El arpa de la muerte
JUANCA ROMERO HASMEN | Santa Cruz
El miedo es uno de los instintos más primitivo y de fuerte arraigo en el ser humano. Desde los tiempos envueltos en la oscuridad y la desazón, el hombre se escondía de las sombras y sentía auténtico pavor por cerrar los ojos al caer la noche y enfrentarse a la posibilidad de no volverlos a abrir más. Y en ese amplio surtido de miedos, encontramos los más elementales y algunos otros sofisticados, adornados por la impronta creativa de la cada vez más desarrollada imaginación. Pero es evidente que son aquellos terrores más cotidianos los que provocan que las víctimas del miedo sucumban a sus garras; las guerras, el hambre, el sufrimiento, la muerte…
A este grupo, y en las últimas décadas, se han sumado los neo miedos como a la manipulación genética, al terrorismo tecnológico, a los atentados químicos, etc. Entre esas supuestas o posibles amenazas encontramos miedos con denominación de origen, como el asunto que nos ocupa y al que se denomina Haarp, que se corresponde con High Frequency Active Auroral Research Program, o lo que es lo mismo, el programa de investigación de aurora activa de alta frecuencia. Oficialmente, este proyecto tiene como objetivo estudiar las propiedades de la ionosfera y potenciar los avances tecnológicos para mejorar las radiocomunicaciones y los sistemas de vigilancia balística de alto nivel, dicho de otro modo, la detección de misiles. ¿Dónde están sus instalaciones y como funciona este interesantísimo programa científico? Haarp tiene su principal estación de investigación en Alaska, concretamente cerca de una localidad llamada Gakona. El proyecto comenzó en la década de los 90, incluyendo entre sus trabajos el estudio de la ionosfera y como ésta afecta a las señales de radio, buscando vías para reducir este perjuicio. Haarp consta de 180 antenas en una superficie total de alrededor de 142.000 metros cuadrados, y una capacidad de potencia radiada total de unos 3.600 kilovatios, o lo que es lo mismo, casi cuatro millones de vatios. Uno de los aspectos más polémicos y a los que se agarra la masa conspiranoica, es el relacionado con las fuentes de financiación del programa, llegando en gran medida desde la US Army, la Darpa (Defense Advanced Research Projects Agency), la US Navy y otros organismos militares americanos.
¿Financiación militar para un programa eminentemente científico?
En el plano militar, para las comunicaciones inalámbricas de larga distancia o usas satélites artificiales o rebotas la señal contra la ionosfera, precisamente esto último es el eje del estudio de Haarp. Parece más que lógico que el ámbito militar necesite estar al tanto de estos avances y por tanto se vean en la necesidad de aportar la financiación necesaria. No cabe duda que este tejido electromagnético bien desplegado, ejerce de paraguas protector sobre el territorio norteamericano, aislándolo de posibles incursiones balísticas llegadas desde el espacio (misiles y cualquier otra agresión similar). Así pues, llegados a este punto y siendo fiel al sentido de este espacio escrito dedicado a los enigmas y misterios, adentrémonos en los entresijos de la conspiración, en las informaciones que intentan avalar el uso del proyecto con fines cien por cien militares y con claras intenciones de control climático.
Arpa
Este arpa no lo tocan los ángeles es el título que en 1995 le pusieron el físico Nick Begich y la periodista Jeanne Manning a una documentada investigación sobre el Haarp. Arpa viene del parecido entre el nombre en siglas del programa y la palabra anglosajona Harp que significa precisamente arpa. Así, algunos ecologistas del ámbito más duro utilizaron el juego de palabras para denominarlo como el arpa del diablo o el arpa de la muerte. En síntesis estas hipótesis medioambientalistas y pacifistas vienen a decir que el ejército de los Estados Unidos, evidentemente amparado por su gobierno, utiliza esta brutal fuerza energética para que rebotándola la ionosfera, pueda regresar a un punto concreto del planeta y modificar las condiciones climáticas en ese enclave. Pero estos postulados van mucho más allá, afirmando que incluso se puede manipular el psiquismo en una porción de población concreta, pudiendo originarles desde pequeños trastornos mentales hasta “el desarrollo de facultades paranormales”. Manteniéndonos en este fino hilo, no son pocas las corrientes anti Haarp que asignan el sello experimental a fenómenos como el tsumani de Indonesia, terremotos como el de Chile o Japón y a grandes huracanes como el Katrina o el Wilma. En este sentido, llaman poderosamente la atención unas declaraciones del periodista Benjamín Fulford, en las que un año antes de la catástrofe en Japón, afirmaba lo siguiente: “El pasado año me entrevisté con Heizo Takenaka, antiguo ministro de finanzas de Japón. Le pregunté sobre el por qué había dado el control del sistema de finanzas japonés a un grupo de oligarcas americanos y europeos. Él y su enviado me dijeron que fue porque Japón había sido amenazado con una máquina de hacer terremotos. No me lo creí en aquel momento”. Las investigaciones y declaraciones de Fulford no nos pueden dejar indiferentes. ¿Amenazó el gobierno norteamericano al japonés y por qué? Al parecer, y siempre apuntando al planteamiento conspiranoico, EE.UU. ve como poco a poco se va quedando aislado en los tratados económicos internacionales, mientras que China y Japón trazan lazos de colaboración en este sentido. En este reguero de arriesgados planteamientos y por qué no decirlo, posibles paranoias, podemos encontrar llamativas asociaciones de acontecimientos. El tsunami de Indonesia coincide con la petición norteamericana al gobierno indonesio para que abriese los estrechos de Makala y que se uniesen a la lucha contra el terrorismo. Tras el tsunami aceptaron la propuesta a pesar de la negativa inicial. Llama la atención conocer como la marina americana, francesa e inglesa ya estaban preparados en la zona con abastecimiento de alimentos. China ha conseguido el control de la economía internacional, firmando potentes acuerdos con países como India, Rusia, Brasil y acercando los negocios con Japón. ¿Tiene algo que ver el terremoto de China en 2008 o el de Japón de 2011?
