¡Condenemos la guerra de ocupación de Libia emprendida por los EE.UU., Francia y Gran Bretaña!
¡Mostremos nuestra solidaridad a los pueblos de países como Túnez, Egipto, Yemen, Bahrein, Argelia, Marruecos y Jordania que luchan por la democracia y la independencia!
¡Opongámonos a la intervención de los imperialistas, especialmente de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia en los asuntos internos de los países árabes!
¡Opongámonos a la intervención de los imperialistas, especialmente de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia en los asuntos internos de los países árabes!
En las últimas semanas, los levantamientos populares en el mundo árabe han puesto en estado de alerta a los imperialistas, en particular a los imperialistas estadounidenses, y, al mismo tiempo, han ejercido una influencia considerable sobre los pueblos del mundo. Desde Túnez la revuelta se extendió a muchos otros países árabes. Ben Ali, el Presidente de Túnez que reprimió al pueblo tunecino durante los últimos 23 años, y Hosni Mubarak, que gobernaba Egipto desde hacía 30, tuvieron que renunciar y huir espantados ante estos levantamientos de masas. Los movimientos de masas en países como Yemen, Bahrein, Argelia, Marruecos, Jordania, etc. continúan en esa misma línea. La población árabe exige a una voz la dimisión de sus gobernantes, dictadores que desde hace decenios han gobernado en colusión con los imperialistas. Cientos de miles de árabes, en especial los jóvenes, han desafiado las órdenes de prohibición y se han echado a las calles. Calles y plazas se han convertido en mares de masas durante semanas y semanas. Cientos de personas han perdido la vida y miles resultaron heridas en la represión llevada a cabo por los gobiernos. Ahora, no obstante, con la guerra contra Libia emprendida por los países de la OTAN comandados por los EE.UU., los acontecimientos en todo el mundo árabe han dado un giro crucial.
Con el pretexto nominal de frenar a las fuerzas armadas libias que reprimían a los rebeldes opuestos al gobierno de Ghaddafi, el Consejo de Seguridad aprobó una resolución que establecía una “zona de exclusión aérea”. La mayoría de los países de la OTAN, dirigidos por los Estados Unidos, votaron a favor de la resolución mientras Rusia, China, Alemania, Brasil y la India se abstuvieron. Los países con poder de veto tampoco hicieron uso de él para impedir que dicha resolución se adoptase. Obviamente estos países toleraron indirectamente la acción militar al no oponerse a la resolución. El Gobierno de Manmohan Singh está engañando al pueblo indio y al mundo al derramar lágrimas de cocodrilo tras los ataques sin molestarse siquiera en condenarlos formalmente. Los EE.UU., que no han condenado nunca los asesinatos arbitrarios de palestinos cometidos por el estado sionista de Israel en innumerables ocasiones y en violación de docenas de resoluciones de la ONU arrojadas al cubo de la basura; los EE.UU., que han utilizado ilimitadamente su poder de veto a favor de Israel, junto con otras potencias occidentales comenzaron sus bombardeos contra Libia de inmediato, tan pronto como se adoptó la resolución de la ONU. El mismo primer día de ataques, que se dice son parte de una campaña internacional, 18 cazabombarderos pertenecientes a Francia lanzaron al menos 40 misiles sobre diversos objetivos. Buques de guerra de Estados Unidos y Gran Bretaña hicieron blanco en los sistemas de seguridad libios y dispararon misiles. 18 aviones B-2 de la fuerza aérea de los EE.UU. lanzaron más de un centenar de misiles contra Libia y bombardearon varios objetivos. En esta guerra, desencadenada so pretexto nominal de impedir las masacres que pudieran perpetrar las fuerzas de Ghaddafi, han perdido la vida cientos de civiles. ¡¿Hay mayor abyección que pretender que los pueblos del mundo crean que el valor de la vida –y de la muerte- de los libios cambia según el origen de las bombas que les quitan la vida?! Los propios medios de comunicación, que se han dedicado a difundir noticias completamente distorsionadas en apoyo de esta guerra de la OTAN contra Libia, ocultando los hechos que se suceden sobre el terreno, tuvieron que admitir que en los primeros ataques resultaron muertos muchos niños. Una vez más han mostrado a las claras su naturaleza de clase al informar sobre esta guerra unilateral.
