sábado, 4 de febrero de 2012

Hugo Chávez 13 Años en Revolución. 2 de febrero 1992 - 2012

El 4-F Chávez ordenó que no hubiera muertos ni heridos y que se respetara a los prisioneros

El 4-F Chávez ordenó que no hubiera muertos ni heridos y que se respetara a los prisioneros

“Nosotros no traicionamos a Carlos Andrés Pérez. Quien traicionó a la Fuerza Armada es esa camarilla que gobernó el país”, aseguró el dirigente socialista, quien cuenta en primera persona sus impresiones sobre la rebelión de la cual fue protagonista

El 4 de febrero de 1992 ocurrió una rebelión de la juventud militar venezolana que fue prácticamente empujada por cuatro décadas de corrupción, cuatro décadas de maltrato e injusticia y una exclusión bárbara contra nuestro pueblo. A nosotros nadie nos obligó a participar; estábamos completamente comprometidos. Teníamos un entusiasmo colectivo porque podíamos transformar, dar nuestra sangre.

Siempre se polemiza sobre si el 4-F fue un golpe de Estado o una rebelión. Yo creo que un golpe de Estado busca tomar el poder bajo cualquier circunstancia; una rebelión militar, en cambio, viene del seno del pueblo, de las masas trabajadoras y busca consolidar, sobre todo, la justicia social; busca la inclusión, busca la igualdad.

La verdad es que no había otro camino: fuimos empujados a la rebelión. El pueblo apoyó la rebelión. ¿A quién le pertenece el 4 de febrero? El 4 de febrero le pertenece al pueblo soberano. Esta revolución le pertenece al pueblo soberano, y el 4 de febrero también.

En mi opinión, el 4-F debe festejarse como una fecha patriótica. Es una fecha que está dentro de la historia del país; una fecha que cada día está siendo estudiada por gente de muy alto nivel, porque cambió la historia de este país, país que iba hacia un desfiladero.

Los presidentes que nos gobernaron engañaron al pueblo: captaban el voto, y después de que captaban el voto se olvidaban de las clases populares y se plegaban a la oligarquía. Cuando un país está en grave desprestigio como ocurrió aquel entonces, con un gobierno deslegitimado, no queda otra salida. Había que irrumpir en defensa de la nación.

UNA ACCIÓN NECESARIA

Más que decir si se trató de una acción de izquierda o de derecha, yo prefiero afirmar que fue una acción necesaria. Si decimos que fue de derecha, entonces nos catalogan como “gorilas” uniformados que querían tomar el poder. Si decimos que fue de izquierda, entonces nos acusarán de ser atrasados. El 4-F fue un hecho que estremeció las conciencias de las venezolanas y los venezolanos, de forma positiva.

Nosotros no traicionamos a Carlos Andrés Pérez. Quien traicionó a la Fuerza Armada es esa camarilla que gobernó el país. A nuestras Fuerzas Armadas, como se llamaban antes, las estaban reduciendo al mínimo, para convertirlas en una policía que era un estamento del imperio. Eso querían hacer con todos los ejércitos patriotas y revolucionarios que nacieron bajo la égida del Libertador Simón Bolívar. Querían convertir a la Fuerza Armada en una policía gendarme a la orden del imperio estadounidense.

Se nos acusa de actuar contra el comandante en jefe de la FAN de la época. ¿Cuál comandante en jefe? ¿Con cuál moral? Ahí entra el tema del liderazgo. No puedes tener a un comandante en jefe o a un comandante de tropa que esté separado de la realidad del país. Carlos Andrés Pérez estaba divorciado de esa realidad. Los militares se formaban con los manuales de la Escuela de las Américas estadounidense. Los oficiales que están ahora en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana se están formando con un manual venezolano, con una dirección militar hecha por venezolanos. No como nos tocó a nosotros.

NO QUEREMOS MUERTOS” 

Hay cosas que la gente desconoce. Nosotros teníamos el liderazgo de un verdadero soldado. Solo ver al capitán Hugo Chávez Frías en la Academia Militar, caminando por los pasillos o por el Patio de Honor, dando una instrucción militar con aquella fortaleza, aquel conocimiento profundo de la historia y de la realidad del pueblo, te llevaba a confiar en lo que planteaba.

Cuando un hombre ama al país no quiere asesinar a alguien, no quiere herir a nadie; lo que quiere es transmitir amor. Cuando se estaba trabajando en todo el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, el comandante Hugo Chávez Frías nos dijo: “Vamos a actuar en una situación militar al extremo y no queremos muertos. No queremos heridos. Si hay prisioneros hay que tratarlos con todas las normativas de la ley, porque esos que están de aquel lado, soldados de cualquier jerarquía y de cualquier graduación, los policías de cualquier organismo, son venezolanos”.

A nosotros, en cambio, no nos garantizaron nada. Ustedes pueden ver la historia. Quienes pusimos los muertos somos los que irrumpimos contra un sistema democrático que estaba altamente corrompido. Fue tanto así, que el 5 de febrero de 1992 David Morales Bello, senador de la República por el partido Acción Democrática, dijo: “Muerte a los golpistas”. En cambio, el comandante Chávez, después del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, dijo que volvía con un crucifijo para pedir por la paz de Venezuela. Ahí hay una diferencia muy grande.

