x Adrián Figueroa León
Uno de los detonantes de las aventuras golpistas es la oposición a un conjunto de medidas, especialmente la Ley Orgánica de Hidrocarburos y la Ley Orgánica de Tierras
| Rebelión
Durante estos últimos 13 años la Revolución Bolivariana ha tenido que derrotar diversas agresiones, sabotajes, conspiraciones, guarimbas, guerras mediáticas, intentonas de golpes de estado y magnicidios orquestados por el imperio norteamericano así como representaciones apátridas de Fedecamaras, la CTV, Militares y hasta la propia iglesia, quienes forman parte de la extrema derecha y se encuentran agrupadas en la cúpula de la llamada (MUD).
Durante estos últimos 13 años la Revolución Bolivariana ha tenido que derrotar diversas agresiones, sabotajes, conspiraciones, guarimbas, guerras mediáticas, intentonas de golpes de estado y magnicidios orquestados por el imperio norteamericano así como representaciones apátridas de Fedecamaras, la CTV, Militares y hasta la propia iglesia, quienes forman parte de la extrema derecha y se encuentran agrupadas en la cúpula de la llamada (MUD).
Todas estas situaciones fueron anticipadas por el Manifiesto Comunista (1848) que registra la argumentación ideológica y el planteamiento de la lucha de clases sociales. Así lo confirma la realidad de nuestro país, donde se está librando una intensa lucha clasista a nivel nacional e internacional.
El pasado 2 de diciembre se cumplieron 9 años desde que la meritocracia petrolera paralizó la principal industria de nuestro país con la finalidad de intentar detener el proceso revolucionario y derrocar al gobierno bolivariano elegido por la mayoría del pueblo venezolano.
Es importante recordar que el nefasto sabotaje petrolero dejó un saldo superior a 20.000 millones de dólares[1] en pérdidas a la nación como consecuencia de la paralización de las actividades en nuestra principal industria. La producción petrolera pasó de 3.000.000 de barriles diarios a tan sólo 25.000 barriles diarios[2], se paralizaron las refinerías, gasoductos y los puertos de embarque.
Hasta el año 2002, PDVSA estaba prácticamente secuestrada por las élites gerenciales de la meritocracia petrolera, quienes conducían una empresa que estaba en contradicción con los intereses del Pueblo Venezolano, y apuntaban a una segura privatización de la principal industria del país con sus políticas de tercerización y outsourcing.
Con la llamada apertura petrolera se estableció una serie de políticas y prácticas que favorecieron los intereses de las grandes empresas transnacionales que operaban en el país y que durante todo el siglo pasado saquearon nuestras reservas de hidrocarburos generando adicionalmente un gran pasivo ambiental en complicidad con los gobiernos corruptos adeco-copeyanos de turno.
La trágica apertura petrolera ideada por los meritócratas de la vieja PDVSA tuvo varias fases[3] que vale la pena desenmascar; el primero de ellos fue la llamada “internacionalización” donde la tecnocracia petrolera en perjuicio del pueblo venezolano, promovió negocios en otros países como por ejemplo EEUU y Alemania, adquiriendo circuitos de refinerías que dejaron poco beneficio al Estado Venezolano. En la segunda fase se comienza a privatizar sistemáticamente la producción petrolera a través de la asignación de áreas de producción en el marco de los convenios operativos y las asociaciones estratégicas, haciendo además un uso irracional de nuestro petróleo. La tercera fase de la apertura petrolera tiene que ver con el tratamiento irracional que se le dio a la Faja Petrolífera del Orinoco, el reservorio de petróleo más grande del planeta, el cual fue desconocido por la gestión de la vieja PDVSA, quienes decían sistemáticamente que era una acumulación de bitumen, atentando contra los intereses de la nación, el pueblo venezolano y hasta de la OPEP.
Antes de la llegada del Gobierno Bolivariano se había desarrollado un esquema entreguista de la industria petrolera, donde los intereses de las empresas transnacionales controlaban a nuestra principal industria y hasta el antiguo Ministerio de Energía y Minas.
Promovieron la idea que los barriles de la Faja no eran petróleo sino bitumen y se vendían a precio de referencia de carbón, 4 USD aproximadamente.
