x Julio C. Gambina
Amplio triunfo de Cristina Fernández :: En los años del kirchnerismo se procesa el crecimiento económico local, fuertemente concentrado y extranjerizado
Los resultados electorales de octubre para la renovación presidencial asignan un claro triunfo al oficialismo liderado por Cristina Fernández de Kirchner (CFK), quien obtuvo el 54% de la votación (Cuadro I), casi 12 millones de voluntades, sobre 28.860.000 votantes (Cuadro II),2 con ausentismo bajo, de solo 21%, registrando votos por un 79%, y con escasos votos en blanco, nulos o recurridos, de 4%.
El triunfo del actual gobierno incluye las mayorías necesarias en el Parlamento, sea en la Cámara de Diputados y Senadores, que con legisladores propios y aliados podrá funcionar con quórum suficiente para la función legislativa. Sólo en una Provincia no ganó el oficialismo (San Luis), y en el reparto de las gobernaciones (por elecciones previas), solo resigna la Ciudad de Buenos Aires y las Provincias de Santa Fe, Corrientes y San Luis. El porcentaje obtenido es el mayor en la saga electoral desde 1983, el periodo más largo de vigencia constitucional en la historia de la Argentina, superando con el 54%, el 45,28% del 2007, que permitió el primer mandato de la Presidente. Raúl Alfonsín había obtenido el 51,75% en 1983; Carlos Menem el 47,49% y el 49,98% en 1989 y 1995 respectivamente; Fernando De la Rúa el 48,37% en 1999; Néstor Kirchner el 22,24%; y ahora CFK el 53,69%.
Las últimas dos presidencias pueden considerarse parte de un mismo ciclo, el “kirchnerismo”, que tendrá a partir de ahora un tercer mandato, que algunos podrán definir en el “cristinismo”. Serán doce años en un mismo ciclo político. CFK es la primera mujer en acceder por votación popular a la presidencia de la Nación (María Estela Martínez accedió a la presidencia desde su cargo de vicepresidente a la muerte de Juan Domingo Perón en 1974) y también, la primera mujer en ser reelecta para la función.
Los otros resultados son: para el Frente Amplio Progresista (FAP) el 16,87%, liderado por el gobernador santafesino y socialista Hermes Binner (encabezaron las listas de Diputados en Ciudad de Buenos Aires y en la Provincia de Buenos Aires dos históricos de la Central de Trabajadores de la Argentina, CTA, Claudio Lozano y Víctor De Gennaro); Unión para el Desarrollo Social el 11,15%, a cuya cabeza estaba Ricardo Alfonsín (Hijo del ex Presidente) y el tradicional Partido Radical (UCR); Compromiso Federal el 7,98%, liderado por el gobernador peronista de San Luis, Alberto Rodríguez Saá (hermano del ex presidente por 6 días que en diciembre del 2001 declaró el default sobre la deuda externa pública por 100.000 millones de dólares); el Frente Popular el 5,89%, cuyo candidato, Eduardo Duhalde fuera Presidente entre 2002 y 2003, y Vice del gobierno de Menem en 1989; el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), una coalición de Partidos Trotskistas liderado por Jorge Altamira, el 2,31%; y la Coalición Cívica el 1,84%, encabezada por la Diputada Carrió (había sido segunda, detrás de CFK en 2007).
Cuadro I- Resultados elecciones presidenciales del 23/10/2011
Partidos | Votos | % |
Frente para la Victoria | 11.591.847 | 53,96 |
Frente Amplio Progresista | 3.624.489 | 16,87 |
Unión para el Desarrollo Social | 2.394.937 | 11,15 |
Compromiso Federal | 1.714.373 | 7,98 |
Frente Popular | 1.264.585 | 5,89 |
Frente de Izquierda y los Trabajadores | 497.070 | 2,31 |
Coalición Cívica | 396.167 | 1,84 |
Cuadro II- Total de votos
Electores | 28.867.162 | |
Participación electoral | 79,80% | |
Votos afirmativos | 21.483.468 | 95,94% |
Blanco | 678.808 | 3,03% |
Nulos | 206.025 | 0,92% |
Recurridos e impugnados | 23.921 | 0,11% |
Fuente: http://www.elecciones2011.gov.ar (consultada el 24/10/2011)
El peso de la economía en el consenso electoral
No puede analizarse el resultado electoral sin considerar el ciclo de 10 años transcurridos entre la crisis de 2001 y el presente. La Argentina venía de una larga recesión de 5 años entre 1998 y 2002, con una resistencia creciente que en la pueblada de fines del 2001 obligó a la renuncia del gobierno, y tras sucesivas administraciones emergió con apenas el 22% el gobierno de Néstor Kirchner, que desde la debilidad original construyó una estrategia de poder y consenso electoral que se manifiesta en estos resultados consagratorios de CFK. Son resultados que siguen manifestando la crisis y renovación del escenario política en la Argentina
Desde mediados del 2002 la Argentina inició una etapa de crecimiento económico, solo disminuida durante el 2009, año de recesión de la economía mundial. Los guarismos sociales mejoraron desde entonces, pero estructuralmente no alcanzaron los niveles históricos de décadas anteriores. Las fuentes oficiales reconocen un desempleo actual del 7,3%3 contra el 21,5% de 2002; siendo menor el registro de comienzo de los 90´ y por debajo del 6% en años previos. La realidad es que durante el kirchnerismo hubo crecimiento de la economía y de la ocupación, manteniendo elevados el carácter precario del empleo, superior al 30% de la fuerza de trabajo.
