El Nuevo Orden Mundial
Ayrshire, una pequeña localidad escocesa, se reunían aquel día ciento veinte representantes de la élite política, financiera y empresarial de todo el mundo. Su cometido, diseñar el futuro del planeta.
Un ejército de guardias armados formaban un impenetrable cordón alrededor de un lujoso hotel escocés. No había huéspedes. Todas las habitaciones estaban reservadas con meses de antelación. La dirección del establecimiento había mimado cada detalle, en especial la gran sala de reuniones donde se encerrarían a cal y canto los representantes de lo más selecto de la elite mundial. Banqueros, políticos, directores de medios de comunicación y empresarios de todo el mundo desfilaban en una verdadera procesión de limusinas negras en dirección al establecimiento. Entre ellos también había algunos españoles; el secretario general de la OTAN, Javier Solana, el empresario Jaime Carvajal y Urquijo, el secretario general del PSOE, Joaquín Almunia y el vicepresidente del Banco de Santander, Matías Rodríguez Inciarte. Una escueta nota de prensa explicaba que el acto consistía en un encuentro informal para "discutir las relaciones atlánticas en una época de cambio". El día se había levantado nublado, lo cual daba al cortejo de automóviles un aspecto levemente fúnebre. Por su parte los agentes de seguridad, aportados por varios servicios secretos occidentales, contemplaban la escena con el frío recelo profesional que les caracteriza. Todo está perfecto, en su punto. La 46ª reunión del grupo Bilderberg podía dar comienzo...
Oficialmente, la conferencia trataría sobre el futuro de la OTAN finalizada la Guerra Fría, la crisis asiática, el poder militar en el mundo, la problemática actual japonesa y las organizaciones multilaterales entre otros temas. En primer grado todo parece muy inocente. Casi una tertulia de café a escala mundial. Sin embargo, si se piensa más detenidamente, el asunto toma visos un poco más siniestros. Porque, ¿quiénes son y qué pretenden los miembros del grupo Bilderberg?
Se dice que aquellos que acuden a las reuniones del Bilderberg lo hacen a título estrictamente particular, privados de cualquier tipo de representatividad oficial sea cual sea el cargo que ocupen. Esa al menos es la teoría. Sin embargo, todos y cada uno de ellos han sido cuidadosamente escogidos por el comité organizador precisamente en virtud de los puestos que ocupan. Son los elegidos para unirse en una serie de deliberaciones secretas cuyo fin último es la preservación de la hegemonía occidental en el mundo.
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