Los especialistas dicen que desarrollo humano es la ampliación de oportunidades para salir adelante por sus propios medios, lo que requiere condiciones indispensables: acceso a la salud, educación y formación, seguridad y tiempo libre para la recreación y esparcimiento. Cualquiera pensaría que eso es para países desarrollados, y por lo tanto, ¿podemos en Guatemala hablar sobre eso? El Informe Nacional de Desarrollo Humano 2011-2012, del PNUD, enfocado en las ¿oportunidades para la juventud?, titulado así, entre signos de interrogación, ya que a pesar de que somos un país donde un tercio de la población es joven, la herencia que le hemos dejado las generaciones adultas es, en exceso, deficitaria.
Les heredamos, entre otras cosas, los siguientes lastres: las secuelas de la guerra interna, cuyas causas persisten; nuevos y más sanguinarios perfiles de criminales; un conservadurismo extremo; pobreza, que en el informe incluye una nueva medición; y la desigualdad.
Hay rostros jóvenes en todos lados: en el Ejército, en el deporte, entre los periodistas, en las salas de maternidad, en las maras, en las maquilas, en los call center; y más aún entre los campesinos, quienes, como dice el connotado sociólogo guatemalteco Edelberto Torres Rivas, ellos (as) pasan de la temprana niñez a la adultez, puesto que no tienen juventud.
La población joven vive de diferente manera esa etapa de la vida. La minoría de afortunados, los incluidos y los “súper incluidos”. Estos últimos son una pequeñísima porción, que no saben que sus pares no cuentan ni con las capacidades ni con las oportunidades que para ellos son normales y heredadas.
Los demás, la mayoría pasa privaciones. Su pobreza, dice el estudio, es multidimensional y como ya se ha afirmado infinidad de veces, es rural, indígena y mujer. O sea que depende del territorio, pueblo, comunidad lingüística o estrato socioeconómico de donde se nace, para que se hagan realidad las oportunidades indispensables que garantizan el desarrollo por medios propios.
Solo pensemos que el 50% de nuestros futuros jóvenes, sufren desnutrición crónica, con los efectos irreversibles que eso implica para sus vidas. Ellos ya tienen limitada sustancialmente su oportunidad de aprender, de acceder formalmente a la educación, aunque sea de la calidad existente, que algunos están empecinados en mantener.
Sobre el del acceso a las tecnologías, pero no solo a los celulares y al Facebook, sino aquellas que permiten acceder a trabajos dignos, decentes y que generan mejores ingresos, estos se consiguen por redes sociales y familiares mayoritariamente, lo que significa que tenemos institucionalizado el tráfico de influencias
En cuanto al tiempo libre, es catastrófico constatar en el estudio que entre el 78.2% y el 72.6% de los entrevistados nunca van a actividades culturales y artísticas y, sin embargo, se han publicado estudios donde se dice que somos uno de los 10 países más felices del mundo. ¿Sabremos qué es la felicidad?
La oportunidad de participar en la vida económica, política, social y cultural, por el momento está patentada para los jóvenes incluidos o súper incluidos.
El informe llama a invertir más en la juventud, ya que el 70% de la población es menor de 30 años, lo que debe considerarse como un bono demográfico, por su potencial para contribuir al desarrollo y al futuro del país.
Pero el presente es con jóvenes sin oportunidades y extremadamente conservadores. Tenemos, por lo tanto, pocas expectativas de cambio.
Guatemala, 23 de julio de 2012
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de la Agencia CERIGUA - http://cerigua.info/portal/
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