jueves, 2 de febrero de 2012

El contexto internacional de las indignaciones mundiales (IV)

El contexto internacional de las indignaciones mundiales (IV)
x Eric Toussaint 
Algunos rasgos comunes en las movilizaciones de 2011

En 2011, todos los movimientos mencionados, de la primavera árabe a Occupy Wall Street, pasando por los Indignados, tenían varias características comunes:

1.- Reocuparon la plaza pública, incluso se instalaron, y también multiplicaron las manifestaciones en las calles. En el pasado, las acciones radicales comenzaban a menudo en el lugar de trabajo o de estudio, e implicaban la ocupación de instalaciones (fábricas, escuelas, universidades…) Aunque las huelgas y las ocupaciones de fábricas o de establecimientos escolares no hayan estado ausentes en algunos países como Egipto o Grecia, la forma de acción más extendida adoptada por los participantes en las acciones consistió en la recuperación del espacio público. Una parte importante de los manifestantes no tenían ni tienen la posibilidad de organizarse en los lugares de trabajo, debido, en particular, a la represión y a la atomización de los trabajadores. Un gran número de ellos no tiene empleo —y es una de las razones de su compromiso para la acción—, o debe contentarse con un empleo precario. Entre los manifestantes, en algunos países, hay un gran número de diplomados sin trabajo. En países como España, afectados fuertemente por la crisis inmobiliaria, o como Israel, donde la falta de vivienda para la gente modesta es clamorosa, las personas víctimas de esta crisis pueden estar muy bien representadas. Además de estas razones, la voluntad de ocupar la plaza pública tiene que ver, por supuesto, con la voluntad de reunirse, de ver cuántos son, de hacer una demostración de fuerza frente a un poder percibido en Túnez, en España, en Grecia, en Egipto (y para una buena parte de manifestantes en Estados Unidos) como completamente sordo a las necesidades y pedidos de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas del país. La exigencia de una auténtica democracia está en el núcleo del movimiento.

2.- En varios países, la comunicación y la movilización vía las redes sociales (facebook, twitter, etc.) tuvo un papel importante aunque no hay que exagerar el fenómeno.

3.- La forma «asamblearia» del movimiento constituye una característica común. Con ese mismo espíritu, existe una reticencia, incluso claramente un rechazo, hacia la elección de delegados y delegadas. Se quiere la democracia directa y participativa.

4.- En varios países, la desobediencia cívica ha sido reivindicada y practicada sistemáticamente como un acto de resistencia frente a un poder totalitario —casos de Túnez y Egipto—, o frente a un poder autista (Grecia,…) que no duda en utilizar la represión para vaciar las plazas o impedir pura y simplemente las concentraciones, como es común en el caso de Estados Unidos. Estas manifestaciones están muy alejadas de las tradicionales, que parecían más procesiones que marchas de protesta. En cierta forma se ha producido un salto cualitativo. Mientras que hasta este momento, la ideología dominante y la represión habían conseguido individualizar, atomizar los comportamientos debido al miedo (a la represión, a perder su empleo, a perder su vivienda, a perder su derecho a una pensión, a perder sus ahorros…), la amplitud de la crisis y el hecho de que se haya llegado a una masa crítica de manifestantes permitió que muchas personas se sobrepusieran al aislamiento, principalmente con la idea de que, en realidad, no había mucho que perder. Para la mayoría de los participantes en el movimiento se trata del primer combate colectivo con una dimensión política.

5.- En la mayor parte de los casos, no ha habido una elaboración de un programa de reivindicaciones, incluso si las comisiones de trabajo del movimiento de los Indignados españoles produjeron propuestas y declaraciones. Respecto a esto, conviene subrayar la importancia de la declaración conjunta entre Puerta del Sol y Plaza Sintagma: Llamamiento Sol-Sintagma y que afirma especialmente: «No al pago de la deuda ilegítima. ¡Esta deuda no es nuestra! ¡No debemos nada, no vendemos nada, no pagaremos nada |1|!» En el caso de Túnez y Egipto, existe un acuerdo sobre una reivindicación central: la partida del dictador que se expresa en una exhortación muy clara: ¡Márchate!

6.- Los manifestantes no se agruparon de acuerdo a una base identitaria: etnia, religión, clase, generación u orientación política. La mezcla dominaba aunque algunas categorías entre los más explotados hayan estado subrepresentados, en algunos casos. La fórmula adoptada en Estados Unidos por Occupy Wall Street comenzó rápidamente a hacer la vuelta al mundo: «¡Somos el 99 %!».

Podríamos agregar una séptima característica común: en ningún caso, el Foro Social Mundial, el Foro Social Europeo, el Foro Social de las Américas constituyeron una referencia para los manifestantes. El término altermundialista o antiglobalización tampoco forman parte de sus referencias. Desde ese punto de vista, el ciclo abierto por el Foro Social Mundial en 2001 parece, indudablemente, haberse cerrado y otro ciclo se ha abierto, se verá hacia donde conducirá. Lo importante será participar.

Más allá de las características comunes, hay diferencias que saltan a la vista. En los países de África del Norte y del Cercano Oriente, los principales objetivos fueron los regímenes dictatoriales y los regímenes autoritarios, aunque la cuestión social estuviera bien presente y en la base del movimiento.

 En los países más industrializados, los objetivos son los banqueros y los gobiernos a su servicio. La defensa de los bienes comunes es un punto de convergencia. La cuestión social se expresa en el modo de rechazar el trabajo precario, las privatizaciones de los servicios públicos (educación, sanidad, etc.), en la necesidad de encontrar una solución al problema de la vivienda y de la deuda hipotecaria (particularmente en España y en Estados Unidos, país en el que hay que agregar la deuda de los estudiantes, que totaliza un billón de dólares), en el rechazo a pagar la crisis provocada por el 1 % enormemente rico.

En los países más industrializados, existe también una gran diferencia entre la radicalidad del movimiento en Grecia, que se acerca a una posible crisis prerrevolucionaria como la de Argentina 2001-2002, y la situación de España, y no digamos de Estados Unidos. Las diferentes historias de estos países y de sus movimientos sociales, el grado de implantación de los diversos partidos políticos de la izquierda dura que no han sido borrados por el movimiento nacido en 2011.—la izquierda radical griega incluyendo el partido comunista puede representar cerca del 25 al 30 % del electorado e influir en una parte importante del movimiento sindical; la situación es similar en Portugal, y por supuesto totalmente diferente en Estados Unidos—





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