Los gringos estaban al frente de los convenios operativos y PDVSA no tenía la mayoría accionaria, igualmente se implantó un régimen fiscal que en nada favorecía al pueblo venezolano, tan solo se pagaba el 34% de impuesto como cualquier actividad comercial y el 1% por concepto de regalías, es decir, no se pagaba la tasa vigente del 16,66%).
Cualquier disputa relacionada con los antiguos convenios operativos se decidían en jurisdicción internacional como por ejemplo, los casos que se suscribieron con las operadoras Exxon Mobil, Chevron-Texaco y la Conoco Phillips por tan solo mencionar algunas.
Al mismo tiempo que llega el Gobierno Bolivariano al poder como mandato del ejercicio popular, debemos recordar que comienza toda una gesta golpista desde diversos sectores. Uno de éstos, fue la meritocracia petrolera que actuaron en forma premeditada, bajo el hilo conductor del imperio norteamericano, en complicidad con generales golpistas, cúpulas empresariales y sindicales, así como las organizaciones no gubernamentales (intermediarios de la CIA), iniciaron el 2 de diciembre de 2002 un paro-sabotaje petrolero que duro 63 días que dejó un trágico saldo para el pueblo venezolano, que pretendió derrocar al Presidente Chávez, abolir la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y consagrar a PDVSA en un Estado dentro de un Estado.
Debemos recordar que uno de los detonantes de las aventuras golpistas, es la oposición a un conjunto de medidas tomadas por el Gobierno Bolivariano en el marco de 49 leyes habilitantes, especialmente la Ley Orgánica de Hidrocarburos y la Ley Orgánica de Tierras, las cuales venían a rescatar nuestra Soberanía Petrolera y a liquidar el modo de producción latifundista.
A partir de la derrota del sabotaje petrolero, logramos una victoria popular que permitió liberarnos de la injerencia norteamericana en la conducción de nuestra política petrolera y sus empresas transnacionales, que durante un siglo esquilmaron nuestras riquezas petroleras.
Con el surgimiento de la nueva PDVSA, se comienza a consolidar la Siembra del Petróleo o como lo diría el Dr. Álvaro Silva Calderón, la “internalización del petróleo”, al mismo tiempo se impulsa la política de Plena Soberanía Petrolera, la cual restituye al Estado y el Pueblo Venezolano el control sobre el uso y aprovechamiento de los hidrocarburos, que nos permita avanzar para desarrollarnos integralmente en lo económico y socioproductivo, alcanzar una estructura social incluyente, desarrollo de una nueva estructura socioterritorial, diversificar nuestras relaciones y quebrar la dependencia de potencias norteamericanas y europeas.
Hemos alcanzado importantes logros en el marco de nuestra Plena Soberanía Petrolera, como por ejemplo la restitución de un régimen fiscal que asegura la maximización de la captura y la distribución de la renta petrolera, al mismo tiempo la Cuantificación y Certificación de 296.500 millones de barriles de petróleo a lo largo de la Faja Petrolífera del Orinoco, la cual cuenta con una extensión de 55.314 km2, con cuatro (4) grandes áreas (Boyacá, Junín, Ayacucho y Carabobo) ubicadas al sur de los estados Monagas, Anzoátegui y Guárico.
Ciertamente, tenemos las mayores reservas de petróleo del mundo y una de las más importantes de gas, para darle un uso revolucionario, sin embargo no podemos perder de vista que el enemigo de los pueblos, el imperio norteamericano, es el mayor depredador y genocida de este planeta, quien con tan sólo el 1% de la población mundial consume el 25%[4] de la energía que se produce. Además, está alrededor del mundo desde el siglo pasado, provocando agresiones, guerras, e intervenciones militares con el propósito de tener el control de los recursos petroleros, gasíferos e hídricos.
Son muchas las tareas que tenemos por delante, expresadas en el Plan Siembra Petrolera, el cual se articula muy bien con el Proyecto Nacional Simón Bolívar o Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación, sin embargo una de las tareas más importantes es la defensa de nuestra industria petrolera, de nuestra soberanía nacional, para seguir sembrando el socialismo.
¡Luchar hasta Vencer! ¡No Pasarán !
(*) Militante de la Revolución Bolivariana
Notas
[1] Cifra suministrada por el Presidente Chávez en la rueda de prensa 06.12.2011
[2] PDVSA, Revista Petróleos en dos tiempos, 2010
[3] PDVSA, Revista Petróleos en dos tiempos, 2010.
[4] Series Discursos, PDVSA, No 9, 2011
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