La organización alude a los casos de Brasil y Uruguay. En un boletín reciente la organización ofrece datos que presentó la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria brasileña durante en un seminario sobre Agrotóxicos, Salud y Sociedad realizado en la ciudad de Brasilia el pasado mes de julio. "Brasil es uno de los mayores consumidores de agrotóxicos en el mundo. Los cultivos de soja (soya) transgénica han acrecentado el uso de estos productos, seguidos por el maíz, caña de azúcar y algodón.
En el 2008 el mercado brasileiro consumió 673,862 toneladas de estos productos, probando así -contrariamente a lo que dice la propaganda de las empresas- que los cultivos transgénicos aumentan el uso de los agrotóxicos."
Uruguay está en una situación similar, sostiene RAPAL. Según datos que obtuvo la organización del gobierno uruguayo, entre 2002 y 2008 las importaciones de herbicidas, insecticidas y fungicidas subieron 258%. En 2002 se importaron 5,336 toneladas y en 2008 13,770 toneladas de agrotóxicos, utilizados en varios cultivos, pero principalmente en la soya transgénica.
"Las empresas que venden las semillas transgénicas son las mismas que venden los agrotóxicos, o sea, que su ganancia es por partida doble", concluye RAPAL-Uruguay. "Nuestra población también sufre impactos por partida doble, claro que estos por donde se les mire son negativos: el uso masivo de agrotóxicos ha causado intoxicaciones y enfermedades en las personas que aplican estos venenos, muerte de abejas, terneros, peces, contaminación del suelo y agua. Es un modelo avasallador, que desplaza a los pequeños productores y está terminando con la apicultura y con la pesca artesanal."
Las pocas corporaciones transnacionales que controlan el negocio de los transgénicos, que incluyen a Monsanto, BASF, Bayer, Dow y Dupont, son también precisamente líderes mundiales en la producción de pesticidas.
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