La verdad es que al escuchar que alguien decía “muerte a los golpistas”, eso nos reafirmó nuestra posición: “No estábamos equivocados”.

UN ÉXITO ROTUNDO

Mucha gente sostiene que el Presidente se rindió, que el Presidente fue cobarde, que tuvimos un fracaso. Yo les voy a contestar: Nosotros tuvimos un éxito rotundo el 4 de febrero. Había una gran voluntad de hacer las cosas para cambiar a Venezuela, dar una campanada a esa pseudodemocracia y decirles a los gobernantes que había hombres que tenían las ganas de despertar a un pueblo que estaba oprimido.

Yo creo que Chávez fue un hombre valeroso. Su acción fue, no valiente, sino valientísima. No solamente por el hecho heroico de rebelarse y deponer las armas, porque es un hecho heroico, sino también por las condiciones en que fue llevada esa situación. No es muy fácil estar bajo el calor, bajo la llamada, bajo la presión de saber que se es responsable de un hecho.

A nosotros nos enalteció y nos hizo sentir contentos, comprometidos y, sobre todo, con una alta moral. Yo vi a Chávez por televisión; ya estaba preso, pero nos pusieron a ver televisión con el objeto de decir: “Bueno, ya se rindieron”. Pero nosotros escuchamos a Chávez y lo vimos como un hecho de victoria. Yo estaba muy contento. No podíamos dormir, porque entendimos ese “por ahora” como un llamado a la lucha.

“ERA TAN BUENA LA ESTRATEGIA QUE NUNCA FUIMOS DESCUBIERTOS”

El lunes 3 de Febrero del año 1992 yo era oficial de planta de la Academia Militar de Venezuela, y estaba destacado en el centro de capacitación de aspirantes a oficiales. Yo era instructor de la Escuela de Infantería. En la mañana del 3 estábamos reunidos Ronald Blanco La Cruz, Carlos Aguilera Borjas, el capitán Rodríguez Torres. Una de mis misiones era que todo el parque de municiones, las armas, se las entregáramos a un estudiante muy aventajado, a un gran compañero: Diosdado Cabello Rondón. Cabello se llevó las armas para distribuirlas dentro de las unidades de Fuerte Tiuna que no tenían. Ese era otro problema de las entonces Fuerzas Armadas: no había armamento, no había munición. Poca gente conocía esa situación. Eso formaba parte del desmantelamiento de las Fuerzas Armadas.

Ese lunes 3 de febrero se celebraba el natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre. En la tarde nosotros empezamos a ver, a sentir que algo diferente estaba ocurriendo en Fuerte Tiuna. Había unidades moviéndose, había vehículos militares; por primera vez había un oficial con el grado de teniente coronel en un carro que hacía la ronda por el Fuerte. Yo lo vi.

El ministro de la Defensa era Fernando Ochoa Antich, pero a Fernando Ochoa Antich le avisaron de la rebelión. Dos oficiales delataron el golpe al general Delgado Gainza, que era el director de la Academia Militar de Venezuela. Al mediodía, por supuesto, ya todo el mundo sabía. Pero nosotros estábamos tan comprometidos, que igualmente actuamos.

Yo creo que fue una victoria militar y una victoria política. Primero, el número de hombres y mujeres que salieron a romper las cadenas que nos tenían oprimidos, y que lo hicieron con equipos obsoletos; pero con una convicción. El comandante Chávez y su equipo diseñaron una estrategia con carros, operaciones, simbología militar, rutas de evacuación, vías de aproximación hacia el objetivo de noche. Es tan grande la victoria militar, era tan buena la estrategia, que nunca fuimos descubiertos.

T/ Vanessa Davies
F/ Luis Franco


“La mayor osadía de Chávez fue concebir una revolución en un país corrompido”

“La mayor osadía de Chávez fue concebir una revolución en un país corrompido”

Lo peor que le hizo el Pacto de Punto Fijo a Venezuela “fue envenenarle el alma, comprarle el alma”, sostiene quien era capitán el 4-F de 1992 

Ronald Blanco La Cruz tenía 32 años de edad cuando, junto a otros oficiales del Ejército, se sumó a la rebelión militar del 4 de febrero de 1992. Era capitán e instructor en la Escuela de Infantería. Su misión fue la toma del Palacio de Miraflores. Recuerda que el origen del alzamiento se remonta a la construcción del movimiento bolivariano, que comenzó a finales de 1982 e inicios de 1983. En un principio, se denominó Ejército Bolivariano Revolucionario 200.

“Allí conocí al capitán Felipe Antonio Acosta Carlez, quien me comentó sobre la necesidad de moralizar a la Fuerza Armada, de unirnos los oficiales con conciencia patriótica y con amor a la patria; de cada día hacer mejor las cosas”, rememora.

