sábado, 19 de mayo de 2012

Otro capítulo de "la gran crisis europea"

Otro capítulo de "la gran crisis europea"
x Alberto Rabilotta    La crisis de la deuda en la zona euro –por la combinación de las ayudas a los bancos con las políticas de austeridad-, es más grave que la del 2008

La Gran Crisis Europea se desarrolla como una tragedia a nivel continental, con sus cambios de personaje y la precipitación de situaciones que auguran nuevos impasses, más ilusiones o soluciones radicales. Es así que el 15 de mayo, mientras un Nicolás Sarkozy derrotado abandonaba el Elíseo y su sucesor François Hollande asumía las funciones de la Presidencia, la urgencia de la situación hizo que el nuevo mandatario francés tuviese que abordar simultáneamente la tarea de nombrar un primer ministro y viajar el mismo día a Alemania con el fin de tener un primer “mano a mano” con la Canciller Ángela Merkel, la Dama de Hierro de la Unión Europea (UE) gracias al apoyo que durante los últimos años tuvo de Sarkozy.

Los hechos se precipitan, los antagonismos se manifiestan

El panorama de la UE que hasta hace pocos meses parecía inamovible se ha transformado rápidamente en las últimas semanas. El bipartidismo (conservadores o socialdemócratas) que se alternaba o funcionaba en coalición en el poder para profundizar las políticas neoliberales empieza a ser cosa del pasado. El futuro no excluye del poder a la extrema derecha xenofóbica, antidemocrática y antieuro, ni tampoco a los frentes de izquierda radical que reclaman el fin de las políticas neoliberales y exigen la construcción de una “Europa social”.

Al referirse al intento de aplicar a toda costa las políticas de austeridad para alcanzar una supuesta estabilidad, el columnista John Kay escribe en el Financial Times (FT) sobre la incompatibilidad de esta ortodoxia neoliberal con la democracia. Este dogma “hace peligrar la estabilidad. La credibilidad que los modelos (neoliberales) describen es imposible en una democracia. Peor aun, el intento de lograrla amenaza la democracia”, y cita la polarización política que provocó en Grecia.

El columnista canadiense Thomas Walkom, del Toronto Star, alerta que la crisis de la zona euro (ZE) “apunta a una repetición de los años 30” porque se están repitiendo los mismos errores: las políticas de austeridad fiscal y el mismo empecinamiento en defender una ortodoxia monetaria que impedía devaluar las monedas para exportar más y crear empleos a nivel doméstico, y –por otra parte- la miopía de que cada país debía salir del atolladero por sus propios medios, sin ayuda del resto del mundo. La miopía de 1931 está repitiéndose ahora, y la economía internacional está nuevamente siendo empujada al abismo, apunta Walkom.

Y el historiador de economía Robert Skidelsky escribe en el FT que las actuales políticas de austeridad de la UE se equiparan con el Tratado de Versalles que los aliados impusieron a Alemania al final de la primera Guerra Mundial y que condujo a la grave crisis que en Alemania permitió el ascenso del nazismo. En cuanto al caso griego, Skidelsky considera que es inevitable una salida de la ZE con una devaluación controlada.

Hollande y Merkel no pudieron evitar el tema de la crisis financiera, política y social en Grecia que se cristalizó el mismo 15 de mayo, cuando el Presidente griego Karolo Papoulias tiró la toalla al no poder lograr la formación de un gobierno de coalición y decidió que los griegos irán nuevamente a las urnas para elecciones legislativas en junio, casi al mismo tiempo que los franceses y tal vez los holandeses.

El 15 de mayo en Berlín resonó el “¡basta ya!” de los griegos, que en junio podría manifestarse en una mayoría de diputados de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), que rechaza de plano los términos del “pacto fiscal”, título oficial del plan de austeridad que la Troika de la UE (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el FMI) impuso a Grecia.

