Esta frase resume a la perfección la política imperialista de los EEUU. Están orgullosos de ello y seguirán cometiendo todo tipo de atrocidades para garantizar ese nivel de vida. O estas con ellos o estas contra ellos. Tienen la potestad para castigar a quien no sigue su batuta (el despiadado bloqueo a Cuba iniciado hace medio siglo es un claro ejemplo de ello).
Aseguran el status quo de sus clases altas mediante la invasión de países lejanos, utilizando como carne de cañón a soldados rasos salidos en su mayoría de las clases más desfavorecidas de la sociedad norteamericana.
Ahora se están marchando de Irak. Tras casi 9 años de brutal invasión, han dejado este país destrozado, más de 300.000 civiles inocentes han muerto (la cifra puede ser mucho mayor ya que no se sabe a ciencia cierta el número de víctimas desde 2003), el uranio empobrecido utilizado en algunas fases de la guerra está causando daños irreversibles en la población, y difícilmente Irak se podrá sobreponer algún día a esta barbarie. Todo ello con el fin de asegurarse el control de importantes zonas geoestratégicas y nutrir de suculentos beneficios a su industria armamentística y petrolera.
Su presidente, premio Nobel de la Paz en 2009, continúa permitiendo entre otras cosas, la invasión de Afganistán, la tortura e injusticia en Guantánamo (a pesar de que firmó en enero de 2009 la resolución para cerrar la prisión en el plazo de un año), y por supuesto sigue prestando su apoyo incondicional a la política genocida de Israel frente a Palestina.
El imperialismo de Estados Unidos no tiene límites. Lo próximo será Irán, de hecho ya están amenazando con invadirlo y de esta forma hacerse con el control de ricos yacimientos de petróleo.
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