El 27 de febrero de 1989 Blanco La Cruz estaba en Mérida. “Se dio la situación conocida por todos: la violación de una oferta electoral, porque era una burla: uno votaba por una persona y esa persona no se sentía obligada a cumplir con lo que decía. El 27 de febrero el pueblo se rebela por la burla, y lo que recibió fue la muerte”.

“Las atrocidades más grandes se cometieron con la represión; se sacó al Ejército y a la Guardia Nacional para reprimir al pueblo. Dicen que murieron unas 300 personas; hay organizaciones no gubernamentales que dicen que llegan a 1.000. Son cientos de muertos por sostener un paquete económico que es igualito al de Grecia; todo lo que está sucediendo en Europa nosotros lo vivimos ese año con Carlos Andrés Pérez”, subrayó.

Eso creó un grave problema interno, “porque tú oías a los compañeros en los cuarteles: ‘Nos tuvimos que ir al barrio tal y allí murieron no sé cuántas personas, y tuvimos que ir a no sé dónde y esas personas estaban vivas y después aparecieron muertas’. Eso, pienso yo, aceleró la rebelión”. Después del 27 de febrero de 1989 “surgió la necesidad de acompañar al pueblo al que habían reprimido tras la rebelión popular.
SE ORGANIZA EL PLAN

La dirección del 4-F la tenía el comandante Hugo Chávez, quien siempre fue el ideólogo, relata Blanco La Cruz. “Yo lo conocí en la Academia Militar cuando era oficial, en el año 1981. Él era muy destacado, sobre todo en la parte cultural y en el conocimiento de la historia. Daba clases de historia y aprovechaba ese conocimiento para confrontarnos”.

Al exgobernador de Táchira le sucede que escucha a Chávez, retrocede 30 años y lo ve como cuando estaba en la Academia.

“Siempre ha sido así, siempre defendió el ideal del Libertador, siempre defendió su legado y decía que ellos habían sido los visionarios del país y que nosotros teníamos que tratar de continuar su obra, que se había perdido en el tiempo”, reitera.

Por supuesto, admite, “no es igual organizar un movimiento militar, una operación militar con unidades que sabes que van a ir; a contar con unidades que no sabes si ese día dicen que no. En el caso de Caracas la operación fue delatada y tuvimos que salir a defender la palabra empeñada que habíamos dado”.

A su juicio, “muchas de las delaciones ocurrieron por gente a quien le dieron una información y no estaba preparada; eran buenos oficiales, eran muy trabajadores, pero no les importaba el país. Sencillamente pensaban: ‘yo estoy bien, yo gano un sueldo, voy a ser general, yo nací en una zona rica, no me preocupa lo que pasa en el país, a mí lo que me preocupa es tener un carro. Cuando te acercas a personas como esas, vas a encontrar rechazo”.

Chávez, asevera, “tenía un gran plan nacional y nosotros teníamos asignados objetivos. En mi caso, era Miraflores. Yo estaba en la Escuela de Infantería; era instructor. Era capitán y no tenía comando de tropa”.

En la elaboración de un plan como ese se cuenta con unidades que, el día de los hechos, no pueden salir, y deben ser reemplazadas por otras sobre la marcha, admite.

En ese momento “no había comunicación. Tú estás concentrado en que te están disparando y no vas a decir ‘búscame un radiecito para oír las noticias’. No hay chance de nada de eso; todo es muy rápido”.

La idea era que, a la medianoche, se desarrollaran las operaciones. “De hecho, nosotros llegamos a Miraflores como a las 12:00 m”, refiere. “Nosotros estábamos en la Escuela de Infantería y, como todas las unidades de Fuerte Tiuna, estaban en conocimiento de que había una insurrección. Por supuesto, cuando íbamos al cuartel Bolívar o a cualquier otra unidad, no nos dejaban entrar; más bien decían ‘éstos son los alzados”.
EL TRAYECTO

“Salimos por la alcabala 3 de Fuerte Tiuna; seguimos por la autopista Valle Coche, llegamos a Plaza Venezuela, bajamos por el Paseo Colón, subimos por la Libertador, salimos a la avenida Andrés Bello y llegamos a Miraflores. Íbamos en unos tanques”, narra Blanco La Cruz.

“Llegamos y entramos a la fuerza, tumbamos las puertas y comenzó la plomamentazón que no nos dejó otra alternativa que meternos dentro de los tanques. Cuando pasó un poco el fuego empezamos a salir de los tanques para entrar. Cuando nos bajamos seguían los tiros; pegaron los tiros de los tanques, y a mí me hirieron en la cabeza”, enfatizó.

“Me imagino que quedé inconsciente con el golpe, desmayado. Nadie se imaginó que había sido el roce de una bala; todo el mundo pensaba que me habían dado un tiro en la cabeza. Decían: ‘Mataron al capitán Blanco’; era lo que yo oía. Y me imaginaba que cuando uno está muerto deber ser así, que uno no puede hablar; nadie lo oye, como en las películas”.

