Venezuela está al borde de un round decisivo como el que afrontó en 2002
En pleno paro petrolero, la extinta Coordinadora Democrática prometía que mantendría los programas sociales y que no perseguiría a los chavistas, como lo hace hoy “el hombre de la escalera”, recordó Germán Sánchez Otero
“Las flores que engalanan la primavera venezolana brotan esta vez sitiadas de espinas”, escribió, en su libro La nube negra, golpe petrolero en Venezuela, Germán Sánchez Otero en referencia al mes de mayo de 2002, cuando después del 11 de abril, el chavismo y la oposición medían sus fuerzas en las calles de Caracas; “fue como una especie de primer round en una pelea de revancha”.
La confrontación se mantiene en el país, aunque en otras circunstancias. La pelea tendrá un momento crucial en la contienda electoral del 7 de octubre de este año. “En la contrarrevolución están los mismos buitres que participaron en el golpe de Estado de abril y en el paro petrolero que comenzó el 2 de diciembre de 2002”, alertó Sánchez Otero que llegó a Caracas la semana pasada desde La Habana para presentar y promover su reciente obra.
El exembajador de Cuba en Venezuela recordó el discurso de Fidel Castro en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela el 3 de febrero de 1999, un día después de tomar posesión de la presidencia Hugo Chávez. El líder cubano le dijo ese día al pueblo venezolano que “no pierdan esta oportunidad histórica”.
Apenas tres años después, el pueblo demostró por la vía de los hechos, agregó Sánchez Otero, su madurez y la conciencia histórica de que no podía perder esa nueva oportunidad. El 7 de octubre de 2012 es otro round. “Muy parecido a aquel penumbroso 2002”, acotó.
“En pleno paro petrolero, la extinta Coordinadora Democrática enviaba, a través de los medios de comunicación, mensajes a la población de que no se preocuparan, que iban a continuar los planes sociales, que pacificarían el país y no le pasarían cuentas a los que eran bolivarianos. Tal como el “hombre de la escalera” lo hace ahora a nombre de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y de todas las fuerzas que lo apoyan.
-¿Si se consiguiera al “hombre de la escalera” que le diría?
-Prefiero no conseguirlo (Risas).
-La llamada meritocracia que manejaba Petróleos de Venezuela (Pdvsa), junto a la CTV y Fedecámaras, decidió que el paro fuera indefinido y detuvieron las operaciones de la industria. ¿Estados Unidos hubiera aguantado más tiempo sin el despacho de 1,5 millones de barriles por día que le enviaba Venezuela?
-No podían. Ese paro tenía un plazo máximo de 15 días. El propio Luis Giusti, expresidente de Pdvsa, cabeza de la meritocracia y vocero de la burguesía y del Gobierno estadounidense, publicó en el diarioEl Universal, una semana antes del paro, que era imposible que un presidente resistiera en el poder la parálisis de la industria. Indudablemente, ellos habían planificado comerse las hallacas sin Chávez, porque el plan era tan diabólico que no concebía que un país no colapsara sin gasolina, sin bombonas de gas y con ese grado de enfrentamiento en las calles, con la mayoría de los medios comunicación en contra, sin programación normal. Es imposible que ese escenario que ellos idearon, según la apreciación que tenían, hubiese sido soportado por gobierno alguno. Lo que buscaban era que el Primer Mandatario renunciara y los militares asumieran el mando, para convocar unas elecciones anticipadas.
-Usted dijo en la presentación de su libro que la contrarrevolución subestimó la resistencia y madurez del pueblo venezolano y la capacidad como estratega del presidente Chávez. ¿Fue eso suficiente?
-La oligarquía no entendió nunca lo que ocurrió en abril. Esa subestimación del pueblo se manifiesta en la altanería de una clase dominante que no quiere aceptar un proceso de transformación real de las condiciones de vida. Y aunque la Revolución no había logrado darle una buena parte de las soluciones a sus problemas, la gente sabía que Chávez era la esperanza. Nada es tan fundamental para el ser humano que la esperanza cierta de que le van a mejorar su calidad de vida. La oposición ignoró esa relación entre el líder y el pueblo, la cual se manifestó claramente el 13 de abril de 2002. No comprendieron ese sustento pasional, afectivo, de reconocimiento a los méritos del líder que había puesto a andar un proyecto de liberación definitiva de Venezuela.
