El 4-F Chávez ordenó que no hubiera muertos ni heridos y que se respetara a los prisioneros
“Nosotros no traicionamos a Carlos Andrés Pérez. Quien traicionó a la Fuerza Armada es esa camarilla que gobernó el país”, aseguró el dirigente socialista, quien cuenta en primera persona sus impresiones sobre la rebelión de la cual fue protagonistaEl 4 de febrero de 1992 ocurrió una rebelión de la juventud militar venezolana que fue prácticamente empujada por cuatro décadas de corrupción, cuatro décadas de maltrato e injusticia y una exclusión bárbara contra nuestro pueblo. A nosotros nadie nos obligó a participar; estábamos completamente comprometidos. Teníamos un entusiasmo colectivo porque podíamos transformar, dar nuestra sangre.
Siempre se polemiza sobre si el 4-F fue un golpe de Estado o una rebelión. Yo creo que un golpe de Estado busca tomar el poder bajo cualquier circunstancia; una rebelión militar, en cambio, viene del seno del pueblo, de las masas trabajadoras y busca consolidar, sobre todo, la justicia social; busca la inclusión, busca la igualdad.
La verdad es que no había otro camino: fuimos empujados a la rebelión. El pueblo apoyó la rebelión. ¿A quién le pertenece el 4 de febrero? El 4 de febrero le pertenece al pueblo soberano. Esta revolución le pertenece al pueblo soberano, y el 4 de febrero también.
En mi opinión, el 4-F debe festejarse como una fecha patriótica. Es una fecha que está dentro de la historia del país; una fecha que cada día está siendo estudiada por gente de muy alto nivel, porque cambió la historia de este país, país que iba hacia un desfiladero.
Los presidentes que nos gobernaron engañaron al pueblo: captaban el voto, y después de que captaban el voto se olvidaban de las clases populares y se plegaban a la oligarquía. Cuando un país está en grave desprestigio como ocurrió aquel entonces, con un gobierno deslegitimado, no queda otra salida. Había que irrumpir en defensa de la nación.
UNA ACCIÓN NECESARIA
Más que decir si se trató de una acción de izquierda o de derecha, yo prefiero afirmar que fue una acción necesaria. Si decimos que fue de derecha, entonces nos catalogan como “gorilas” uniformados que querían tomar el poder. Si decimos que fue de izquierda, entonces nos acusarán de ser atrasados. El 4-F fue un hecho que estremeció las conciencias de las venezolanas y los venezolanos, de forma positiva.
Nosotros no traicionamos a Carlos Andrés Pérez. Quien traicionó a la Fuerza Armada es esa camarilla que gobernó el país. A nuestras Fuerzas Armadas, como se llamaban antes, las estaban reduciendo al mínimo, para convertirlas en una policía que era un estamento del imperio. Eso querían hacer con todos los ejércitos patriotas y revolucionarios que nacieron bajo la égida del Libertador Simón Bolívar. Querían convertir a la Fuerza Armada en una policía gendarme a la orden del imperio estadounidense.
Se nos acusa de actuar contra el comandante en jefe de la FAN de la época. ¿Cuál comandante en jefe? ¿Con cuál moral? Ahí entra el tema del liderazgo. No puedes tener a un comandante en jefe o a un comandante de tropa que esté separado de la realidad del país. Carlos Andrés Pérez estaba divorciado de esa realidad. Los militares se formaban con los manuales de la Escuela de las Américas estadounidense. Los oficiales que están ahora en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana se están formando con un manual venezolano, con una dirección militar hecha por venezolanos. No como nos tocó a nosotros.
“NO QUEREMOS MUERTOS”
Cuando un hombre ama al país no quiere asesinar a alguien, no quiere herir a nadie; lo que quiere es transmitir amor. Cuando se estaba trabajando en todo el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, el comandante Hugo Chávez Frías nos dijo: “Vamos a actuar en una situación militar al extremo y no queremos muertos. No queremos heridos. Si hay prisioneros hay que tratarlos con todas las normativas de la ley, porque esos que están de aquel lado, soldados de cualquier jerarquía y de cualquier graduación, los policías de cualquier organismo, son venezolanos”.