“A los heridos nos llevaron a Pagüita; se me pasó la postración nerviosa y entré en mí. Volví a recuperarme. Luego salimos. Yo vivía en Cútira, en Catia, detrás de la estación de Gato Negro, y habían unos compañeros que cuando uno hablaba con ellos, decían ‘ustedes están acomodados’. Yo les respondía que cuando fuera a hacer algo los iba a buscar y esperaba que salieran”.

Pero, precisa, “cuando subimos con esos tanques por esos barrios, la gente estaba asustada; ni siquiera los malandros nos acompañaron, nadie. Tuvimos que devolvernos a Pagüita.

Quedó como responsable de la operación el capitán Carlos Aguilera Borges. Él nunca asistía a las reuniones, él decía ‘ustedes hablan mucho, el día que vayan me dicen y yo voy’, y de verdad ese día cumplió y se quedó como responsable de la operación, porque estábamos heridos Rojas y yo, que éramos los responsables”.
“VAMOS A RENDIRNOS”

“Cuando Aguilera nos vio, dijo: ‘vamos a rendirnos, aquí no salió más nadie, nosotros somos los únicos que estamos en el Palacio de Miraflores y no creo que debamos seguir derramando sangre, pero váyase usted que no lo ha visto casi nadie’. Yo le respondí: ‘no compañero, yo te convoqué a esto y yo voy a estar contigo”, confía Ronald Blanco La Cruz.

“Él me lo decía para seguir desde afuera. Yo le dije: ‘más seguros estamos adentro, más seguros estamos en prisión que afuera, porque ahora comienza la represión”.

Carlos Andrés Pérez era “un artista de la represión”, puntualiza. “Era preferible, ya derrotado, estar bajo las órdenes de ellos, porque si nos pasaba algo, ellos eran responsables”.

Luego de ello “nos llevaron a los sótanos de la DIM, donde nos interrogaron. Después vi en la televisión que están pasando el por ahora, y me alegré. Les dije a mis compañeros: ‘Chávez se está rindiendo’. Nos dio mucha alegría en el sentido de que no habíamos estado solos. Con el tiempo he pensado que fue mejor así”.

“Vivimos el afecto en la cárcel, porque al día siguiente y los días siguientes las encuestas decían que la rebelión había tenido 80% o más de aceptación de la población”, subrayó.

“Siento que la mayor osadía de Chávez fue concebir una revolución en un país corrompido, porque lo peor que le hizo el Pacto de Punto Fijo a Venezuela fue envenenarle el alma, comprarle el alma”.
MÁS QUE LA VIDA, EL COMPROMISO

“Había un compromiso, una palabra empeñada. A mí me tocó dejar a mi esposa y a mi hijo en el Aeropuerto de Maiquetía para que se fueran, porque estaba al tanto de todo lo que podía ocurrir. ¿Ganamos? Chévere. ¿Perdemos? Nos matan. Pensé en todos los escenarios, era bien difícil. Pero yo siento que era más el compromiso, el hacer algo por el país”, rememora Ronald Blanco La Cruz.

“Uno se acostumbra. En la Academia Militar uno se forma para defender al país; hay unos valores éticos que se logra desarrollar. Yo siento que esa formación que recibimos nos permitió tener ese comportamiento”, sostiene.

“Yo siempre resalto el comportamiento del capitán Antonio Rojas Suárez; reconozco su valentía. El 4 de febrero de 1992, me dijo: ‘Ronald, vete tú a Miraflores porque la parte más difícil es la Guardia de Honor y yo tengo más experiencia, yo soy del equipo de tiro, tengo más destreza con las armas”.


Rebelión del 4-F de 1992 fue un acto de dignidad

Rebelión del 4-F de 1992 fue un acto de dignidad

El diplomático Edgardo Ramírez dijo que la rebelión, encabezada por el actual presidente Hugo Chávez, constituyó un intento de refundación y de rescate de la soberanía nacional


La rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992 fue un acto de dignidad, expresó este viernes el embajador venezolano en Cuba, Edgardo Antonio Ramírez.

El diplomático dijo que la rebelión, encabezada por el actual presidente Hugo Chávez, constituyó un intento de refundación y de rescate de la soberanía nacional.

En una rueda de prensa en La Habana, la capital cubana, Ramírez manifestó que en esa fecha “el mundo supo que en Venezuela existían hombres que querían refundar la Patria, la soberanía, la democracia y la justicia social”.

“El 4 febrero significa la dignidad y la semilla de la revolución bolivariana socialista”, destacó el embajador, quien agregó que en esa acción acompañada por el pueblo prevalecieron las ideas del Libertador Simón Bolívar por la búsqueda del derecho a la democracia, a la libertad, a la autodeterminación y a la soberanía de la patria.

“O manteníamos el país arrodillado a los intereses del Fondo Monetario Internacional (FMI) o se enrumbaba por nuevos caminos”, manifestó.

Ramírez explicó que la rebelión cívico-militar del 4 de febrero tiene relación directa con el Caracazo, producido el 27 de febrero de 1989, momentos en que se “imponían el neoliberalismo, la privatización y se hipotecaba el país a favor del FMI y del Banco Mundial”.

