Los transgénicos
A Estados Unidos, país que insiste en el cultivo de transgénicos, no le importa causarle daño a la humanidad con tal de imponer sus venenos en los mercados mundiales.
Sería una locura introducir los transgénicos a nuestra alimentación sabiendo los riesgos que le causaría a nuestra salud. Existen evidencias suficientes sobre el impacto ambiental, social y económico que provocaría si se insiste en cultivar transgénicos para la alimentación.
El cultivo de los transgénicos en los laboratorios para el uso con fines médicos no le causa daño al ambiente ni a la salud como sería cultivarlo al aire libre. Así lo dieron a saber los ponentes que intervinieron en las jornadas realizada en la Escuela de la Organización Industrial (EOI), en París.
La doctora María del Carmen Jaime, graduada en ciencias biológicas, en su intervención dijo que los microorganismos del suelo son víctimas de estos cultivos. Por lo tanto “la fertilidad de nuestros suelos está en juego como también la alimentación”.
Por su parte Cristian Vélot, quien es profesor de la Universidad de París, dijo que “al comer transgénicos estamos comiendo veneno”.
A Estados Unidos, país que insiste en el cultivo de transgénicos, no le importa causarle daño a la humanidad con tal de imponer sus venenos en los mercados mundiales. Los gobiernos de los países latinoamericanos deben prohibir la entrada de estos productos a sus territorios, porque estos fariseos han amenazado a países como Sri Lanka y Croacia de legislar moratoria para sus transgénicos. Aquí podemos ver como ellos quieren meterse en las decisiones de los gobiernos soberanos, para imponer su agricultura dañina.
En nuestro país el presidente Chávez escuchó los consejos y sugerencias respecto a los transgénicos y tomó la medida necesaria, por lo tanto prohibió el cultivo de los transgénicos en nuestro país.
Ahora, para garantizar que se cumpla la decisión del mandatario, se debe estar pendiente que aquí no entren esos productos que nos han de causar daño no solo a nosotros, sino también al ambiente.
Digámosles NO a los alimentos para el consumo humano y animal, producido en los Estados Unidos con semillas transgénicas; y SÍ a nuestros productos libres del veneno de los gringos. Es decir, de los organismos modificados genéticamente (OMG) o transgénicos como se le conoce.
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