas de Guayana, donde se pueden ver obreros exigiendo dividendos en empresas que no han dado ganancias, o sindicatos de obreros accionistas de empresas del Estado.

Los obreros petroleros son la esperanza: allí se detecta el esfuerzo por desperezarse de años de adormidera; hay trabajo voluntario, se forman sindicatos políticos, se intenta otra relación con el trato de las reivindicaciones, se entiende que el propietario es la sociedad. Pero, sobre todo, se toma conciencia del papel que deben cumplir en esta etapa: ayudar al avance hacia el socialismo, ser ejemplo, ser guía en esa marcha, irradiar su ideología al resto de la sociedad.

A la burguesía la habitan dos tendencias principales: los que antes dieron un golpe de Estado, sabotearon la industria petrolera, pero ahora transitan, con poco éxito, la vía electoral, y los que no creen en la vía electoral y se mueven en la preparación de un zarpazo fascista. Las dos tendencias tienen vasos comunicantes y se fusionarán de acuerdo al éxito que cada una vaya alcanzando en los próximos días.

¿CUALES SON LAS

POSIBILIDADES FUTURAS?

Es arriesgado ejercer la adivinación, pero hay elementos para plantear algunas posibilidades. Veamos.

Una, el día de las elecciones la derecha se adelanta y presenta resultados no oficiales: este gesto que será refrendado por sus adláteres en el norte, decreta una desobediencia civil que no sabemos quién la apoye y hasta dónde pueda llegar. Hay declaraciones que afirman esta conjetura: Ricardo Hausman, asesor de Capriles, declara al diario El Mercurio de Chile que cuentan con un “ejército” de 200 mil militantes desplegados en las mesas electorales que recogerán los resultados, y la dirección burguesa los dará antes que el Consejo Nacional Electoral. Además, la dirección de derecha no reconoce la autoridad del Consejo Nacional Electoral y hablan sin tapujos que el gobierno prepara un fraude.

Segunda posibilidad, el ala no electoral ensaya saboteo, buscando producir un efecto Madrid, un hecho extraordinario que produzca un giro en las encuestas, o precipite un golpe de Estado. Esta posibilidad siempre está presente, más aún cuando el país tiene una posición soberana que no toleran los gringos, ni los israelíes, ni los gobiernos de la ultraderecha europea.

Tercera posibilidad, Chávez gana por estrecho margen, en este caso se dispara un escenario similar a la primera posibilidad, el gobierno se debilita y es terreno fértil para el golpe o el pacto; en los dos casos el socialismo será relegado, la revolución retrocede.

Cuarta posibilidad, Chávez gana por amplio margen, el gobierno se fortalece, y en su interior ocurre una feroz lucha de clases, se formarán dos bloque principales: uno, los pequeñoburgueses y los obreros economicistas reclamarán para ellos los méritos del triunfo, intentarán implantar su camino como el correcto. El socialismo será confinado a la ocasional retórica. Dos, los obreros conscientes profundizarán su estudio y su acción política y aprovecharán las condiciones favorables para impulsar un frente histórico socialista. Su avance será acelerado, las condiciones lo permitirán. De la conducta de esta fracción, de su acierto político, de su voluntad de unidad, de entrega, de su valentía para romper con el economicismo y confiar en la altura de miras de la masa, dependerá el destino de la revolución.

Queda una quinta posibilidad, “gana Capriles”. Ni la consideramos, no es posible. Su candidatura muestra unas encuestas lánguidas, y en lugar de avanzar se deteriora, se cae a pedazos. Connotados oportunistas abandonan esa candidatura, y ya sabemos que son los oportunistas los primeros en abandonar los barcos que sienten en graves dificultades.

La revolución necesita un gran triunfo el 7 de octubre, esa será la manera de abrir con fuerza el periodo de lucha interna entre el socialismo y la restauración capitalista. Serán días brillantes, de definición. El triunfo dependerá de la agudeza teórica, práctica, de los revolucionarios, de la clase obrera consciente.

Chávez con su actitud, con su tino político, su alto sentimiento amoroso, ha conseguido llevarnos a esta confrontación final, definitoria. Nunca la revolución había avanzado tanto en este país y quizá en el continente. Nunca había conseguido crear las condiciones para un triunfo definitivo. Ahora es deber de los revolucionarios, de los obreros, apoyarlo con la teoría y la práctica en la hermosa tarea de consolidar la posibilidad socialista. Las condiciones son brillantes, hay oportunidad magnífica para el cambio radical, vivimos días luminosos para la revolución. Tenemos un líder: Chávez; tenemos un pueblo que ha dado muestras de desprendimiento y altruismo a través de la historia y reúne las condiciones espirituales para entender el sentimiento socialista, y tenemos las ideas justas, correctas. No hay excusas para detenernos.