A nosotros, en cambio, no nos garantizaron nada. Ustedes pueden ver la historia. Quienes pusimos los muertos somos los que irrumpimos contra un sistema democrático que estaba altamente corrompido. Fue tanto así, que el 5 de febrero de 1992 David Morales Bello, senador de la República por el partido Acción Democrática, dijo: “Muerte a los golpistas”. En cambio, el comandante Chávez, después del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, dijo que volvía con un crucifijo para pedir por la paz de Venezuela. Ahí hay una diferencia muy grande.
La verdad es que al escuchar que alguien decía “muerte a los golpistas”, eso nos reafirmó nuestra posición: “No estábamos equivocados”.
UN ÉXITO ROTUNDO
Mucha gente sostiene que el Presidente se rindió, que el Presidente fue cobarde, que tuvimos un fracaso. Yo les voy a contestar: Nosotros tuvimos un éxito rotundo el 4 de febrero. Había una gran voluntad de hacer las cosas para cambiar a Venezuela, dar una campanada a esa pseudodemocracia y decirles a los gobernantes que había hombres que tenían las ganas de despertar a un pueblo que estaba oprimido.
Yo creo que Chávez fue un hombre valeroso. Su acción fue, no valiente, sino valientísima. No solamente por el hecho heroico de rebelarse y deponer las armas, porque es un hecho heroico, sino también por las condiciones en que fue llevada esa situación. No es muy fácil estar bajo el calor, bajo la llamada, bajo la presión de saber que se es responsable de un hecho.
A nosotros nos enalteció y nos hizo sentir contentos, comprometidos y, sobre todo, con una alta moral. Yo vi a Chávez por televisión; ya estaba preso, pero nos pusieron a ver televisión con el objeto de decir: “Bueno, ya se rindieron”. Pero nosotros escuchamos a Chávez y lo vimos como un hecho de victoria. Yo estaba muy contento. No podíamos dormir, porque entendimos ese “por ahora” como un llamado a la lucha.
“ERA TAN BUENA LA ESTRATEGIA QUE NUNCA FUIMOS DESCUBIERTOS”
El lunes 3 de Febrero del año 1992 yo era oficial de planta de la Academia Militar de Venezuela, y estaba destacado en el centro de capacitación de aspirantes a oficiales. Yo era instructor de la Escuela de Infantería. En la mañana del 3 estábamos reunidos Ronald Blanco La Cruz, Carlos Aguilera Borjas, el capitán Rodríguez Torres. Una de mis misiones era que todo el parque de municiones, las armas, se las entregáramos a un estudiante muy aventajado, a un gran compañero: Diosdado Cabello Rondón. Cabello se llevó las armas para distribuirlas dentro de las unidades de Fuerte Tiuna que no tenían. Ese era otro problema de las entonces Fuerzas Armadas: no había armamento, no había munición. Poca gente conocía esa situación. Eso formaba parte del desmantelamiento de las Fuerzas Armadas.
Ese lunes 3 de febrero se celebraba el natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre. En la tarde nosotros empezamos a ver, a sentir que algo diferente estaba ocurriendo en Fuerte Tiuna. Había unidades moviéndose, había vehículos militares; por primera vez había un oficial con el grado de teniente coronel en un carro que hacía la ronda por el Fuerte. Yo lo vi.
El ministro de la Defensa era Fernando Ochoa Antich, pero a Fernando Ochoa Antich le avisaron de la rebelión. Dos oficiales delataron el golpe al general Delgado Gainza, que era el director de la Academia Militar de Venezuela. Al mediodía, por supuesto, ya todo el mundo sabía. Pero nosotros estábamos tan comprometidos, que igualmente actuamos.
Yo creo que fue una victoria militar y una victoria política. Primero, el número de hombres y mujeres que salieron a romper las cadenas que nos tenían oprimidos, y que lo hicieron con equipos obsoletos; pero con una convicción. El comandante Chávez y su equipo diseñaron una estrategia con carros, operaciones, simbología militar, rutas de evacuación, vías de aproximación hacia el objetivo de noche. Es tan grande la victoria militar, era tan buena la estrategia, que nunca fuimos descubiertos.
T/ Vanessa Davies
F/ Luis Franco
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