El 4 de febrero de 1992 un grupo de militares del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, organizado en el Plan Zamora, se rebeló contra el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez en rechazo al deterioro de la situación social y al aumento de la corrupción que imperaba en esa administración.

Joel Acosta Chirinos: “Tuvimos una derrota militar, pero una contundente victoria política”

Joel Acosta Chirinos: “Tuvimos una derrota militar, pero una contundente victoria política”

Cuando lo trasladaron de la DIM al Cuartel San Carlos, y vio “a un gentío en la calle”, el comandante entendió el impacto que tuvo la rebelión en el pueblo venezolano

Previamente habían recorrido la ruta que va del Batallón de Paracaidistas José Leonardo Chirinos, en Maracay, hasta la entrada de Tazón; esto, para estimar el tiempo que se demorarían: 2 horas.

Exactamente el tiempo que tardaron la noche del 3 de febrero de 1992 los comandantes Joel Acosta Chirinos y Hugo Chávez Frías en arribar al punto. Era la medianoche, y de allí cada quien se bifurcó hacia el objetivo planificado.

Dos décadas después, Acosta Chirinos sintetiza así los hechos: “El 4 de febrero marcó un hito en la historia contemporánea de Venezuela”.

Además de desencadenar situaciones como la liquidación política de Carlos Andrés Pérez y el segundo arribo de Rafael Caldera a Miraflores,Acosta Chirinos agrega que el 4-F “dio paso a un nuevo texto constitucional que dicta la teoría y el programa que debería haberse desarrollado con todo el pueblo venezolano”.

A diferencia de Francisco Arias Cárdenas, Acosta Chirinos señala que él se incorporó decididamente al movimiento en 1990, cuando estaba en el curso superior de guerra.

“Chávez y Arias habían organizado más de 27 batallones con sus comandantes, y el 2 de febrero tuvimos una reunión en la Academia Militar con todos los comandantes del Ejército, por convocatoria del comandante general. Ahí nos encontramos; muchos decían: ‘bueno, ¿tú vas a salir, le vas a echar pichón? Uno tenía la sensación de que iba a alzarse un gentío y el 4 de febrero al mediodía resulta que solamente salimos cinco comandantes. Un gentío se rajó; unidades de tanques que estaban comprometidas no salieron”.

Acosta Chirinos rememora que el proyecto que soportaba al 4-F era extraído de unas líneas gruesas redactada por el fundador de La Causa R, Alfredo Maneiro: la nueva república o la democracia radical.

“Esas líneas fueron tomadas por unos pensadores convocados por Arias: Luis Cipriano Rodríguez, Kléber Ramírez, Luis Núñez Tenorio, Pedro Duno, entre otros, dieron forma a la base teórica y al programa de la democracia participativa y protagónica”.

“El 4-F yo era comandante del Batallón de Paracaidistas José Leonardo Chirinos en Maracay. Habíamos movido las tropas para hacerlo el 9 de diciembre de 1991, cuando se celebraba aniversario de la Fuerza Aérea. Pero se suspendió porque era riesgoso. Los capitanes se pusieron furiosos porque nosotros y que éramos unos cobardes. Arias y Chávez tuvieron que aplacar el fuego”.

“Recibí la orden de operaciones 72 horas antes. Se decidió el último de enero. Chávez me entregó personalmente la orden de operaciones en el Fuerte San Jacinto del Batallón de Paracaidistas”.
EL VIDEO QUE SALDRÍA EN VTV

El tramo hasta Tazón –previamente medido- lo hizo Joel Acosta Chirinos junto a Chávez en autobuses de las líneas interurbanas, porque en el Batallón de Paracaidistas no había vehículos; estaban en un batallón de apoyo que comandaba Jesús Urdaneta Hernández.

Al Batallón de Paracaidistas llegó Jesús Ortiz Contreras –uno de los cinco comandantes- a entrenarse junto a su batallón, y fue invitado por Chávez y Acosta a un almuerzo, donde le indicaron la fecha de operaciones.

“El 3 de febrero de 1992 Chávez y yo fuimos a la Base Aérea de Palo Negro a entrevistarnos con el general Visconti Osorio, comandante de la base, para pedirle apoyo aéreo. Me quedé en el carro porque era teniente coronel e iba a hablar con un general de división. Fue Chávez, y al regreso me dijo: ‘ya ese general aceptó, nos va a mandar dos tenientes con dos Mirage y después dará apoyo irrestricto”.

Después de Tazón, cada comandante se dirigió a la conquista de su objetivo. Acosta Chirinos tenía la misión de tomar la base aérea de La Carlota, La Casona y la Dirección de Inteligencia Militar, y controlar Venezolana de Televisión para transmitir un video en el que Hugo Chávez decía la proclama del movimiento. Pero no se pudo. “Mandé a un subteniente y el técnico le dijo que los equipos no eran compatibles con el formato que llevaba”.

“Ese video no sé donde está, hay que recuperarlo”, dice Acosta.