La evolución de la economía, con superávit comercial y fiscal facilitó una política social masiva que extendió la población mayor con acceso a pensión y jubilación, tanto como la asistencia social a menores, hijos de desocupados. El crecimiento remite principalmente a la primarización productiva y exportadora del país, siendo evidente en la extensión de la frontera agrícola de la Soja, que ocupa más de la mitad del territorio agrícola sembrado y multiplica por 3 y 4 veces las cosechas tradicionales de maíz y trigo. Argentina y los países del Mercosur, junto a EEUU, son los principales productores y exportadores de soja del mundo, con Argentina liderando la producción y exportación de aceites de soja. Junto a ello, la Argentina potenció en estos años, por medio de la mega minería a cielo abierto su carácter de productor y exportador de minerales, especialmente el oro. En materia industrial sobresale la industria automotriz, con récord de producción todos los años, previendo un total de 850.000 automotores para el 2011. De esa producción, más del 70% se exporta y el componente de autopartes nacionales es el más bajo de la historia de la producción de automotores en el país.
En los años del kirchnerismo se procesa el crecimiento económico local, fuertemente concentrado y extranjerizado, tal como expresa la Encuesta Nacional de Grandes Empresas (ENGE) que realiza anualmente el INDEC en un seguimiento de las 500 empresas de la cúpula empresarial (excluye agro y bancos). Esa evolución económica reciente tuvo en origen dos medidas previas. Una es la cesación de pagos del 2001 que liberó de parte de los compromisos de cancelación de deuda hasta la renovación derivada del canje de deuda pública del 2005 y 2010, que incluyeron dos décadas de gracia para la cancelación del capital “principal”. La otra fue la devaluación de la moneda que agravó las condiciones de penuria de la mayoría de la población, especialmente los trabajadores y sectores de menores ingresos, que en ese acto y por un tiempo transfirieron recursos al sector más concentrado. Es cierto que la reactivación económica y del empleo creó mejores condiciones para la disputa del ingreso popular, lo que se vio reflejado en la expansión de las negociaciones salariales y convenciones colectivas.
Sin duda, la situación económica y la sensación relativa a ella, es causa del consenso electoral en el gobierno de CFK. La ampliación del consumo tiene expresión en la capacidad de gastos de los sectores de altos y medios ingresos, tanto como en la franja de menores recursos. No hubo opción económica en la consideración de la mayoría de los votantes.
Iniciativa política de CFK
Más allá de la economía, la política otorga señales interesantes. Durante el 2008, el gobierno de CFK fue objetado desde los sectores más concentrados del agro, a los que se unieron las voces de otros ámbitos de las clases dominantes y la “derecha” política. Esa situación intervino en la derrota electoral de medio tiempo del gobierno de CFK (2009). Desde entonces y especialmente con la muerte de Néstor Kirchner (octubre 2010), la iniciativa política del gobierno favoreció la disputa del consenso. Se destaca en ese sentido la nacionalización del sistema de capitalización de pensiones y jubilaciones; la masividad de la Asignación Universal por Hijos de desempleados (abarcará a cerca de 4 millones de personas en 2012); y el matrimonio igualitario, entre otras medidas de importante aceptación social.
A esos argumentos debe adicionarse el “capital simbólico” construido por el gobierno, tanto en el ámbito de los derechos humanos y asumirse como los “herederos” de las Madres de Plaza de Mayo, como en el “latino americanismo” esgrimido contra el ALCA y en la posterior configuración de UNASUR. Son elementos que enriquecen la comprensión del consenso generado y contribuye a explicar el alto porcentual de votación.
