viernes, 20 de enero de 2012

Monsanto, hacia un nuevo latifundismo

Monsanto, hacia un nuevo latifundismo
x Larri Morris  
El problema social es una realidad, pregúntele si no a los campesinos que tuvieron que pasar por el aro o a los parados. A los que se suicidaron ya no les podremos preguntar



Las alteraciones genéticas en la naturaleza se producen por azar. Unos genes triunfan y quedan fijados por su éxito adaptativo y otros se extinguen. Por eso tenemos ojos, y boca. Por eso tenemos inteligencia y ambición.

Gracias al azar nació Monsanto. Y por culpa del azar, murió el azar.

A esa espontaneidad hemos de agradecerle la gran biodiversidad que nos ofrece la tierra. Entendiendo que gracias al azar todas las especies parten de unas mismas posibilidades evolutivas y se mantiene, así, la heterogeneidad. Además de hacer posible la aparición de nuevas especies y nuevos genes que triunfan a medida que el clima cambia secuencialmente.

Así se explica nuestra existencia y la de los seres vivos que nos alimentan. Algunas culturas llamaron a este azar dios por algo, no hay nada más perfecto que él. Es la propiedad que proporciona la capacidad de cambiar a todo, por él la naturaleza es sabia. Huimos del azar, y de él dependemos. ¡Ay! Humanos, aprender a fluir por este azar y no luchéis contra él, que no sabéis una mierda y os va a doler la caída.

Para analizar los problemas que generan los OMGs (organismos modificados transgenicamente) no es necesario acudir a la metafísica, ni intentar analizar futuras consecuencias. El problema social ya es una realidad palpable, pregúntele si no a los campesinos que tuvieron que pasar por el aro o a los que perdieron el trabajo. A los que se suicidaron ya no les podremos preguntar. Son las víctimas de monsanto, de toda esa mafia científica y sus cómplices, que pueden tener aspecto de políticos, de jueces, o de profesores en la universidad complutense de Madrid.

Hubo un tiempo en que la tierra era el centro del universo. De la misma forma hoy el ser humano es el centro de la tierra. Monsanto lo sabe muy bien y supo donde meter mano desde el primer momento.
Al alterar los genes en base a nuestras preferencias eliminamos el azar. Los genes fijados transgenicamente no tienen éxito adaptativo, si sobreviven es únicamente porque el humano los ‘mantiene’.

Las especies transgénicas no se han adaptado al medio, han sido adaptadas a unas necesidades humanas muy concretas(mayor producción, resistencia a un depredador…). Su historia acabaría en cuanto lo hiciera la historia del ser humano. Eso siempre y cuando los genes fueran heredables, en este caso la especie en concreto podría mantener estos genes cierto tiempo si realmente son buenos para con su medio. Pero los tránsgénicos actuales ni siquiera pueden tener descendencia, sus genes no son heredados por siguientes generaciones. El proceso de alteración humana tiene que llevarse a cabo cada vez que nace una semilla.

De este modo, los transgénicos llevan intrínseco un problema social. Los agricultores no son capaces de obtener semillas transgénicas de la naturaleza. El trabajo que hacía la naturaleza por medio de la selección natural lo hacen ahora laboratorios. Grandes empresas que ganan dinero a costa de los agricultores, obligados a comprar semillas transgénicas después de cada cosecha, si quieren competir con los que ya utilizan OMGs

Se pierde así la autonomía de producir semillas.

Este sector de inversión privada tiene nombre propio, Monsanto. La empresa que casi monopoliza la producción de semillas transgénicas. La gran beneficiada de este avance.

Las consecuencias son simples y son comprobables atendiendo a números desde que los transgénicos se introducieron en el mercado. Cada vez menos agricultores, con producciones cada vez mayores. 

Esto ya se dio unos siglos antes de que aparecieran los transgénicos y se llamó latifundismo, ahora lo llaman economía de mercado, pero el problema es exactamente el mismo.

Al privatizar la tierra los agricultores se hicieron dependientes de quien la posee. Al privatizar las semillas se hicieron dependientes de quien las produce. Al fin y al cabo, siempre es la misma historia, más medios de producción, menos gente con capacidad de conseguirlos.

Los tránsgenicos tienen sentido sólo en un contexto en el que se pretenda maximizar producción. Es decir, en un contexto en el que los seres vivos sean recursos económicos, y no recursos para sobrevivir en un término estricto.

Es en este contexto(casualmente en el que vivimos) es en el que los transgénicos son un problema social. Para el que tiene un huerto destinado a su autosuficiencia no son ningún problema (si logra evitar la polinización cruzada claro está) Pero al que tiene un huerto como medio de producción económica,( es decir, como profesión para obtener dinero y poder vivir en un sistema de intercambios con dinero) al depender de lo que vende, y no de lo que produce, le surge el siguiente problema: Si no utiliza semillas transgénicas, con mismo esfuerzo, tendrá menos producción que los que si las utilizan. 

Estos pueden bajar el precio del producto, obligando así a nuestro agricultor a elegir entre invertir en semillas o cambiar de negocio. Es por la misma razón por la que los productos ecológicos son más caros que los de agricultura intensiva.

En este sentido es importante entender que cuando se establece un avance productivo importante , se está obligando a todas las personas que pertenecen a un mercado a acatarlo. La agricultura tradicional solo se entiende así en términos de autoproducción. Para que fuera un medio de vida en el mercado actual tendrás que ponerle un nombre supermolón como agricultura ecológica y ganarte a gente que pague más por comer, pero esa discusión ahora no nos incumbe.

Concluimos en que a largo plazo la producción es igual, pero la hace menos gente, sin embargo el precio de los alimentos no baja.

Lo que antes hacían muchos agricultores ahora lo puede hacer uno.

¿Avance? Sí, claro, si fuera la madre Teresa de Calcuta la que lo produjera y se lo diera a los reyes magos para que lo repartieran en navidad.

Hemos de tener en cuenta una cosa. LOS TRANSGÉNICOS NO PRODUCEN MÁS ALIMENTO. Producen más alimento por trabajo, más alimento por superficie y más alimento por productor. Pero en ningún caso más alimento en números absolutos. Así los precios no bajan. Precisamente para que no bajen no interesa producir más. Simplemente lo que antes ganaban veinte personas ahora lo gana una. Que a su vez es esclava de Monsanto, a la que tiene la obligación de dejarle una parte del sueldo todos los años.

 Es obvio que está inversión interesa a los que tienen grandes producciones, las pequeñas simplemente desaparecen.

Desviarán la atención con el debate de si un transgénico es sano o no, poco importa. El debate importante está mas al fondo, y es el que les da miedo que se abra.

La biodiversidad es un regalo. Basta con aprender como debemos relacionarnos con el medio para que el nos proporcione lo necesario para la supervivencia. Si quieres ganar dinero de ella entonces estas jodido amigo, como agricultor claro. Como inversor las cosas cambian.

Habrá que olvidar la agricultura como profesión. Ahora como se gana dinero es trabajando del dinero.

 Ahora el camino del triunfo se resume en la palabra RENTABLE y los que trabajan del dinero, sus dueños. Ellos son los que deciden si algo es rentable o no. Ellos son los que deciden si tu trabajo vale mucho o poco, a ellos les diste las llaves de tu futuro al vivir en esto que llaman capitalismo.

Si aprovechásemos las oportunidades que nos ofrece este maravilloso planeta no tendríamos que meternos en camisas de once varas. De todas formas jugar a ser dioses siempre fue un juego de príncipes.

¡Pon un huerto en tu vida! Y que la agricultura deje de ser su negocio.

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