SOPLAR PARA HACER BOTELLAS
-¿Le parece que la oposición cometió un error decisivo al menospreciar esa relación líder-pueblo?
-No solo ese, sino interpretar como una debilidad que después de abril Chávez quisiera buscar una reconciliación nacional. Entonces pensaron que el paro era como soplar un poco para que el proyecto bolivariano se fuera al abismo. Cometieron graves errores de apreciación, aunque Estados Unidos les recomendó una acción mucho mejor planificada, más coherente y cohesionada, con todos los cabos amarrados, después del fracaso de abril. Me recuerdo cuando el negociador de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria, que era un caballo de Troya de Estados Unidos, en la mesa de negociación trataba de ayudar a doblarle el brazo al Gobierno Bolivariano, mientras los medios de comunicación privados influenciaban a la gente como si fueran robots, mediante técnicas clásicas de guerra psicológica.
-¿Considera que el paro petrolero fue un plan mejor elaborado que el de abril?
-Los que escribieron esa obra de teatro y sus principales directores tenían la certeza de que era imposible que Chávez escapara de esa trampa que fue tenebrosa, por eso el nombre del libro, La nubenegra. Sin duda era una metáfora para darle la seña al lector de que se trataba de un plan oscuro contra el cual el pueblo tuvo que movilizar todas sus fuerzas y luces para atravesar esa penumbra. Sin olvidar lo que fue decisorio: los trabajadores de Pdvsa y los gerentes que se quedaron en sus puestos de trabajo para poner en funcionamiento de nuevo a la industria.
-Menciona también la capacidad del presidente Chávez para ganar tiempo.
-Entre el 13 de abril y el 2 de diciembre de 2002, el líder gana tiempo para reordenar, depurar y consolidar la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Sabía que contaba con el pueblo, pero en Pdvsa la cosa era complicada. Chávez trató de evitar una situación que se le escapara de las manos después de los hechos de abril. Pero al final vino lo inevitable y ahí se activó un plan de recuperación en el que demostró su capacidad de liderazgo y trabajo.
-¿La conquista de Pdvsa fue clave para afianzar la Revolución?
-Fue un paso decisivo para profundizar los planes sociales. Paradójicamente, sin el golpe petrolero no se hubiera dado, y es posible que no se hubiese tomado Pdvsa, el corazón de la economía venezolana; ni mucho menos, el posterior desarrollo, en tan corto plazo, de las misiones que requerían importantes recursos financieros.
-Hay quienes sostienen que después del paro petrolero la influencia de Cuba fue decisiva para la marcha de la Revolución Bolivariana. ¿Cuál es su apreciación?
-Diría que fue recíproca, no unidireccional, tampoco comenzó con el Gobierno Bolivariano. Antes del triunfo de la Revolución en Cuba, el pueblo venezolano se solidarizó con los guerrilleros en plena lucha contra la dictadura. Esa influencia ha sido mutua, a través del tiempo, como lo ha sido la solidaridad. Por eso se creó el Movimiento de Solidaridad Mutua Cuba-Venezuela. Esa es la historia de los dos países desde el siglo XIX. Se ha manipulado mucho a la gente, se le ha dado a esa colaboración una connotación demoníaca, como las imágenes de los balseros que no reflejaban la realidad de la isla. Eso se derrumbó a través del contacto directo de los médicos cubanos con las clases populares de Venezuela, inclusive la clase media comenzó a recibir atención en los centros de diagnóstico integral. La Revolución Bolivariana tiene experiencias novedosísimas de las que hemos aprendido los cubanos.
-¿Cuáles?
-Las misiones sociales son un aporte de la Revolución Bolivariana con el que ustedes lograron hacer en menos tiempo que nosotros un cambio en la prestación de los servicios a la población. Por supuesto, se logró con el apoyo de Cuba, pero también porque había una revolución auténtica en Venezuela que supo asimilar el desarrollo científico y técnico cubano. Hubo una sinergia maravillosa. He sido testigo de la convivencia entre el pueblo y nuestros médicos, como si fueran familia. Es algo muy interesante que es necesario estudiarlo. Se dice fácil ahora. Es muy importante seguir mostrando el lado humano de las misiones sociales. Las cifras son importantes, pero considero fundamental las vivencias de la gente.
