Pdvsa
Los accidentes en instalaciones industriales, como los fenómenos naturales son impredecibles, tanto en magnitud, como en el momento que ocurrirán.
El ser humano ha tratado de anticiparse a estos eventos. Sistemas de monitoreo, control y supervisión se han desarrollado para predecir, detectar y alertar sobre cualquier anomalía, pero a veces, cuando cambian los patrones de comportamiento, los dispositivos no se activan.
Cuántas familias no han sido víctimas de una explosión de un “inofensiva” olla de presión, que aún teniendo varios sistemas de seguridad, estalla causando heridos y hasta muertes.
Los puestos de trabajo se clasifican según su nivel de riesgo y la industria de los hidrocarburos es una de las que mayor riesgo registra, es por ello que todas las refinerías, incluyendo Pdvsa, extrema las medidas para resguardar las instalaciones y la vida de quienes allí trabajan.
Pese a ello, ocasionalmente suceden accidentes, de menor o mayor magnitud. Algunos pasan desapercibidos, otros por su dimensión y consecuencias, conmueven a la opinión pública.
En la industria petrolera de Venezuela se han suscitado varios eventos de esta naturaleza. En el año 1982, durante el Gobierno de Luis Herrera Campins, el país se estremeció con la tragedia de Tacoa. Un incendio en la planta de generación eléctrica “Ricardo Zuloaga” (hoy conocida como “Josefa Joaquina Sánchez”), propiedad de la Electricidad de Caracas, ubicada en el sector Arrecifes de la población de Tacoa del para entonces Departamento Vargas del Distrito Federal en Venezuela (hoy conocido como Estado Vargas).
Allí fallecieron más de 160 personas, entre ellos 9 comunicadores sociales; así como bomberos, policías y rescatistas voluntarios. Este evento fortuito es catalogado como la peor tragedia jamás vivida en la industria venezolana.
El 28 de septiembre de 1993, a pocos días de ser nombrado Presidente Provisional, Ramón J. Velásquez, 53 personas mueren y 70 resultan heridas, tras una explosión y posterior incendio, en el kilómetro 57 de la Autopista Regional del Centro, causada por la perforación accidental de un gasoducto subterráneo durante los trabajos de instalación de una nueva red de fibra óptica a un costado de la autopista.
En ambos casos se dejó claro que la responsabilidad no recaía sobre los mandatarios, por el contrario, las investigaciones se dirigieron a establecer las causas y a corregir las posibles fallas.
Hoy, un grupo de personas, opositoras al Gobierno Bolivariano, han tomado la tragedia de Amuay, que enluta a más de 20 familias venezolanas, para tratar de responsabilizar, tanto al ministro Rafael Ramírez, como al Presidente de la República, por el lamentable accidente.
Hablan de aplicar las leyes, como la del ambiente, la Lopsymat, el Copp, hasta la lopna, con el único fin de sacar ventaja frente a las venideras elecciones presidenciales del 7 de octubre.
Pdvsa es y seguirá siendo una industria preocupada por el buen funcionamiento de sus instalaciones y así lo certifica el cumplimiento de las Normas Internacionales en materia de protección y ambientes seguros de trabajo, que rigurosamente cumplen, tanto las plantas, como el personal que allí labora, bajo la mirada supervisora de la contraloría social y los sindicatos del área.
Todo hecho debe ser investigado hasta sus últimas consecuencias y castigarse los responsables, pero nadie puede adelantar juicio con la intención de desvirtuar los resultados que arroje el trabajo de los técnicos y profesionales encargados de dilucidar las verdaderas causas del siniestro. Amanecerá y veremos.
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