La crisis financiera y económica se agrava

Los indicadores económicos muestran que la mayoría de las economías de la UE, exceptuando las de Alemania y Austria, están en recesión o estancadas, que el desempleo sigue creciendo y que la demanda continúa bajando. Las tasas de interés aumentan para las obligaciones de los países endeudados y sometidos a la sangría de la austeridad fiscal, como España e Italia, agravando así el problema económico, el déficit fiscal, la crisis social y política.

En el plano monetario el euro sigue debilitándose por la anticipación de la salida (o expulsión) de Grecia de la ZE, como considera el economista Nouriel Roubini, mientras en muchos países las bolsas están en una espiral descendente que manifiesta una grave descapitalización bursátil.

Y como corolario a esta precipitación de la crisis, el propio Presidente griego hizo saber que el Gobernador del Banco Central de Grecia, George Procopoulos, le había alertado de una potencial “corrida bancaria”, o sea que la gente está retirando sus depósitos de los bancos. El diario FT de Londres reportaba el 16 de mayo que “fuentes bancarias” en Grecia calculan que desde el pasado 6 de mayo y por la “incertidumbre política” fueron retirados de los bancos griegos unos cinco mil millones de euros, o sea unos 700 millones de dólares por cada día hábil.

En el centro financiero de la City de Londres se reporta que algunas instituciones financieras están viendo como “incorporar el dracma (la antigua y quizás futura moneda de Grecia) a sus sistemas”. Nada de sorprendente cuando el mundo financiero sabe, por opiniones vertidas en la reunión que el 15 de mayo sostuvieron los ministros de hacienda y de economía de la UE en Bruselas, que hablando del caso griego el Gobernador del Banco Central de Bélgica, Luc Coene, dijo que “un divorcio amistoso puede ser posible”, algo similar al “puede ser manejable” de Patrick Honohan, del Banco Central de Irlanda.

Por su parte el conservador ministro de Finanzas del (saliente) gobierno de Holanda, Jan Kees de Jager, sugirió que la ZE puede enfrentar “el potencial contagio de una salida de Grecia”, añadiendo que “el riesgo de contagio será mucho, mucho más pequeño que hace un año o año y medio”. […]

El contagio en marcha

La presión del sistema financiero internacional por lo que se considera como una “inevitable salida de Grecia de la zona euro” está manifestándose en el aumento de la tasa de interés que deben pagar los países deudores de la zona euro. Italia, país que tiene una deuda pública de casi dos billones de euros y cuya economía está en franca recesión, vio la tasa para sus obligaciones a 10 años aumentar al insostenible nivel de 5.86 por ciento.

El pasado lunes 14 la agencia Moody’s redujo la notación crediticia de 26 bancos italianos porque “son vulnerables a una renovada recesión”. Como reporta el 16 de mayo el analista Ambrose Evans-Pritchard en The Telegraph de Londres, el no electo gobierno de Mario Monti está aplicando un ajuste fiscal tres veces superior al “ritmo terapéutico” recomendado por el FMI. La economía italiana sufrirá una contracción económica de 1.9 por ciento en el 2012, según Moody’s.

Por su parte el ex primer ministro italiano Romano Prodi, según Evans-Pritchard, afirmó que la salida de Grecia de la ZE provocará un “contagio instantáneo” en España, Italia y Francia, y que entonces se desplomará “todo el castillo de naipes” de la ZE.

Simultáneamente el banco español BBVA señaló en su reporte anual a la SEC (Comisión de Valores Bursátiles de Estados Unidos), que la crisis de la deuda en la zona euro –por la combinación de la crisis bancaria con las políticas de austeridad que reducen el crecimiento económico-, es más grave que la crisis que siguió a la bancarrota de Lehman Brothers en el 2008, debido a que tanto los gobiernos como los bancos han perdido acceso a los fondos de financiamiento.