La oposición por “derecha” no pudo capitalizar el triunfo electoral del 2009 y corrió detrás de la iniciativa gubernamental para quedar sin juego en la elección del 2011, al punto que el segundo agrupamiento por votos, el FAP se asume en la “centro izquierda” de las opciones políticas. El principal referente de la derecha partidaria, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, aspira a canalizar desde ahora el liderazgo de ese espacio político en el proceso que se inicia con el segundo mandato de CFK. Estas elecciones dejaron vacante el liderazgo a la derecha tradicional y fuera del gobierno. Al mismo tiempo, posicionaron una fuerza expectante de centro izquierda con el FAP, que aún muy lejos de la votación para el Frente para la Victoria (un 36% menos) emerge con un colectivo parlamentario y cierta capacidad de organizar a sectores sociales, especialmente trabajadores de la CTA. Una mención especial merece la izquierda trotskista (FIT), que aún lejos de obtener representación electoral pudo vencer su carácter testimonial y hacerse visible desde una campaña que la acercó a la sociedad. Los grandes perdedores de esta elección son los sectores tradicionales del peronismo y el radicalismo.
El cuadro político descripto, incluida la cuantiosa votación a CFK son parte de lo que denominamos “crisis política” y búsquedas de nuevas representaciones. El kirchnerismo construyó desde la debilidad (2003), confirmó liderazgo sucediéndose en 2007 (CFK) y luego de la derrota electoral del 2009 reconstruyó consenso electoral (2011). En nuestra hipótesis, la disputa del consenso sigue abierto, especialmente desde la protesta y el conflicto social. Desde un punto de vista general puede considerarse la continuidad de la crisis del régimen político en la Argentina. Si bien ganó el voto peronista, en esta ocasión fue con la identidad del Frente para la Victoria (CFK), apoyado en la burocracia política y sindical del peronismo (PJ y CGT) y en aliados de centro izquierda (Nuevo Encuentro, la CTA intervenida por el Ministerio de Trabajo, otros).
Queda por analizar si ese caudal electoral afirma la tradición peronista o muta a consolidar el kirchnerismo, o el cristinismo. Si queda claro que el bipartidismo, peronista y radical, vuelve a sufrir otro golpe, aunque hay historia de resurgimientos anteriores. El peronismo y el radicalismo siguen siendo las principales fuerzas de gobiernos provinciales, municipales y en espacios legislativos, pero en proceso estructural de crisis. La izquierda se presenta en tres variantes, dentro del gobierno, en el FAP, en el FIT, y aún en el Frente del Sur, con capacidad de actuar en el movimiento popular, en su organización y movilización, restando profundizar en su capacidad para construir poder propio en la coyuntura política y más allá.
Escenarios posibles a futuro
La elección de CFK para un nuevo periodo no era una novedad desde la realización de las elecciones primarias en agosto pasado, donde obtuvo el 50% de los votos. Las incógnitas provienen de la evolución de la crisis capitalista mundial y su impacto en la situación de la economía, lo que genera incertidumbre sobre el rumbo, sea por menor demanda de compradores en recesión, por reducción de los precios internacionales de las exportaciones de Argentina, o por las presiones sobre el precio de la divisa. Todas situaciones que ya impactan en la merma de las reservas internacionales.
En realidad nadie espera grandes cambios en la política económica, pero existen inquietudes sobre la disputa por el ingreso y la riqueza, con lo que ello puede implicar en materia de conflictividad social. La carestía de la vida empuja reclamos de mejoras en los ingresos populares que contrasta con la expectativa patronal por mantener la tasa de ganancia y con el propósito mediador del gobierno para reducir la presión al alza de los salarios. Las orientaciones del gobierno se enfocan en un mejor diálogo con la cúpula empresarial, ante la cual se presentaron recientemente sendos planes estratégicos, para el agro y la industria hacia el 2020. En ambos instrumentos, como en el Presupuesto 2012 se ratifica el modelo productivo asentado en el monocultivo, la mega minería a cielo abierto y una industria de ensamble.
Uno de los interrogantes es la perspectiva de lo manifestado por el FAP. No es la primera vez que emerge una fuerza política por fuera del bipartidismo tradicional. Lo fue el Partido Intransigente en los 80´, el Frente Grande en los 90´ y en ambos casos fueron absorbidos, el primero bajo la hegemonía del PJ, y el segundo de la UCR. La clave estará en la capacidad de construir autonomía desde la organización y movilización popular, propuesta que involucra a los sectores y dirigentes de la CTA involucrados en el proyecto. Es una perspectiva que se procesa en la ampliación de las alianzas hacia el conjunto de la izquierda y el movimiento nacional y popular por la liberación. Resta evaluar si se afirma esa tendencia, o una voluntad de inserción institucional que pueda culminar absorbida por la lógica política prevalente. El gran desafío para la izquierda y el movimiento popular está en la capacidad de construir alternativa ante la crisis de la política.
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