sábado, 14 de enero de 2012

Corrupción, pérdida de soberanía y guerra

Corrupción, pérdida de soberanía y guerra


Corrupción, pérdida de soberanía y guerra, son algunos de los elementos más significativos que caracterizan al actual panorama político, a nivel de Estado los dos primeros; y a nivel internacional el tercero.

La corrupción se configura, por si a alguien le quedaban dudas, como un elemento estructural consustancial al actual Régimen. Ya se sabe que en todos los sitios hay casos de corrupción, pero en el Estado Español, no es que haya casos mas o menos destacados, es que la corrupción es uno de los distintivos en el funcionamiento ordinario del Sistema, que encarna esta II Restauración Borbónica que estamos sufriendo y en la que están implicados, como práctica sistémica, desde los concejales de pequeñas poblaciones hasta la familia real en pleno. La corrupción, en este caso, no es una enfermedad que invade un cuerpo sano, no. Es el propio cuerpo del Régimen el generador y transmisor de esa patología social que es la corrupción.

Los casos últimamente más mediáticos: Urdangarín, Matas, Camps, ERE's de Andalucía con el caso Guerrero como el de mayor escándalo, son sencillamente síntomas y signos de un Régimen podrido cuyo único destino razonable debe de ser el de la liquidación.

Como dice el dicho castellano ''en todas partes cuecen habas, pero en algunas a calderadas''. Y cuando las habas se cuecen a calderadas es que la situación simplemente ha sobrepasado cualquier línea roja y ya no hay posible retorno.

La pérdida de soberanía: En paralelo al impulso a un proceso de recentralización y españolización estimulado por el PP, sectores muy significativos del PSOE y no despreciables, para sus dimensiones políticas, de IU, siguiendo las directrices del bloque dominante español, cuya finalidad es cortar los procesos de avance en el autogobierno de los Pueblos; el propio Estado Español, ese que teme a la soberanía popular de forma atávica, hace plenas y absolutas concesiones de la propia soberanía al eje Merkozy en determinados terrenos y al imperialismo anglo-americano en otros, convirtiendo al Estado Español en un puro marco para la gestión de los intereses de esos dos proyectos imperialistas.

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