SE CONSIDERA UN REVOLUCIONARIO MÁS QUE ESCRITOR
Germán Sánchez Otero no se considera escritor o intelectual, sino un revolucionario que se formó en ese momento de la historia cubana “de mucha expansión de los sueños y la utopía que quería cambiarlo todo. Formo parte de esa generación que en 1961 nos fuimos a las montañas a alfabetizar a la gente. De 30% de analfabetismo que había en Cuba, cerca de 70% estaba en el campo. Vivimos desde seis a siete meses con los campesinos. Significó un vuelco en nuestras vidas. Fue el año que Cuba se declaró socialista y se tuvo que enfrentar a Estados Unidos por la invasión de mercenarios a Playa Girón”.
No es diplomático de carrera, se dedicó a la investigación y a la docencia universitaria y después a la política, participó en la dirección del Partido Comunista Cubano. “Cuando vine para Venezuela como embajador en 1994, en el Gobierno de Rafael Caldera, no fue difícil porque había estado muchas veces en el país. A partir del triunfo del presidente Hugo Chávez fui acumulando esas experiencias que, después de salir del país como embajador y regresar a Cuba, sentí la necesidad de conectarme con ustedes a través de la palabra escrita. Fue cuando salió Abril sin censura y, ahora, La nube negra”, explicó.
-Hay quienes sostienen que su salida de la embajada fue intempestiva y lo condenaron al silencio. ¿Es eso así?
-Estuve 15 años como embajador de Cuba en Venezuela, desde 1994 hasta 2009. En los 53 años de la historia revolucionaria cubana, he sido el que más años estuvo como titular de una delegación diplomática. Tan largo tiempo no fue por mis virtudes sino por las circunstancias históricas que me tocó vivir en este país. Fuimos sorprendidos por el triunfo de una Revolución y eso ameritó que siguiera. Cuando regreso me percaté de la necesidad de volver a mis raíces y me dediqué a trabajar en asuntos de partido, a escribir una novela sobre Cuba y a compartir con mi familia. Por eso hice ese silencio entre comillas. Mi vieja tiene 97 años y quiero compartir con ella.
PLANEA UN NUEVO LIBRO SOBRE LAS MISIONES SOCIALES
A Germán Sánchez Otero se le sale por los poros la dimensión humana que no deja de deslizar por su obra escrita, muy distante de los rígidos y hasta cablegráficos (por lo conciso) informes diplomáticos que se acostumbró a realizar en los 15 años que estuvo al frente de la Embajada de Cuba en Venezuela.
-En el acto de presentación del libro La nube negraen la sede de Pdvsa en La Campiña, el periodistaJosé Vicente Rangel le pidió que escribiera el librosobre la victoria popular del 7 de octubre. ¿Loescribirá?
-Lo escribiría a cuatro manos con José Vicente (Rangel), como él me sugirió (Risas). Lo que estoy pensando es un tercer libro que llevo muy adentro, como una especie de trilogía con Abrilsin censura y La nube negra. Se trata de las experiencias de las misiones sociales a través de la dramatización de las vivencias de las personas que intervienen en ese fenómeno humano e histórico.
-¿Cómo cultivó su vena literaria?
-Empecé a escribir de joven, sobre todo trabajos analíticos, desde una perspectiva sociológica, económica y filosófica. Me muevo en el conjunto de las ciencias sociales aplicadas a los temas contemporáneos de Cuba y América Latina, en algunos casos a los asuntos teóricos, por ejemplo, una crítica al gran autor de la sociología burguesa del siglo XX, Max Weber, o el neoliberalismo de la década de los 90. También una novela testimonial publicada el año pasado: El año de todos lo sueños(2011). Hasta llegar a Abril sin censura. Golpe de Estado en Venezuela y el reciente lanzamiento: La nubenegra, golpe petrolero en Venezuela.
El sociólogo cubano dijo que tuvo que realizar cerca de 61 entrevistas para escribir el libro La nubenegra, desde obreros hasta altos directivos de la industria. “Quedó mucho material fuera que quisiera más adelante recopilarlo en un libro sobre todo las entrevistas y esos testimonios”, agregó.
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