La ONU, que se dice una organización neutral, ha demostrado ser, una vez más, una marioneta en manos de países imperialistas como los EE.UU., Gran Bretaña, Francia, etc. El Secretario General Ban Ki Moon se comporta como su perro faldero. En los ataques inhumanos lanzados contra Gaza por Israel en diciembre de 2008, 1.417 palestinos (la mayoría de ellos mujeres y niños) perdieron la vida y muchos miles resultaron heridos; Israel empleó ilegalmente fósforo blanco contra el pueblo de Gaza: muchos palestinos contrajeron cáncer por ello; empleó cazabombarderos F-16, recurrió a los "asesinatos selectivos" y sometió a prácticamente un millón y medio de personas en Gaza a condiciones de vida semejantes a las de una cárcel al aire libre sin siquiera agua potable o electricidad: todo esto no fuere suficiente para que las Naciones Unidas adoptasen una resolución imponiendo una zona de exclusión aérea. El gobierno neonazi de Rajpakse desencadenó una guerra genocida contra los tamiles para diezmar a los LTTE: lanzó toneladas de bombas sobre zonas residenciales y objetivos civiles, y asesinó a 20.000 tamiles sólo en los últimos dos días de guerra; las atrocidades cometidas por el ejército chovinista cingalés contra las guerrilleras tamiles apresadas, incluido el ultraje de sus cadáveres, horrorizaron al mundo: la ONU no hizo nada. En el último cuarto de siglo, el gobierno de la India por medio de su ejército ha masacrado a sangre y fuego a más de 80.000 habitantes de Cachemira: la ONU dormita como en letargo. Y ahora la ONU pretende que los pueblos del mundo crean que esta guerra contra Libia se libra realmente para proteger a los libios de las fuerzas de Ghaddafi. ¡Qué vergüenza! Ni en una sola ocasión ha actuado a favor de los intereses de las naciones oprimidas o del pueblo aunque se pueden citar docenas de casos en que se ha apresurado a salvaguardar los intereses de los Estados Unidos, Israel o de otros países occidentales, incluso por nimiedades.
La guerra contra Libia vulnera también el espíritu mismo de la resolución de la ONU que establece la zona de exclusión aérea. So pretexto de aplicar la resolución de la ONU aprobada para impedir que los aviones libios bombardearan a los rebeldes, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia están bombardeando Libia indiscriminadamente. No se trata sino de una guerra de ocupación. El auténtico motivo es derrocar a Ghaddafi, reemplazarlo por una camarilla de gobierno que les sea favorable y saquear los recursos petroleros libios. Quién puede ser tan inocente como para creer que Obama bombardea Libia para proteger a los rebeldes libios mientras, por la puerta de atrás, envía tropas de Arabia Saudí a Bahrein para reprimir allí la rebelión popular. Este “Premio Nobel de la Paz” sediento de sangre, que está asesinando a cientos de inocentes en ataques de aviones no tripulados en Afganistán y Pakistán occidental, carece de altura moral para pronunciar palabras como “vidas de inocentes”. Los países occidentales –que no se han preocupado jamás por las vidas humanas cuando las fuerzas armadas de los dictadores de Arabia Saudí, Yemen, Jordania, etc., a quienes han estado apoyando todos estos años, disparan contra el pueblo matando a decenas de personas- se empeñan ahora en destronar a Ghaddafi: ¡Ojo! No por intereses egoístas sino “para proteger a los libios”. ¡Hipocresía imperialista pura y dura!