TOBY VALDERRAMA

Chávez ganará el 7 de octubre

Chávez ganará el 7 de octubre


Chávez y Pepe Mujica

El presidente uruguayo José “Pepe” Mujica le deseo buena salud al mandatario venezolano Hugo Chávez y dijo que cree que ganará las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre.

“Mi expectativa es que Chávez viva, que esté fuerte y que vaya para adelante, y creo que va a ganar“, afirmó Mujica .

Mujica, que mantiene una relación de amistad de años con el presidente venezolano, dijo a diez días de las elecciones que puede ser “complicado” el futuro de Venezuela sin Chávez.

“Esa es una de las causas por las cuales me incliné porque Venezuela entrara ahora al Mercosur“, afirmó.

Mujica, de 77 años y segundo presidente de izquierda en la historia de Uruguay, admitió que para algunos puede sonar “exagerado” esa posible desestabilización.

Sin embargo, en su habitual estilo alejado del protocolo, estimó que “no lo es si se tiene en cuenta que a todos los países petroleros se la dieron (golpearon o intervinieron)”.

La oposición huele a azufre

La oposición huele a azufre


Se le ha rogado a los santos que el cáncer que padece el presidente Chávez se apiade de la oposición y mantenga al “demonio” fuera de la lucha electoral. Y más, no tan solo fuera de la lucha electoral. La apología de la muerte por encargo –a dios, en este caso, así en la tierra como en el cielo- es distintiva de la desesperación de las clases dominantes. Nunca mejor aquella definición de vieja data: “no hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado”.

Casi en su totalidad, la oposición trabaja a destajo, carne y uña con la gusanera de Miami, la CIA disfrazada de caperucita en múltiples espacios culturales y con ONGs, inconfundiblemente caritativas y docentes en temas diversos: democracia de mercado, sus bondades; sociedad civil al servicio del derecho individual, por encima de los derechos sociales, y sociedad de consumo diferenciada en “categorías” fácilmente explicables por el cretinismo político: siempre hubieron pobres, hambre y miseria.

Trabaja de prisa la oposición, en la suma de voluntades: personajes pertenecientes a grupos paramilitares colombianos –mercenarios- y la “soldadesca mediática” de los Aznar, en Madrid, los Berlusconi, en Italia, los Murdoch –más sus réplicas guerreristas- por doquier, y la mafia transnacional de los Bush, activa promotora, entre otras, del incendio del planeta, en dependencia del Pentágono y en asociación con pequeñas y ágiles unidades de planificación y ejecución del crimen organizado.

A marcha acelerada trabaja la oposición: el 7 de octubre está a la vuelta de la esquina y nada indica que haya divinidad alguna, ni conjunción astrológica posible, que pueda impedir el triunfo de Chávez: “Corazón del pueblo”, al decir de la canción que cantan millones y millones de venezolanas y venezolanos.

La oposición al presidente Chávez huele a azufre. Como la prensa que, montada en el accidente de la refinería de Amuay, sentencia el final de la Revolución Bolivariana, tras responsabilizar de los hechos al gobierno del presidente Chávez y a Fidel Castro, como mentor ideológico. Eso sí es tomar la historia por los pelos mientras se sangra por la herida, lejos de poder echarle mano –como en otros tiempos- a la caja de PDVSA, sistemáticamente saqueada por la burguesía venezolana y sus mandantes: las compañías del rubro, con sede en EE.UU.

Desparpajos y obscenidades están en el orden del día de la prensa opositora a Chávez. Así como el boca a boca injuriante que, con formato de diálogo, actúan una cocinera y un cocinero en una casa de comidas: ella pregunta, en voz alta, si se sabe en qué lugar de Venezuela se está despareciendo a los niños. “En toda Venezuela”, responde el hombre, deseoso de ser oído más allá del lugar donde conversan. Se trata de la mentira, incesante, con sus variantes autóctonas. Recuérdese que la propaganda nazi-fascista, muy expandida y perfeccionada en EE.UU., nunca dejó de decir que en Cuba “se comen a los niños”.

La oposición carga a sablazos envenenados contra Chávez y su gobierno. La oposición carga contra todo lo que en la República Bolivariana de Venezuela –y en el mundo entero- le oponga dignidad a la barbarie.

Con el 7 de octubre a tiro de piedra, hay que hacer crecer la idea de que habrá fraude. La oposición machaca y machaca. “Fraude” es la divisa que más y mejor agita la burguesía venezolana.

“Fraude” es lo que mandó a gritar el imperialismo, en una campaña que recorre la globalización neoliberal y que, por los cuatro costados, huele a azufre. Tanto o más que aquel día en el que Hugo Chávez denunciara la existencia de “ese olor” en el edificio de la ONU, poco después de que George W. Bush dejara su estela: expresión tácita y explícita del terrorismo de Estado y de mercado.

Juan Carlos Camaño Periodista argentino.

Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).