La ola de calor, que mantiene hoy en alerta a 29 provincias españolas, ha pulverizado en los últimos días los récords registrados en junio en diversas localidades españolas. En Jaén se alcanzaron los 42,5 grados centígrados, la máxima absoluta de todas las máximas en cualquier época del año, aunque la temperatura más alta se registró en el aeropuerto de Córdoba: 44,1 grados. También en Madrid se superó la máxima de junio anteayer al llegar a los 39,8 grados y unas mínimas que no bajaron de 24,4 grados.
El sofocante calor vivido en estos días en España no es una novedad para los afar, un pueblo nómada de Etiopía que vive en el desierto de Danakil, al norte del país. Allí, junto al volcán Dallol, el más bajo de la tierra, se levantó un pueblo minero que ha quedado en la historia como el lugar habitado más cálido del mundo. Dallol cuenta con una temperatura media anual de 34,4ºC., según los registros que se efectuaron entre los años 1960 y 1966, antes de que se abandonara el asentamiento tras extraer 50.000 toneladas de silvina.
La mayor temperatura ambiental en un día también se registró en África, aunque en el desierto de El Aziziyah, en Libia. Fue el 13 de septiembre de 1922. En el interior de la estación meteorológica que mantenían unos exploradores europeos en la región se alcanzaron los 57,8ºC. Fuera, al sol, se calcula que habría unos 66ºC. La estación se encontraba junto a una fuente de agua, por lo que se cree que en el desierto se pudieron superar ese día los 70ºC.
El Valle de la Muerte, en California (Estados Unidos), está considerado como otro de los lugares más calientes del planeta. El 10 de julio de 1913 se registraron los 56,6ºC. El récord no se ha vuelto a repetir, pero sí temperaturas de más de 50ºC. «Yo lo comparo con el calor que sale al abrir un horno de cocina en su máxima temperatura, o al ponerse un secador de pelo directamente en la cara», señala en la web Soho.com uno de los guardabosques del lugar.
En el Valle de la Muerte se celebra cada año un maratón de 217 kilómetros en el que más de uno se ha fundido literalmente las suelas de las zapatillas ya que la temperatura del asfalto alcanza los 80ºC. Nada que ver con los 50 grados bajo cero a los que sobreviven los últimos nómadas de Mongolia con los que el enviado especial de ABC Pablo M. Díez pasó una jornada en las las montañas de Chuluut.
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