“Establecí mi puesto de comando en La Carlota con Gerardo Márquez, capitán de la compañía responsable de tomar La Carlota. Desde ahí dirigimos las operaciones. Tenía una compañía en La Casona dirigida por Rodríguez Torres”, comenta.

“Cuando llegué a La Carlota, resulta que Márquez tenía preso al general Fuguet Borregales con todo el estado mayor de la Fuerza Aérea. Me les paré firme, los saludé y les dije que estábamos dando un golpe. Le pedí que se metieran en el casino”.

DESPUÉS DEL POR AHORA

Pronunciado el “por ahora”, Acosta Chirinos se rindió. Estaba en La Carlota, donde más tarde arribaría Francisco Arias Cárdenas. “Nos unimos y conversamos de lo que pudo haber pasado. Ya Chávez había hablado y estaba preso en Fuerte Tiuna”.

“Creo que ‘se rajó’ más del 70% de los que estaban comprometidos; más que todo, comandantes”.

La noche del 4 de febrero de 1992 los cinco comandantes fueron llevados al Cuartel San Carlos, que estaba clausurado pero lo abrieron para recluirlos. Las horas previas habían estado en la Policía Militar, donde les armaron una alharaca.

“El que llegó de último fue Chávez en la noche, porque lo dejaron en el Ministerio de Defensa. Dormimos entre telarañas”.

A las 10:00 am del día siguiente conciliaron el sueño; pero antes se dedicaron a desandar lo acontecido. La delación de un capitán tuvo gran incidencia en la derrota, pues ello sirvió para que todas las unidades que venían del interior no pudieran entrar a Caracas. “Hernández Behrens venía con grupo de lanzacohetes de San Juan de Los Morros, y lo pararon”.

El 5 de febrero fueron trasladados a la Dirección de Inteligencia Militar, donde los mantuvieron 15 días completamente aislados de personas y del sol. Todavía no habían tenido ocasión de calibrar la reacción popular que la acción había provocado.

“Al salir de la DIM hacia el Cuartel San Carlos vimos a un gentío en la calle. Ahí empezamos a darnos cuenta del impacto del 4 de febrero. A la semana siguiente nos dimos cuenta de que tuvimos una derrota militar, pero una contundente victoria política”. Victoria política hoy convertida en mayoría popular.

En el Palacio de Miraflores se batalló hasta el amanecer

En el Palacio de Miraflores se batalló hasta el amanecer ir al enlace

“Coloqué en una balanza la familia y la patria. La patria los incluía a ellos. La balanza se quedó a la misma altura. Entonces me incendió el espíritu saber que estábamos en el momento de no retornar”, rememoró el mayor Carlos Díaz Reyes


La operación casi suicida comandada por el mayor del Ejército Carlos Díaz Reyes entre la noche del 3 y la madrugada del 4 de febrero de 1992 se topó con una decisión colectiva a las 5:30 am, en las inmediaciones del Palacio de Miraflores. Tres opciones para escoger la correcta: una, la fuga hacia Catia o el 23 de Enero; dos, morir con las botas puestas; y tres, entregarse.

En esa encrucijada vital, Díaz Reyes lanzaba las cartas sobre la mesa. La gran operación rebelde contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, liderada por el comandante Hugo Chávez, podía acabarse con la decisión de sus 35 hombres provistos de ocho tanques, en desventaja frente a los casi 800 soldados de la Casa Militar leales al gobernante Carlos Andrés Pérez. Un ultimátum, mezclado con una amenaza de bombardear a los alzados, pesaba mucho.

Aunque muchos catalogaron la gesta como una quijotada y otros como un paso descoordinado, Díaz Reyes estaba convencido de la buena preparación. De hecho, su jefatura en el movimiento de la toma de Miraflores resultó escogida con rigor y antesala.

Sin embargo, en diversas ocasiones se pospuso la gran operación a causa de que Carlos Andrés Pérez no se encontraba en el país. “El 3 de febrero en la noche, el Mandatario llegó a Maiquetía. Llegó acompañado de sus ministros, pues estaba de paseo en el exterior”, relata Díaz Reyes, 20 años después de esa fecha.

“Obtuvimos información de que lo recibió el ministro de Defensa, Fernando Ochoa Antich, quien participó a Pérez la situación que se respiraba. Pérez, en vez de irse a la Casona, se fue a Miraflores a eso de las 11:30 pm del 3 de febrero”, precisó.

Para entonces, Díaz Reyes formaba parte del grupo de Caballería Ayala, como oficial de planta en la Escuela de Caballería y Blindados en Fuerte Tiuna. Además, desempañaba funciones como instructor de tenientes y capitanes.

En la mañana del 3, el oficial revolucionario recibió el aviso definitivo de que ese día se aplicaría el plan. Por ende, procedió, junto a otros oficiales, a repartir un lote de boinas rojas y brazaletes tricolores.

Sólo suministró la indumentaria al personal comprometido en Fuerte Tiuna. La distribución pasó por las escuelas de Ingeniería, Infantería, de Blindado y en la Superior del Ejército, hasta el grupo Ayala y el Batallón Bolívar, entre otros. Comenzaba así una jornada que viraría el rumbo de la nación.