Ben Ali en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto, Ali Abdallah Saleh en Yemen, Isa Al Jalifa en Bahrein y el rey Abdallah en Jordania son gobernantes dictatoriales que llevan reprimiendo al pueblo de sus países desde hace décadas en colusión con los imperialistas occidentales, en particular los imperialistas de EE.UU. La fachada democrática de estos países se puede calibrar a partir de las estadísticas de fantasía que obtuvo siempre Ben Ali en las elecciones: ¡entre el 97 y el 99% de los votos! No existía apariencia alguna de derechos democráticos o civiles. Los departamentos policiales y los servicios de inteligencia se habían desarrollado hasta alcanzar proporciones monstruosas: habían llegado a controlar las vidas del pueblo al punto de reprimir el más mínimo signo de disidencia. El desempleo está fuera de control. Yemen solo tiene un desempleo del 40%. En el otro platillo de la balanza, los gobernantes se han dedicado a amasar inmensas fortunas con origen en los abundantes recursos de hidrocarburos de la zona. Miles y miles de millones de dólares evadidos se ocultan en bancos extranjeros. El mundo se sorprendió al saber que Ben Ali se había llevado físicamente con él una tonelada y media de oro en su huida. ¿La punta del “oilberg” [nótese el juego de palabras entre “oilberg” e iceberg]? Los efectos negativos de las sucesivas crisis financieras mundiales sobre el pueblo árabe desde 2008 son tan graves como en cualquier otra parte del mundo. Más de la mitad de la población de los países árabes vive con menos de dos dólares al día. Mientras, estos dictadores derrochan sin límite alguno el dinero del pueblo en la “Guerra contra el terrorismo” desencadenada por los EE.UU. so pretexto de acabar con Al Qaeda. Yemen ha puesto en marcha un programa de capacitación antiterrorista cuya dotación asciende a 750 millones de dólares. Este uso indebido de los recursos del pueblo a la par que se recortaban las ayudas sobre servicios esenciales, etc. ha alimentado la ira del pueblo. A lo largo de todos estos años los imperialistas no han dejado de apoyar todas las medidas explotadoras y represivas que estas dictaduras han impuesto a los pueblos de sus países mientras sacaban provecho de las diversas contradicciones entre las distintas religiones, tribus, nacionalidades y sectas, como los chiítas y los sunitas. Ahora, a la vista de las dimensiones de los levantamientos, los imperialistas han decidido chalanear nuevos caballos deshaciéndose de los viejos. Hicieron dimitir a Ben Ali y a Mubarak y entregaron el poder a los generales. En otros países las potencias occidentales todavía apoyan a los dictadores. La Liga Árabe, que integra a 22 naciones, se está comportando como una comparsa de las potencias occidentales en todo este episodio: no ha mostrado la más mínima pizca de nacionalismo árabe ni ha dado voz a las aspiraciones antiimperialistas del pueblo árabe.
Sólo aquellos gobernantes que satisfacen las aspiraciones democráticas del pueblo, uniéndolo, y se oponen al imperialismo inequívocamente pueden defender y preservar la independencia y la soberanía de sus países. Cualquier gobernante, ya sea Ghaddafi o cualquier otro, que impone un régimen autocrático a su pueblo nunca podrá luchar contra el imperialismo incondicionalmente. Nunca podrá unir al pueblo contra el imperialismo.
Los imperialistas han tramado todo tipo de conspiraciones y maquinaciones desde el comienzo de las revueltas con objeto de establecer su autoridad en Asia occidental y África del Norte, zonas donde se hallan inmensos recursos petrolíferos. Han apoyado a los dictadores genuflexos que preservaban los intereses imperialistas. Si piensan que uno de esos dictadores es un obstáculo para sus intereses no dudan en aplicar la política de “usar y tirar”.
Llamamiento del PCI (Maoísta) al pueblo árabe
El pueblo árabe debería continuar las revueltas contra los dictadores y los imperialistas con la mayor determinación. Debería oponerse con toda firmeza a los intentos de los imperialistas, en especial de los EE.UU., Gran Bretaña y Francia, de secuestrar sus movimientos. Debería estar ojo avizor con los consejos militares que se hicieron con el poder en sustitución de los dictadores. ¡Que los pueblos árabes no se llamen a engaño creyendo que los generales que apoyaron en todo momento a los dictadores ahora garantizarán la democracia! Todos los sectores antiimperialistas, democráticos, patrióticos, incluidos los trabajadores, los campesinos y las clases medias, deberían unirse. El único camino abierto a la población árabe es luchar incondicionalmente contra el imperialismo bajo la dirección del proletariado. Los recientes acontecimientos en el mundo árabe han demostrado una vez más con toda claridad que la guía de la ideología marxista y la dirección de la vanguardia del proletariado, es decir, de un partido comunista revolucionario, son inevitables para la verdadera liberación de las masas oprimidas. Las independencias nominales logradas por estos países frente al colonialismo dieron paso a la explotación neocolonial cuyo resultado ha sido unas condiciones de vida insoportables: el pueblo árabe ha sido víctima directa de este proceso a lo largo de los últimos 40-50 años. Para que el pueblo árabe logre una independencia auténtica tiene que ponerse en pie, destruir el neocolonialismo y luchar contra el imperialismo con toda firmeza. Debería unirse para luchar contra los imperialistas de EE.UU., Gran Bretaña y Francia, países que han impuesto a Libia una guerra injusta. El PCI (Maoísta) alberga la esperanza de que las luchas contra los gobiernos burocráticos y compradores apoyados por los imperialistas se transformarán plenamente en luchas de tenaz resistencia contra el imperialismo, contra su intervención y contra las guerras injustas por él impuestas. Sólo entonces podrá liberarse el mundo árabe de las garras de los dictadores y los imperialistas.