El juicio más lapidario de un ministro de un país del G7 sobre la situación de la ZE le corresponde a nada menos que al ministro de Finanzas de Canadá, el conservador Jim Flaherty, para quien en estos momentos de crisis “todo el futuro de la ZE está en el aire, y esto es muy importante para muchos de los países miembros de la ZE, dada la historia de Europa en los últimos 100 años… Por eso deben mostrar coraje. Tienen que hacer lo que deben, usar parte de los dineros de sus contribuyentes para rescatar algunos de los miembros más débiles de la ZE, o empezar a salirse de la ZE y simplemente reconocer que este ha sido un experimento que no funcionó”.

Incluso Alemania no está exenta de muestras de una revuelta contra las políticas de austeridad fiscal y de flexibilidad laboral, como indican las derrotas electorales en los estados (landers) que ha sufrido el partido de Ángela Merkel, al punto que el diario Bild, conservador y de gran circulación, considera que la Canciller ya no tiene “el poder” para imponer su visión en tanto que gobernante de Alemania. […]

¿Presidente del cambio o simple cambio de Presidente?

Aparte de entablar un conocimiento mutuo, en esta primera reunión Merkel y Hollande tenían mucho que tratar debido a que el nuevo Presidente francés fue electo porque rechazó la austeridad como un fin en sí mismo, prometió a los franceses una política de crecimiento económico y un nuevo tipo de relación con Alemania y dentro de la UE.

Hollande no podía emprender su mandato sin calibrar directamente y con alguna certeza la posibilidad de que Alemania aceptara un proceso de negociación que permita modificar la política fiscal y económica de la UE sin alterar la ortodoxia sobre la cual está sustentada. La reacción de la señora Merkel fue, como apunta la agencia Bloomberg, de señalar que había “diferencias en el énfasis” con lo que proponía Hollande en materia de “crecimiento”.

Y en buena medida el economista Philippe Aghion, asesor de Hollande y profesor en la Universidad de Harvard, da razón a la Canciller alemana al afirmar, en un artículo publicado el lunes 14 de mayo en el FT, para que fuera leído a tiempo en Berlín, que la estrategia que el Presidente socialista francés propuso a la Canciller alemana consiste “en tres ideas principales”: crecimiento económico, inclusión social y disciplina presupuestaria.

Para Hollande, escribe Aghion, el futuro de Francia depende de poder concretar las tres ideas, porque “ninguno de esos (tres) elementos puede ser logrado sin los otros dos. Sin el sentimiento entre los franceses de que el fardo (de la disciplina fiscal) es compartido, será difícil apelar a los necesarios sacrificios para lograr la disciplina presupuestaria. A la vez, la disciplina fiscal deberá permitir al gobierno la aplicación de políticas fiscales para estimular el crecimiento si la demanda baja. La reforma fiscal y el corte del gasto también permitirá a Francia financiar las inversiones que apoyen el crecimiento”. […]

La hora de las definiciones se acerca

Al analizar este rapidísimo proceso de crisis económica y financiera, de cambios políticos y de luchas sociales, que Walkom compara a lo sucedido en los años 30, lo primero que se destaca es que es una coyuntura para proponer y efectuar los necesarios cambios de fondo, lo que están pidiendo las mayorías, y no para el inmovilismo que puede alimentar a las existentes formaciones de la extrema derecha.

En un mes los franceses irán nuevamente a las urnas para las elecciones legislativas en las cuales el PS de Hollande y las demás fuerzas de izquierda, en particular el Frente de Izquierda, tienen como meta alcanzar una mayoría de diputados en la Asamblea Nacional para evitar una “cohabitación” con la derecha de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) reforzada ahora con la extrema derecha del Frente Nacional de Marine Le Pen.

Lo mismo en Grecia, donde la elección del Parlamento decidirá quien forma el gobierno o está en condiciones de encabezar el proceso para la formación de una coalición de gobierno.

Lo sucedido en esta primera quincena de mayo muestra sin la mínima duda el fracaso total de la ortodoxia neoliberal de la Dama de Hierro alemana y el creciente aislamiento de Alemania en la UE. Por eso mismo parece que la hora de las definiciones está llegando con en este nuevo capítulo de la Gran Crisis Europea.

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