El triunfo más importante del 4-F “fueron las palabras de Chávez”

El triunfo más importante del 4-F “fueron las palabras de Chávez”


La insurgencia del 4 de febrero de 1992 rompió el espinazo del dominio de la vieja clase política, sostiene el comandante tachirense, quien ese día logró tomar el poder en el estado Zulia

Cuando Francisco Javier Arias Cárdenas logró, con sus tropas, controlar el poder en el estado Zulia en la madrugada del 4 de febrero de 1992, se cumplió una parte de la misión que se impusieron los militares rebeldes.

La insurrección fue un éxito en territorio zuliano debido a la planificación casi perfecta de Arias y un grupo de hombres, quienes durante 12 horas detuvieron al gobernador de la entidad, Oswaldo Álvarez Paz.

Arias considera que hizo su trabajo, pero todavía recuerda el momento cuando tuvo que deponer las armas y explicarles a sus dirigidos que, pese a haber cumplido los objetivos, debían rendirse.

“Fue muy duro explicarles que era el momento de pasar a un plano político, más allá de la instancia que estábamos viviendo. Hubiese sido peor si manteníamos la rebelión”, explicó Arias, en conversación con el Correo del Orinoco.

HUMANIDAD

Han pasado 20 años y Francisco Arias Cárdenas no ha cambiado su manera de ver las cosas. Concluye que la Revolución Bolivariana “nació en esa rebelión”, a pesar de que después sus líderes
fueron a la cárcel.

“En la Academia Militar nos fuimos encontrando varios compañeros con análisis parecidos en cuanto a las desigualdades e injusticias que sucedían en el país. Eso no fue casualidad”, agregó.

Francisco Arias Cárdenas, quien fue monaguillo en San Juan de Colón (su pueblo natal, en Táchira) antes de iniciar su carrera militar, se formó con una visión de igualdad, la misma que le sirvió
para tomar partido.

-¿Cómo era la Venezuela de 1992 en comparación con la Venezuela de ahora?

-Esa Venezuela venía de una confrontación abierta de calle (27 de febrero 1989), en la cual el pueblo salió con sus propios instrumentos y su físico para demostrar el descontento que había por la ruptura en el orden y el acuerdo social. La gente estaba sorprendida; quería transformaciones.

Ese espíritu rebelde, en el pueblo, no había muerto.

-¿Qué buscaba el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200?

-Quisimos integrarnos con esos conceptos de la mayoría del pueblo venezolano. Esa Venezuela era la de frustraciones y rebeldías escondidas. Tuvimosel ánimo que la gente nos daba para

seguir organizando y creciendo, y ampliar la organización.

-¿Qué es para usted el 4-F?

-Es la ruptura del espinazo del mecanismo de dominio de la vieja clase política, la cual había perdido la confianza de la gente y tampoco servía para los intereses de las élites. Esta clase política

no se cansó de hacer dinero, para luego pasar a otras funciones como ser banqueros, comerciantes, etc. Por ello, ya no servía para la gente ni para las altas esferas económicas.

-Si no servían, ¿qué los mantuvo tanto tiempo en el poder?

-Pienso que parte de la fuerza militar, pero allí es donde estuvo el cambio. La fuerza militar les demostró a ellos que no estaba dispuesta del todo a cumplir con su papel para protegerlos; por eso, empezamos a llamar a todos los estratos para que se sumaran a buscar una solución, mediante una constituyente.

-¿Cuál considera usted que pudo haber sido el éxito del 4-F?

-La sincronía que hubo entre los civiles que nos acompañaron y el resto de los militares. Eso fue increíble. Fue como una especie de amarre con los ideales del pueblo de Venezuela, con ese juicio crítico que ya la gente tenía.

-¿Cuántos militares eran ustedes?

-Es variable. Uno no sabe en qué punto exacto se dio la decisión de todos de juntarse, porque poco a poco se fueron integrando personas hasta que se armó todo, pero decirte que empezó a partir de un
momento, o con un número específico de personas, es muy complicado.

-¿Cuándo decidió comenzar ese camino de rebeldía?

-Desde que era seminarista comencé a ver muchas cosas, pero cuando llegué a la Escuela Militar empecé a ver, entre los amigos, muchas similitudes.

-¿Quiere decir que su etapa activa como revolucionario comenzó en la Escuela Militar?

-Allí pude ver que coincidían mis pensamientos con los de otros compañeros. Nos conseguimos con una visión crítica de las cosas.

NO ERAN “UNOS LOCOS”

-¿En qué momento pasaron de ser críticos a activistas de un movimiento revolucionario?

-Recuerdo que hace años el general Ramón Guillermo Santeliz me hablaba de algunos grupos en los cuales estaba Izarra Caldera. Luego, un compañero, David López Rivas, me comentó que Hugo Chávez, a quien yo ya conocía, estaba para establecer un grupo dispuesto a romper la estructura gubernamental que había en ese momento. Eso fue a inicios de los años 80, y poco a poco se fueron integrando más personas; por ello adquirimos un compromiso formal y empezamos a trabajar.