Llamamiento del PCI (Maoísta) al pueblo de la India y al mundo
Los levantamientos del pueblo árabe en pos de la libertad y la democracia son luchas enteramente justas. Aunque en las revueltas participen algunos reaccionarios, como los chauvinistas religiosos, estos movimientos son democráticos y progresistas. Mostremos nuestra solidaridad con estos movimientos. Condenemos con una sola voz la guerra injusta impuesta a Libia por los imperialistas occidentales y la intervención de los imperialistas en el mundo árabe.
Con el pretexto nominal de frenar a las fuerzas armadas libias que reprimían a los rebeldes opuestos al gobierno de Ghaddafi, el Consejo de Seguridad aprobó una resolución que establecía una “zona de exclusión aérea”. La mayoría de los países de la OTAN, dirigidos por los Estados Unidos, votaron a favor de la resolución mientras Rusia, China, Alemania, Brasil y la India se abstuvieron. Los países con poder de veto tampoco hicieron uso de él para impedir que dicha resolución se adoptase. Obviamente estos países toleraron indirectamente la acción militar al no oponerse a la resolución. El Gobierno de Manmohan Singh está engañando al pueblo indio y al mundo al derramar lágrimas de cocodrilo tras los ataques sin molestarse siquiera en condenarlos formalmente. Los EE.UU., que no han condenado nunca los asesinatos arbitrarios de palestinos cometidos por el estado sionista de Israel en innumerables ocasiones y en violación de docenas de resoluciones de la ONU arrojadas al cubo de la basura; los EE.UU., que han utilizado ilimitadamente su poder de veto a favor de Israel, junto con otras potencias occidentales comenzaron sus bombardeos contra Libia de inmediato, tan pronto como se adoptó la resolución de la ONU. El mismo primer día de ataques, que se dice son parte de una campaña internacional, 18 cazabombarderos pertenecientes a Francia lanzaron al menos 40 misiles sobre diversos objetivos. Buques de guerra de Estados Unidos y Gran Bretaña hicieron blanco en los sistemas de seguridad libios y dispararon misiles. 18 aviones B-2 de la fuerza aérea de los EE.UU. lanzaron más de un centenar de misiles contra Libia y bombardearon varios objetivos. En esta guerra, desencadenada so pretexto nominal de impedir las masacres que pudieran perpetrar las fuerzas de Ghaddafi, han perdido la vida cientos de civiles. ¡¿Hay mayor abyección que pretender que los pueblos del mundo crean que el valor de la vida –y de la muerte- de los libios cambia según el origen de las bombas que les quitan la vida?! Los propios medios de comunicación, que se han dedicado a difundir noticias completamente distorsionadas en apoyo de esta guerra de la OTAN contra Libia, ocultando los hechos que se suceden sobre el terreno, tuvieron que admitir que en los primeros ataques resultaron muertos muchos niños. Una vez más han mostrado a las claras su naturaleza de clase al informar sobre esta guerra unilateral.
La ONU, que se dice una organización neutral, ha demostrado ser, una vez más, una marioneta en manos de países imperialistas como los EE.UU., Gran Bretaña, Francia, etc. El Secretario General Ban Ki Moon se comporta como su perro faldero. En los ataques inhumanos lanzados contra Gaza por Israel en diciembre de 2008, 1.417 palestinos (la mayoría de ellos mujeres y niños) perdieron la vida y muchos miles resultaron heridos; Israel empleó ilegalmente fósforo blanco contra el pueblo de Gaza: muchos palestinos contrajeron cáncer por ello; empleó cazabombarderos F-16, recurrió a los "asesinatos selectivos" y sometió a prácticamente un millón y medio de personas en Gaza a condiciones de vida semejantes a las de una cárcel al aire libre sin siquiera agua potable o electricidad: todo esto no fuere suficiente para que las Naciones Unidas adoptasen una resolución imponiendo una zona de exclusión aérea. El gobierno neonazi de Rajpakse desencadenó una guerra genocida contra los tamiles para diezmar a los LTTE: lanzó toneladas de bombas sobre zonas residenciales y objetivos civiles, y asesinó a 20.000 tamiles sólo en los últimos dos días de guerra; las atrocidades cometidas por el ejército chovinista cingalés contra las guerrilleras tamiles apresadas, incluido el ultraje de sus cadáveres, horrorizaron al mundo: la ONU no hizo nada. En el último cuarto de siglo, el gobierno de la India por medio de su ejército ha masacrado a sangre y fuego a más de 80.000 habitantes de Cachemira: la ONU dormita como en letargo. Y ahora la ONU pretende que los pueblos del mundo crean que esta guerra contra Libia se libra realmente para proteger a los libios de las fuerzas de Ghaddafi. ¡Qué vergüenza! Ni en una sola ocasión ha actuado a favor de los intereses de las naciones oprimidas o del pueblo aunque se pueden citar docenas de casos en que se ha apresurado a salvaguardar los intereses de los Estados Unidos, Israel o de otros países occidentales, incluso por nimiedades.
