Durante la visita oficial que el primer Vicepresidente de Costa Rica, Alfio Piva, realizara al Estado de Israel hasta el día de hoy, 28 de junio, el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Avigdor Liebermann, acusó públicamente a Venezuela de presunta colaboración con el financiamiento del programa nuclear y avance militar de Irán.
Tal acusación fue publicada en la cuenta Twitter del partido político del canciller israelí, Israel Beitenu (Israel, nuestra casa), un partido de extrema derecha, de corte ultranacionalista. Asimismo, fue redifundida y comentada en el diario El Nuevo Herald de Miami, con el título "Canciller israelí acusa a Venezuela de financiar programa nuclear iraní".
El señalamiento, sin pruebas por cierto, se hace en Jerusalén, en medio de un encuentro bilateral que nada tiene que ver con Venezuela ni Irán. No pierde tiempo ni espacio el imperialismo mundial, del que hace parte Israel, para desvirtuar la naturaleza del programa nuclear iraní y arremeter contra Venezuela y sus intenciones de fortalecer relaciones con gobiernos y pueblos del mundo, aun cuando resulten incómodos al sistema hegemónico.
El canciller Liebermann y su partido se colocan a la extrema derecha del panorama político israelí y, como es sabido, la ultraderecha defiende los intereses de los que detentan el poder económico. A esto habría que agregar que el mismo Liebermann se inició en la política en el partido Kach, ilegalizado en 1988 por sus abiertas posiciones racistas. Nos preguntamos: ¿Qué podemos esperar de un paladín del capitalismo cuando se trata de comentar las acciones que un gobierno progresista como el de Venezuela emprende en nombre de una justicia social y del bienestar para todos? Las acusaciones de Liebermann son, por tanto, flatus vocis, voces sordas – como decían los medievales –, palabras sin importancia. Aunado a esto, la repetición de la "noticia", a través de El Nuevo Herald, un diario sin credibilidad ni honestidad intelectual. Recordemos: en el 2006 dos reporteros de El Nuevo Herald fueron acusados de recibir financiamiento del gobierno estadounidense, por lo que no es extraña su arremetida constante contra la revolución bolivariana.
Las relaciones Irán-Venezuela se intensifican cada vez más en las más diversas áreas y en nombre de la complementariedad y del desarrollo social de ambos pueblos. La cantidad de nuevas fábricas procesadoras de alimentos, la cooperación para la construcción de viviendas, la activación de complejos de procesamiento del plástico asociada a la industria automotriz, un banco binacional son sólo una parte de los casi 300 convenios de cooperación bilateral suscritos.
Ya en varias oportunidades, el presidente Chávez ha dicho que "el objetivo de este G-2 es el desarrollo y la paz de los pueblos". El caso es que mientras más se solidifiquen las relaciones entre Irán y Venezuela, más se acrecentarán las críticas ansiosas de un imperialismo internacional que ve perder poco a poco su ámbito de dominación.
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