Este arpa no lo tocan los ángeles es el título que en 1995 le pusieron el físico Nick Begich y la periodista Jeanne Manning a una documentada investigación sobre el Haarp. Arpa viene del parecido entre el nombre en siglas del programa y la palabra anglosajona Harp que significa precisamente arpa. Así, algunos ecologistas del ámbito más duro utilizaron el juego de palabras para denominarlo como el arpa del diablo o el arpa de la muerte. En síntesis estas hipótesis medioambientalistas y pacifistas vienen a decir que el ejército de los Estados Unidos, evidentemente amparado por su gobierno, utiliza esta brutal fuerza energética para que rebotándola la ionosfera, pueda regresar a un punto concreto del planeta y modificar las condiciones climáticas en ese enclave. Pero estos postulados van mucho más allá, afirmando que incluso se puede manipular el psiquismo en una porción de población concreta, pudiendo originarles desde pequeños trastornos mentales hasta “el desarrollo de facultades paranormales”. Manteniéndonos en este fino hilo, no son pocas las corrientes anti Haarp que asignan el sello experimental a fenómenos como el tsumani de Indonesia, terremotos como el de Chile o Japón y a grandes huracanes como el Katrina o el Wilma. En este sentido, llaman poderosamente la atención unas declaraciones del periodista Benjamín Fulford, en las que un año antes de la catástrofe en Japón, afirmaba lo siguiente: “El pasado año me entrevisté con Heizo Takenaka, antiguo ministro de finanzas de Japón. Le pregunté sobre el por qué había dado el control del sistema de finanzas japonés a un grupo de oligarcas americanos y europeos. Él y su enviado me dijeron que fue porque Japón había sido amenazado con una máquina de hacer terremotos. No me lo creí en aquel momento”. Las investigaciones y declaraciones de Fulford no nos pueden dejar indiferentes. ¿Amenazó el gobierno norteamericano al japonés y por qué? Al parecer, y siempre apuntando al planteamiento conspiranoico, EE.UU. ve como poco a poco se va quedando aislado en los tratados económicos internacionales, mientras que China y Japón trazan lazos de colaboración en este sentido. En este reguero de arriesgados planteamientos y por qué no decirlo, posibles paranoias, podemos encontrar llamativas asociaciones de acontecimientos. El tsunami de Indonesia coincide con la petición norteamericana al gobierno indonesio para que abriese los estrechos de Makala y que se uniesen a la lucha contra el terrorismo. Tras el tsunami aceptaron la propuesta a pesar de la negativa inicial. Llama la atención conocer como la marina americana, francesa e inglesa ya estaban preparados en la zona con abastecimiento de alimentos. China ha conseguido el control de la economía internacional, firmando potentes acuerdos con países como India, Rusia, Brasil y acercando los negocios con Japón. ¿Tiene algo que ver el terremoto de China en 2008 o el de Japón de 2011?
Doy por hecho lo fangoso del terreno en el que nos movemos. Todo lo que se desplaza en torno a los poderes ocultos de los gobiernos, y apuntando a lo que decía al comienzo de estas líneas, ataca directamente a nuestros miedos. Pero sigamos nuestro recorrido por los suburbios de Haarp, por los derroteros más oscuros y desdibujados. Como suele ocurrir en con estos asuntos cercanos a lo indemostrable, se van añadiendo al saco todo lo que cabe, y en él encontramos la muerte masiva de aves, peces, la proliferación de catástrofes medioambientales, etc. Lo que está claro es que no todo se llama Haarp ni tiene que tener de forma obligada relación con este programa científico y sus supuestas utilidades encubiertas. No podemos caer en el remolino que nos lleva a pensar que hasta la necesidad de comer, asearnos, dormir o que un dolor de cabeza provocado por la ingesta de alcohol tiene algo que ver con manipulaciones mentales o similares prácticas. Tampoco podemos ocultar la posibilidad de que las fuerzas militares de las grandes potencias del mundo deseen tener la sartén por el mango y que para ello se hayan estipulado algunos daños colaterales, tal y como ya ha ocurrido a lo largo de la historia, y al ejemplo de las guerras mundiales y la guerra fría me remito. Manipulaciones genéticas, infraestructuras experimentales en las que poco o nada se sabe sobre lo que ocurre en su interior, implantaciones demostradas de chips en determinados individuos de la población… los santos no hacen a los ejércitos y nunca una guerra se ha ganado de forma limpia, eso es algo que no podemos olvidar. Quizá deberíamos ignorar lo que aquí hemos leído, o quizá esta página debería convertirse en el inicio de una búsqueda curiosa de información que nos conduzca hasta la luz. Muchos de los grandes avances científicos han tenido su germen en la carrera armamentística, y hoy disfrutamos de ellos con total normalidad. Pero en los límites es donde se encuentra el aprendizaje. Traspasar esas líneas solo aporta grandes desgracias y nichos llenos.
Aprendamos.
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