La guerra contra Libia vulnera también el espíritu mismo de la resolución de la ONU que establece la zona de exclusión aérea. So pretexto de aplicar la resolución de la ONU aprobada para impedir que los aviones libios bombardearan a los rebeldes, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia están bombardeando Libia indiscriminadamente. No se trata sino de una guerra de ocupación. El auténtico motivo es derrocar a Ghaddafi, reemplazarlo por una camarilla de gobierno que les sea favorable y saquear los recursos petroleros libios. Quién puede ser tan inocente como para creer que Obama bombardea Libia para proteger a los rebeldes libios mientras, por la puerta de atrás, envía tropas de Arabia Saudí a Bahrein para reprimir allí la rebelión popular. Este “Premio Nobel de la Paz” sediento de sangre, que está asesinando a cientos de inocentes en ataques de aviones no tripulados en Afganistán y Pakistán occidental, carece de altura moral para pronunciar palabras como “vidas de inocentes”. Los países occidentales –que no se han preocupado jamás por las vidas humanas cuando las fuerzas armadas de los dictadores de Arabia Saudí, Yemen, Jordania, etc., a quienes han estado apoyando todos estos años, disparan contra el pueblo matando a decenas de personas- se empeñan ahora en destronar a Ghaddafi: ¡Ojo! No por intereses egoístas sino “para proteger a los libios”. ¡Hipocresía imperialista pura y dura!
Ben Ali en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto, Ali Abdallah Saleh en Yemen, Isa Al Jalifa en Bahrein y el rey Abdallah en Jordania son gobernantes dictatoriales que llevan reprimiendo al pueblo de sus países desde hace décadas en colusión con los imperialistas occidentales, en particular los imperialistas de EE.UU. La fachada democrática de estos países se puede calibrar a partir de las estadísticas de fantasía que obtuvo siempre Ben Ali en las elecciones: ¡entre el 97 y el 99% de los votos! No existía apariencia alguna de derechos democráticos o civiles. Los departamentos policiales y los servicios de inteligencia se habían desarrollado hasta alcanzar proporciones monstruosas: habían llegado a controlar las vidas del pueblo al punto de reprimir el más mínimo signo de disidencia. El desempleo está fuera de control. Yemen solo tiene un desempleo del 40%. En el otro platillo de la balanza, los gobernantes se han dedicado a amasar inmensas fortunas con origen en los abundantes recursos de hidrocarburos de la zona. Miles y miles de millones de dólares evadidos se ocultan en bancos extranjeros. El mundo se sorprendió al saber que Ben Ali se había llevado físicamente con él una tonelada y media de oro en su huida. ¿La punta del “oilberg” [nótese el juego de palabras entre “oilberg” e iceberg]? Los efectos negativos de las sucesivas crisis financieras mundiales sobre el pueblo árabe desde 2008 son tan graves como en cualquier otra parte del mundo. Más de la mitad de la población de los países árabes vive con menos de dos dólares al día. Mientras, estos dictadores derrochan sin límite alguno el dinero del pueblo en la “Guerra contra el terrorismo” desencadenada por los EE.UU. so pretexto de acabar con Al Qaeda. Yemen ha puesto en marcha un programa de capacitación antiterrorista cuya dotación asciende a 750 millones de dólares. Este uso indebido de los recursos del pueblo a la par que se recortaban las ayudas sobre servicios esenciales, etc. ha alimentado la ira del pueblo. A lo largo de todos estos años los imperialistas no han dejado de apoyar todas las medidas explotadoras y represivas que estas dictaduras han impuesto a los pueblos de sus países mientras sacaban provecho de las diversas contradicciones entre las distintas religiones, tribus, nacionalidades y sectas, como los chiítas y los sunitas. Ahora, a la vista de las dimensiones de los levantamientos, los imperialistas han decidido chalanear nuevos caballos deshaciéndose de los viejos. Hicieron dimitir a Ben Ali y a Mubarak y entregaron el poder a los generales. En otros países las potencias occidentales todavía apoyan a los dictadores. La Liga Árabe, que integra a 22 naciones, se está comportando como una comparsa de las potencias occidentales en todo este episodio: no ha mostrado la más mínima pizca de nacionalismo árabe ni ha dado voz a las aspiraciones antiimperialistas del pueblo árabe.