-¿De qué manera?

-Seleccionando muchachos, integrándolos, tomando decisiones, participando en un colectivo que fue creciendo. Se celebraron congresos; gente universitaria se nos fue acercando, hicimos reuniones en las cuales se juramentaron personas con listas más en la memoria que en el papel para evitar filtraciones, etc. Fíjate que cuando estuvimos presos en el Cuartel San Carlos descubrimos que éramos más de 200 oficiales

-¿Los oficiales eran de rangos mayores?

-Sí, pero lo mejor era que había oficiales bien preparados, que no eran “malandros”, ni robatropas, ni sinvergüenzas. Tenían liderazgo; la mayoría eran bien calificados en la propia academia.

-¿En qué piensa que influyó el intelecto de ustedes?

-En que los militares no podían demostrar que éramos unos locos. ¿Cómo podían ellos decir que los que ellos calificaban como excelentes eran unos locos? Por eso optaron por colocarnos otros calificativos, pero las razones principales no las pudieron ocultar.

-¿Cuáles fueron esas razones?

-La rebeldía, la entrega por el ideal colectivo, la utopía de que se puede crear un mundo más justo para todos y la creación de un país de igualdad, sin preponderancia del uno sobre el otro. Esas ideas son las que deben privar en estos días de celebración, porque son la base para una verdadera revolución.

-¿El gobierno de turno los menospreció?

-No solo ellos nos menospreciaron. También lo hizo la gente de izquierda. Había amigos que pensaban que el sector militar solo cumplía un rol, nada más, y resultó ser que en el sector habían funcionarios politizados y no fusileros.

-¿Por qué piensa que el Gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP) los menospreció?

-Ellos estaban nublados. No entendían, porque pensaban que tenían el control del generalato y de los militares, y resulta que había un generalato corrupto que no tenía sincronía con los de abajo. Nosotros nos indignábamos al ver como un General de División le colocaba soles a la amante del Presidente, para congraciarse con ella.

-¿Había otro tipo de comunicación entre los altos funcionarios militares res y las autoridades del Gobierno Nacional?

-Rómulo Betancourt decía: A los militares me los dejan, porque a ellos los arreglo con güisqui, mujeres y dinero.

Resulta que eso cambió con el tiempo, y ya no era verdad. Aunque algunos hayan tenido esos patrones, otros teníamos una forma distinta de pensar. La figura de Chávez lo demuestra claramente. A partir del 4-F hubo una ruptura en el esquema de dominio. Hablamos de que ese día significó el inicio de la Revolución Bolivariana porque una revolución solo se puede dar cuando hay oportunidad para que se construyan nuevas realidades. El pacto social en Venezuela se rompió el 4-F.

PALABRAS DE VICTORIA

-¿Qué recuerda de ese 4-F?

-Había mucha incertidumbre. El 3 de febrero en la mañana, afeitándome frente al espejo, me preguntaba qué sería de mí, de mis soldados, de mis oficiales. ¿Qué sería del país mañana? Era como si te fuses a encontrar con una mujer que amas. Pensaba: ¿Cómo nos recibirá el pueblo?

¿Cómo recibirá la gente nuestro mensaje?

Por eso el triunfo más importante de esa jornada fueron las palabras de Chávez.

-Usted y su tropa tomaron el poder en Zulia. ¿Considera que fue una jornada exitosa?

-Pienso que sí. Mantuvimos el secreto, nos desplazamos, tomamos el control, pero un control en un estado no es lo mismo que el del resto del país.

-¿Por que no pudieron cumplir con todos los objetivos?

-En ese momento a CAP le importaba más mantener el control en el país que tener un gobernador preso. Nosotros sabíamos que estábamos en un plano político y que pasaríamos a una segunda fase; por ello, al escuchar las palabras de Chávez, supimos que debíamos bajar la guardia.

-¿Cómo hizo para explicarles a sus compañeros que tenían que rendirse, luego de tener dominada la situación?

-Fue muy difícil. Se lo dije al teniente que tenía controlada la Base Aérea Rafael Urdaneta con 10 misiles antitanques. Él enseguida me replicó que veníamos a un combate y que lo estábamos ganando.

-¿Cómo lo convenció?

-Lo llamé aparte y le explique que esto pasaba a una segunda fase, que empezaría una serie de negociaciones para luego ir a Caracas a dar la cara. Le dije que vendrían nuevas oportunidades y que esto no terminaba acá. Los soldados entendieron. El teniente lo asimiló después de 12 horas de jornada.

-¿Fue lo mejor?

-Claro que sí. Las cosas se dieron como debieron ser. Si prolongábamos la toma del poder hubiese sido un suicidio, porque significaría muchas bajas con dos o tres días de combate que nos hubiesen reportado entre 300 o 400 muertos. No valía la pena, ya que entendimos que debíamos transitar el plano político.

T/ Alex Carmona
F/ Jean Carlos Ramos
Maracaibo