x Rémy Herrera
Entre los debates urgentes a iniciar figura el de la salida de la zona euro, especialmente para la Europa del SurLa extrema gravedad de la crisis que afecta actualmente a Europa, en particular la zona euro, por la vía de las deudas llamadas “soberanas”, desde Grecia hasta Italia entre otros países, lleva a preguntarse: ¿los pueblos europeos no obtendrán lecciones de las experiencias por las que están pasando ciertos países del Sur y de las estrategias anti-crisis que allí fueron adoptadas? Porque el hecho es que, hasta el momento, han sido las recetas del Norte, que se suponían universalmente válidas, las que fueron generalmente administradas a las economías del Sur – a pesar de que estas recetas no les resultaron muy convenientes, salvo raras excepciones. Pero los tiempos cambiaron…
Europa en crisis
Las soluciones neoliberales de austeridad generalizada y de destrucción de los servicios públicos hoy propuestas (o mejor dicho, impuestas) para intentar salvar el capitalismo en crisis y relanzar el crecimiento, son absurdas; constituyen la forma más segura de agravar aún más esta crisis y de precipitar más rápidamente el sistema al abismo. Y esto al mismo tiempo que favorecen, por todos lados, la subida con fuerza de las extremas-derechas, racistas, demagógicas y siempre cómplices del orden establecido.
En este contexto, la crisis que atraviesa actualmente la zona euro debe ser entendida como en íntima unión con las propias bases del proceso de la construcción europea. Se creyó posible crear una moneda única sin Estado, así como una Europa política que en la realidad no existe. Había un error de concepto en esta Europa que pretendía hacer converger a la fuerza a económicas extremadamente diferentes sin el refuerzo de instituciones políticas a escala regional ni la promoción de una armonización social nivelando por encima. Es así que, de forma lógica, esta “mala Europa”, dirigida contra los pueblos, anti-social y anti-democrática, es cada vez más abiertamente rechazada.
Seguir creyendo en un nuevo "compromiso keynesiano" contribuiría, sin embargo, a alimentar ilusiones. Este, formulado después de la Segunda Guerra mundial, no fue concedido por los grandes capitalistas, fue logrado por las luchas populares, múltiples y convergentes. Hoy las altas finanzas que retomaron el poder no están dispuestas a ninguna concesión. El keynesianismo – que podría de hecho ser deseable – no posee en la realidad ningún futuro. Desde hace tiempo son los oligopolios financieros los que dominan y dictan la ley a los Estados, para fijar las tasas de interés, la creación de moneda o, cuando fuera necesario, para nacionalizar.
Ruptura?
Frente a la crisis sistémica y los peligros que ella comporta – incluyendo el de ver llegar al poder a extremistas de derecha – es tiempo de que las fuerzas progresistas en Europa retomen la ofensiva, formulando de nuevo propuestas alternativas para una izquierda radical e internacionalista, orientadas en el sentido de la reconstrucción de proyectos sociales y de solidaridades orientadas al Sur en lucha.
Entre los debates urgentes a iniciar figura el de la salida de la zona euro, especialmente para la Europa del Sur, bajo ciertas condiciones y según diferentes modalidades. Es evidente que tal decisión sería difícil de asumir por los pequeños países como Grecia. Sería una falsedad afirmar que con esta opción de ruptura no habría dificultades. Pero sería igualmente una falsedad afirmar que tal camino conduciría a la catástrofe.
Y esto por al menos tres razones. En primer lugar, hay importantes economías europeas que no están en la zona euro, como el Reino Unido. Después, hay países que fueron violentamente afectados por la crisis y que están en vías de recuperación fuera de la zona euro, especialmente Islandia. Finalmente, y fuera del continente europeo, hay países del Sur que tomaron la decisión de romper con las reglas del sistema monetario internacional actual sin que de tal decisión se llegase a una situación de caos. Muy al contrario, ha sido precisamente esa vía de ruptura – temporal – con los dogmas neoliberales lo que les ha permitido independizarse y recuperarse.
Qué lecciones tomar del Sur
Numerosas experiencias recientes en el Sur mostraron que la reconquista de elementos de soberanía nacional – monetaria, entre otras – y el voluntarismo político ante los diktat de los mercados financieros abrieron márgenes de maniobra que permitieron a esos países salir de situaciones económicas dramáticas, provocadas en gran medida por el proprio funcionamiento – injusto e inaceptable – del sistema capitalista mundial. Pensamos aquí, por ejemplo, en el proceso de “desdolarización” en Cuba; o en el distanciamiento de Venezuela con el Fondo Monetario Internacional; o también en la creación del Banco del Sur (Bancosur), incluyendo países de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) como Bolivia y otros, incluso Brasil. Pero puede citarse igualmente el caso de un país con un gobierno menos radical como Argentina, que a finales del 2001 declaró la suspensión de pagos y que retomó con bastante rapidez el crecimiento, sin que haya quedado aislado en sus relaciones internacionales. Suspensión de pagos, desvalorización de la moneda y plan de reconversión de la deuda fueron las medidas que salvaron a Argentina del desastre neoliberal.
No hay duda de que una salida del euro sería más difícil para un país como Grecia, que posee una base productiva y exportadora mucho más pequeña que la de Argentina (que se asienta sobre la agro-industria y la energía); pero ciertamente no resultaría el “fin del mundo” para su pueblo, como insisten en anunciar los medios dominantes. Una decisión tal es difícil de tomar, considerando las cuentas públicas deficitarias y el riesgo de fuga de capitales; pero desde ahora se muestra necesaria como forma de salida de la trampa neoliberal – y esto antes de que Alemania decida por su cuenta la exclusión de ese país!
Pensemos igualmente en Ecuador, cuyo gobierno realizó una auditoria de su deuda externa, anuló las deudas “odiosas” (o sea, ilegales e/o ilegítimas), utilizó la suspensión de los reembolsos para reducir el peso de la deuda pública y liberó de esa forma recursos para las políticas sociales y para las infraestructuras. En todas estas experiencias, en que no se produjo ninguna catástrofe, la reapropiación por parte del Estado de su poder de decisión política sobre la economía permitió a cada país liberarse del atolladero en que estaba sumergido. Tal fue el caso de Malasia, después de la crisis asiática de 1998, cuando el gobierno (que no era “de izquierda”) coloco límites a las imposiciones del FMI y condujo la política anticrisis que le pareció más conveniente.
Y porque no, entonces, en Europa? Es cierto que las situaciones difieren de continente a continente, pero las alternativas existen, bajo la forma de transiciones pos-capitalistas democráticas y sociales, solidarias con el Sur. Lo que se necesita no es la elaboración de soluciones milagrosas o llave en mano, sino reabrir los espacios de debate en la izquierda. Ha llegado con creces el tiempo de hablar, finalmente, sin tabúes ni complejos, de soluciones anti-crisis colocadas al servicio de los pueblos europeos: salida controlada de la zona euro, desvalorización monetaria, restablecer el control de las variaciones de los flujos financieros, redefinición del papel político de los bancos centrales, nacionalización del sistema bancario y de ciertos sectores estratégicos de la economía, anulación parcial de las deudas públicas, aumentar la redistribución de la riqueza, reconstrucción de los servicios públicos, desarrollo de la participación popular, pero también el relanzamiento de una regionalización europea progresista y abierta al Sur… Porque, de verdad, son los pueblos los soberanos, no las deudas.
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