Sólo aquellos gobernantes que satisfacen las aspiraciones democráticas del pueblo, uniéndolo, y se oponen al imperialismo inequívocamente pueden defender y preservar la independencia y la soberanía de sus países. Cualquier gobernante, ya sea Ghaddafi o cualquier otro, que impone un régimen autocrático a su pueblo nunca podrá luchar contra el imperialismo incondicionalmente. Nunca podrá unir al pueblo contra el imperialismo.
Los imperialistas han tramado todo tipo de conspiraciones y maquinaciones desde el comienzo de las revueltas con objeto de establecer su autoridad en Asia occidental y África del Norte, zonas donde se hallan inmensos recursos petrolíferos. Han apoyado a los dictadores genuflexos que preservaban los intereses imperialistas. Si piensan que uno de esos dictadores es un obstáculo para sus intereses no dudan en aplicar la política de “usar y tirar”.
Llamamiento del PCI (Maoísta) al pueblo árabe
El pueblo árabe debería continuar las revueltas contra los dictadores y los imperialistas con la mayor determinación. Debería oponerse con toda firmeza a los intentos de los imperialistas, en especial de los EE.UU., Gran Bretaña y Francia, de secuestrar sus movimientos. Debería estar ojo avizor con los consejos militares que se hicieron con el poder en sustitución de los dictadores. ¡Que los pueblos árabes no se llamen a engaño creyendo que los generales que apoyaron en todo momento a los dictadores ahora garantizarán la democracia! Todos los sectores antiimperialistas, democráticos, patrióticos, incluidos los trabajadores, los campesinos y las clases medias, deberían unirse. El único camino abierto a la población árabe es luchar incondicionalmente contra el imperialismo bajo la dirección del proletariado. Los recientes acontecimientos en el mundo árabe han demostrado una vez más con toda claridad que la guía de la ideología marxista y la dirección de la vanguardia del proletariado, es decir, de un partido comunista revolucionario, son inevitables para la verdadera liberación de las masas oprimidas. Las independencias nominales logradas por estos países frente al colonialismo dieron paso a la explotación neocolonial cuyo resultado ha sido unas condiciones de vida insoportables: el pueblo árabe ha sido víctima directa de este proceso a lo largo de los últimos 40-50 años. Para que el pueblo árabe logre una independencia auténtica tiene que ponerse en pie, destruir el neocolonialismo y luchar contra el imperialismo con toda firmeza. Debería unirse para luchar contra los imperialistas de EE.UU., Gran Bretaña y Francia, países que han impuesto a Libia una guerra injusta. El PCI (Maoísta) alberga la esperanza de que las luchas contra los gobiernos burocráticos y compradores apoyados por los imperialistas se transformarán plenamente en luchas de tenaz resistencia contra el imperialismo, contra su intervención y contra las guerras injustas por él impuestas. Sólo entonces podrá liberarse el mundo árabe de las garras de los dictadores y los imperialistas.
Llamamiento del PCI (Maoísta) al pueblo de la India y al mundo
Los levantamientos del pueblo árabe en pos de la libertad y la democracia son luchas enteramente justas. Aunque en las revueltas participen algunos reaccionarios, como los chauvinistas religiosos, estos movimientos son democráticos y progresistas. Mostremos nuestra solidaridad con estos movimientos. Condenemos con una sola voz la guerra injusta impuesta a Libia por los imperialistas occidentales y la intervención de los imperialistas en el mundo árabe.
¡Detener inmediatamente la guerra injusta contra Libia emprendida por las fuerzas de la OTAN dirigidas por los EE.UU.!
¡Los imperialistas no tienen ningún derecho de intervención en los asuntos internos de Libia!
¡Denunciemos las políticas intervencionistas de los imperialistas, en especial de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, en el mundo árabe!
¡Apoyemos los movimientos populares justos en los países árabes!
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